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TESTIMONIOS SOBRE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA (RCC)

Testimonio del Padre Emiliano Tardif, MSC

Encuentro de Barcelona en Junio del 96

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Yo les voy a decir públicamente que antes de entrar en la Renovación Carismática, yo no creía en ella, si hay alguno entre ustedes que han dudado de esta realidad que vive la Iglesia, yo confieso que yo también dudaba, yo no creía mucho en estos grupos de oración, era en el año 1973 se estaban reuniendo unos grupos de oración en la capital Dominicana, oía decir que algunos recibían el don de lenguas, yo me preguntaba como podía ser, si yo llevo años estudiando español y todavía tengo dificultad para hablarlo y ellos dicen que hablan en lenguas en una noche, eso no me convencía mucho, decían que otros recibían el don de profecía, de sanación y no me interesaba eso.

 

Yo trabajaba mucho en la República Dominicana era superior de mi congregación, ya llevaba ocho años de superior, era provincial y me estaba matando trabajando para edificar seminarios de noviciado, escuela de evangelización, un centro de promoción humana y no me daba cuenta que me estaba agotando con mucho trabajo y caí enfermo, no fue el Señor quién me mando la enfermedad, fui yo, que con mis excesos de trabajo me enfermé, porque hay que ser mas prudentes, y yo no lo fui. Enfermé el 14 de Junio del año 1973, caí enfermo de tuberculosis pulmonar aguda, entré en el centro médico muriéndome, casi no podía respirar, pasé una noche bien difícil en el centro médico, porque me estaba asfixiando, la respiración se me hacia casi imposible, muchas veces en mi vida había meditado sobre la muerte, muchas veces había predicado sobre ella pero nunca había hecho el ensayo de la muerte, y aquella noche lo hice y se lo digo a ustedes “no me gustó" , yo tenía la impresión que no iba a pasar la noche pero gracias a Dios que los médicos con el oxígeno, me ayudaron a pasar la noche y me examinaron, me dijeron que tenía tuberculosis pulmonar aguda, tuberculosis galopante porque era muy fuerte, los dos pulmones heridos. Cuando los médicos me dijeron esto, yo pedí regresar a mi país a Canadá donde vive mi familia, para ir a un hospital especializado para tuberculosos.

Entonces tuve la experiencia de ese poder de la oración, en el hospital los médicos me examinaron, y me dijeron que tal vez con un año de tratamiento en el hospital yo iba a regresar a mi casa. Era la única esperanza que me daban, y antes de comenzar los médicos el tratamiento, recibí la visita de cinco laicos que eran miembros de la Renovación Carismática, tres hombres y dos mujeres, y cuando me dijeron que estaban en un grupo carismático a mi me daba risa interiormente, pero por respeto no dije nada; venían a visitarme, me dijeron: Hemos venido a orar por usted para pedir al Señor, que lo sane y usted vuelva a trabajar en su apostolado en Santo Domingo , yo acepté su oración, la verdad estaba tan enfermo que estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa aún de los carismáticos, a pesar de que no creía mucho en ellos, pero ellos tenían mucha fe, y me dijeron: Vamos a imponerle las manos si usted permite, y vamos a orar para pedirle al Señor que lo sane , estaba sentado en mi silla al lado de la cama y me recuerdo como si fuera ahora, se acercaron y me pusieron las manos sobre la cabeza y sobre los hombros y comenzaron a orar, me encontraba tan ridículo debajo de ellos, que me estaban poniendo las manos, yo nunca había visto esto y mientras oraban me di cuenta que la puerta de la habitación estaba abierta y la gente que pasaba por el pasillo se quedaba mirando, me daba como apuro y dije: Si quieren vamos a cerrar la puerta, una señora dijo: Sí como no, salió y cerró la puerta dela habitación, pero ya Jesús había entrado, ellos siguieron orando y el Señor me sanó totalmente sin ninguna medicina, el Señor me sanó en el espacio de tres o cuatro días, mas o menos.

