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MILAGROS EUCARÍSTICOS

TURÍN, ITALIA

 

 

 

A mediados del siglo XV varios países europeos estaban en guerra. El año 1453, Mohammed II aprovechó uno de estos conflictos, y conquistó Constantinopla, asesinando atrozmente a cientos de miles de cristianos. Su plan era continuar su conquista por toda Europa. Los italianos estaban tan envueltos en la guerra de Milán, que no prestaron atención a las intenciones de Mohammed. Francesco Sforza, Duque de Milán, tenía como único aliado en Italia a Florencia, pero no era suficiente y pidió ayuda a otras potencias extranjeras. El Duque de Anjou y Lorraine, que quería poseer el Reino de Nápoles y Sicilia, consintió ayudarle a cambio de este Reino. El ejército de Anjou y Lorraine marchó hacia Milán en defensa de Sforza. Tenía que pasar por Piamonte, que estaba gobernado por los enemigos de Milán. Por tanto cuando el ejército se acercó a Piamonte, tuvieron que luchar. Tras una batalla sangrienta, las tropas de Anjou se retiraron. Esto sucedió en las afueras de Exiles, donde ocurrió nuestro milagro.

Al acercarse ambos ejércitos, los habitantes de esa zona huyeron. Los soldados de Piamonte saquearon las casas e Iglesias de la ciudad. Un soldado entró en la Iglesia de Exiles, forzó la puerta del sagrario y robó la custodia, junto con la Hostia Consagrada que estaba en ella. Lo echó en su saco, y lo puso sobre su burro. El animal se caía continuamente. Por ello, el soldado quiso deshacerse de lo que había robado, y vendió el saco y su contenido al primer mercader que cruzó su camino, que iba camino de Turín. Éste entró en la ciudad el 6 de junio con el burro cargando el saco. Frente a la Iglesia de San Silvestre el burro tropezó y cayó. Su dueño trató de levantarlo, pero el animal se negó a moverse. El dueño empezó a pegarle y se juntó una muchedumbre. Cuanto más aumentaba la muchedumbre, más frustrado se sentía el mercader y golpeaba al burro más fuerte. El burro se movía de un lado a otro tratando de escapar a los latigazos de su amo. En esos movimientos, el saco resbaló y cayó al suelo, esparciéndose por la calle todo su contenido.

Todos los ojos de los espectadores se fijaron en la custodia: La Hostia que estaba en ella brillaba tanto que tenían que apartar los ojos a causa del resplandor. La Custodia se elevó en el aire unos cuatro metros, y así quedó. La muchedumbre estaba muy impresionada. Uno de los testigos, don Bartolomeo Coccono, corrió para dar la noticia al Obispo Lodovico dei Marchesi di Romagnano. El Obispo acudió inmediatamente. Cuando llegó, la custodia se abrió y cayó al suelo, quedando la Hostia suspendida en el aire y rodeada por una aureola deslumbradora. Todos se postraron en adoración y el Obispo oró con las mismas palabras de los discípulos de Emaús: “Quédate con nosotros”.

 

El Obispo alzó un cáliz y la Hostia comenzó a descender lentamente, depositándose en él. Todos siguieron al Obispo en procesión hasta la Catedral, donde bendijo al pueblo, agradeciendo a Dios este prodigio eucarístico, que mereció para Turín el título de “Ciudad del Santísimo Sacramento”. Inmediatamente comenzó la veneración de este Milagro Eucarístico. Todo Turín se conmovió ante este Milagro. Pusieron una señal donde ocurrió el milagro, que se convirtió en un lugar de peregrinación tan visitado que los peregrinos no cabían en esa pequeña área. En el lugar donde cayó el burro en 1453 se erigió un sagrario de mármol.

En el año 1584, llegó de la Santa Sede la orden de que el Milagro Eucarístico debía de ser consumido. La razón dada por el Vaticano fue para no obligar a Dios a mantener este Milagro Eucarístico sin corromperse por siempre. La Hostia Sagrada fue entonces consumida, tras estar perfectamente conservada durante 131 años. En 1598, una plaga amenazó, durante otra sangrienta guerra entre Piamonte y Francia. Los turineses hicieron una promesa al Señor: si libraba a la ciudad de esa enfermedad mortal, le construirían una iglesia nueva en honor del Santísimo Sacramento. El Señor escuchó las oraciones y la plaga terminó. Se construyó una nueva iglesia. A la derecha del altar hay una zona cercada por una barandilla que corresponde al lugar donde cayó el burro. Hay una placa con una inscripción en latín.

San Juan Bosco la tradujo así:

Aquí, el 6 de junio, de 1453, cayó el burro que llevaba el Cuerpo del Señor.

Aquí la Sagrada Hostia, libre de sus ataduras, se elevó en el aire.

Aquí descendió suavemente a las manos suplicantes de los Turinenses.

Aquí, por lo tanto, recuerden el milagro, arrodíllense en el suelo, veneren y miren con temor un lugar sagrado.

En los diferentes Centenarios de la Fiesta han tenido lugar procesiones solemnes y diversas celebraciones. En 1853, San Juan Bosco escribió acerca de la fiesta y de los grandes preparativos que se hacían. A estas fiestas asistieron la Reina Adelaida, esposa de Vittorio Emmanuele II, y la Reina María Teresa, viuda de Carlos Alberto.

Muchos Papas han reconocido el Milagro de Turín: Pío II, Gregorio XVI, Clemente XIII, Benedicto XIV, San Pío X, Pío XI y San Juan Pablo II.

Fuente: Corazones.org / Adoración Eucarística Perpetua en España

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