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¡VIVA CRISTO REY!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- “Entonces, ¿tú eres Rey?”

- “Tú lo has dicho. Soy Rey. Y para esto he venido, para dar testimonio de la verdad”.

- “¿Y qué es la verdad?” (San Juan 18, 33)

 

Con estas palabras Pilato concluía el interrogatorio a Jesús y por miedo y desconocimiento lo entrega a los soldados romanos para azotarlo y llevarlo a crucificar. 

 

Jesucristo es rey en muchos sentidos

 

Es Rey del universo porque el mundo fue hecho por sus manos y la creación entera obedece dócilmente sus mandatos. Dice el salmista: "Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el mundo y todos sus habitantes. Pues él la asentó sobre los mares, Él la fundó sobre los ríos". (Salmo 24)

 

Lo vemos reinar en varios países en donde su nombre fue perseguido y por quien murieron miles de cristianos: en España fue perseguido durante la guerra civil de 1936 a 1939, y ahora queda como recuerdo de su victoria el convento del Cerro de los Ángeles, en lo alto de un monte que ocupa el centro geográfico de España, muy cerca de Madrid. En México, durante la guerra cristera, quedó como recuerdo un monumento a Cristo Rey, en lo alto del Cerro del Cubilete, localizado también en el centro geográfico del país. De los cristeros toma su origen la fiesta de Cristo Rey, del grito unánime con que los cristianos morían confesando su fe: “¡Viva Cristo Rey!” Y así podemos continuar la lista de países: Roma, Albania, Polonia, Croacia, China... “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”.

Cristo es rey de la humanidad. Es Rey desde antes de nacer. Así lo presentó el Ángel Gabriel en la anunciación: "El será llamado Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin". (San Lucas 1, 32-33).

 

Pero su reino no es de este mundo. “Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron”. Esta es la realidad más triste del mundo. “Vino la Luz al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque hacían el mal. Todo el que obra el mal detesta la luz y la rehúye por miedo a que su conducta quede al descubierto”. (San Juan 3,19) Esta es la razón por la cual se persigue a Cristo, porque los hombres siguen prefiriendo las tinieblas a la luz, y como Pilato, preguntan a Cristo por la verdad, pero no esperan la respuesta.

 

A Cristo no se le conoce, y por eso se le sigue con tanta indiferencia. “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a El y El te daría agua que brota para la vida eterna”, le dijo Jesús a la Samaritana. Nos preparamos para la navidad en una sociedad bastante convulsionada en el orden político, económico y moral que no encontrará la paz hasta que no abra su corazón al Redentor, príncipe de la paz.

Por el Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C. 

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