 

Estaba ya perfectamente sanado y el médico no entendía lo que me pasaba, y yo todavía no estaba tan seguro de esta Renovación Carismática como para hacerle propaganda, no le dije al médico nada de los carismáticos, estaba esperando que me pasaría, pero me sentía bien, mi respiración iba bien, ya me volvió el apetito dormía bien, y el médico que quería comenzar los tratamientos, al ver lo que pasaba estaba muy sorprendido, y dijo de volver a examinarme de nuevo con una nueva radiografía, cuando observó la nueva radiografía descubrió que mis dos pulmones estaban perfectamente cicatrizados.

 

Las heridas que hizo la tuberculosis en mis pulmones, me había hecho sufrir mucho, los médicos tenían la primera radiografía con los dos pulmones muy heridos por la tuberculosis, y la nueva radiografía les enseñaba mis dos pulmones bien cicatrizados, el médico no sabía lo que pasaba y me dijo: Padre vuelva a su casa usted está muy bien, pero esto va en contra de todas nuestras teorías médicas, no sabemos lo que ha pasado.

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Son signos donde Dios manifiesta su compasión, su poder, dice el Señor: Manifestaré mi santidad ante las naciones y verán que soy su Dios, y es verdad que se está manifestando a través de muchos signos, signos de conversión, de liberación, de sanación física, de sanación interior, signos maravillosos para edificar la comunidad.

 

Yo pensaba regresando a Santo Domingo, que los sacerdotes iban a decir: “si el Padre Tardif aceptó la renovación carismática tiene que ser una cosa seria, porque antes de ser carismático era un hombre serio, era provincial de mi congregación, y los tres últimos años era presidente de la conferencia religiosa en el país, entonces me tenía por un hombre serio, pero al llegar me di cuenta de que no se puede convencer a los sacerdotes tan fácilmente.

 

Algunos comenzaron a sospechar de mí, oían decir que había sanaciones en mi parroquia y uno fue a ver que pasaba, puesto que cada semana pasaba una multitud de gente que venían de fuera con coches y autobuses para la oración, y se llenaba la iglesia. Un sacerdote vecino se coló entre la multitud para ver lo que pasaba y asistió a la asamblea, al final yo hice una oración por los enfermos y terminé orando y cantando en lenguas, cuando el sacerdote salió de allí, salió diciendo: “El padre Emiliano sanó de la tuberculosis de los pulmones, pero enfermó de la cabeza . Entonces me dí cuenta que a los sacerdotes no se les puede convencer discutiendo, lo que les convence son los testimonios de vida que cambia a las personas, son los frutos de la renovación.

 

En América latina por ejemplo, vemos muchos obispos y sacerdotes que animan la renovación, tuvimos un retiro especial para obispos en Colombia, donde asistieron 119 obispos de América latina, y estuvieron toda una semana, cuando vieron exactamente lo que se vive en la renovación, dijeron: El año próximo queremos que nos den, un retiro de iniciación, un seminario de vida en el Espíritu para nosotros también, pedir esa efusión del Espíritu Santo, ese bautismo en el Espíritu Santo. Porque es una gracia actual para todos.

 

Es una gracia actual de renovación espiritual que vive la iglesia, y es para obispos, para sacerdotes, para religiosas, para seglares, es para todos los bautizados, una gracia actual en la cual el Espíritu Santo viene a renovar en nosotros las gracias sacramentales del bautismo, de la confirmación. Es una gracia actual a través de la cual el Espíritu Santo nos da un gusto nuevo por la oración, nos renueva en nuestra vocación de bautizados, por eso los obispos han pedido el bautismo en el Espíritu Santo, que es para todos, no es un sacramento nuevo, es una renovación de toda nuestra vida cristiana.

Nos reunimos una semana en el Vaticano los miembros del ICRO y tuvimos un encuentro con el Papa Juan Pablo II, el ICRO es el Consejo Internacional de la Renovación Carismática, y somos veinte los que lo formamos.

 

El Papa nos decía: Con ustedes le doy las gracias a Dios en este vigésimo quinto aniversario de la Renovación Carismática en la Iglesia Católica, y le doy las gracias por los muchos frutos que el Espíritu Santo ha producido en la Iglesia católica, a través de esta Renovación Carismática.

 

Nosotros también damos gracias a Dios por estos frutos abundantes que renuevan nuestra fe, nos da un gusto nuevo en la oración y multiplica los grupos de oración, miles y miles de grupos de oración en el mundo entero, donde muchos de los hombres de hoy habían descuidado su vida de oración y vuelven a descubrir la importancia de esta y el gran poder que tiene.

 

Estos frutos y carismas del Espíritu Santo nos ayudan a servir mejor a la Iglesia, a servir mejor la comunidad, a ser auténticos testigos de Jesús resucitado.

 

Termina el padre Tardif dando gracias a Dios con esta Oración: Señor te damos gracias por renovar en estos tiempos las maravillas del Pentecostés, por manifestar tu santidad entre las naciones, para que todos sepan que Tú eres Dios; gracias Jesús por el don de tu Espíritu Santo, que viene a renovar la Iglesia, que viene a renovar nuestra vida cristiana.

 

Virgen María tú eres la esposa de Espíritu Santo, ruega por nosotros pecadores para que seamos siempre fieles a la moción del Espíritu Santo en nuestra vida, para que no apaguemos el Espíritu en nuestros corazones; consíguenos Virgen Santísima la fuerza de vivir siempre en la luz, caminando como hijos de la luz, caminando en el Espíritu de Jesús. Amén.

Mi Testimonio
Padre Jordi Rivero fundador de corazones.org

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Era yo un joven estudiante de ingeniería cuando mi madre me invitó a un grupo de oración. La primera visita fue una gran sorpresa. Los cantos de alabanza, el gozo, los brazos elevados hacia el cielo y el entusiasmo por la Palabra de Dios. Era evidente que aquellas personas creían en un Dios vivo que se manifestaba entre ellos. Se oraba por los enfermos, con frecuencia se cantaba y rezaba en unas lenguas extrañas según el don de lenguas. Algunas personas dieron sus testimonios de curación o de favores recibidos. Otra experiencia nueva para mi fue escuchar palabras dichas en nombre de Dios: "Hijos míos les amo", "Hijos míos quiero un pueblo fiel y obediente". Sabía que eran mensajes bíblicos, pero todos los escuchaban conscientes que son mensajes dirigidos a nosotros ahora y le daban gracias a Dios.

 

Pregunté si eran católicos y sonriendo me dijeron "¡claro!". Yo no estaba muy convencido hasta que me demostraron que ese mismo año (1975) habían celebrado una gran conferencia en Roma y el Papa les había concedido celebrar la Santa Misa en el altar mayor de San Pedro presidida por el Cardenal Suenens. Aquella experiencia de Dios y de hermandad me atrajo y seguí participando semanalmente, como quien descubre un mundo nuevo. Mi experiencia con la renovación fue siempre católica. En ella creció mi amor a la Iglesia, María Santísima y al Papa.

 

Un día el líder del grupo nos invitó a un seminario de la vida en el Espíritu Santo para prepararnos a recibir el bautismo del Espíritu Santo. Nos explicaron que no se trata de un nuevo bautismo sacramental sino de una apertura del corazón para que las gracias de aquel bautismo se aviven en nosotros. Fui con gusto pero no podía yo imaginarme las consecuencias que tendría para mi vida. Antes del Bautismo en el Espíritu me confesé y cada día le pedía al Señor que me llenara de su Espíritu Santo. El día del bautismo en el Espíritu nos hablaron de Pentecostés y nos animaron a abrir el corazón a su venida. Yo hice la renuncia a Satanás y renové mi fe en el Credo. Puse mi vida en manos de Jesús. Le pedí a La Virgen que me ayudara a entregarme como ella, en ella, que se hiciera en mi la voluntad de Dios. "Haz lo que quieras". Recuerdo cuando me arrodillé ante el Padre Doyle y el oró sobre mí. Todos estaban alabando en lenguas. En ese momento experimente al Espíritu en mi corazón revelándome a Jesús: su amor por mi, su majestad y su humildad. ¿Cómo explicar? Pablo lo dice bien: "juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" Filipenses 3,8. Arrobado en esa experiencia sentí la certeza de que Jesús me llamaba al sacerdocio y así lo dije. Antes lo había pensado pero le ponía resistencia, pero esta se desvaneció y quedó una convicción profunda.

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Al día siguiente me sentí triste ante la vocación al sacerdocio. Otra vez me parecía que sería incapaz de tanta renuncia. Pensé que quizás fue una decisión demasiado emotiva por la experiencia. Fui a un sacerdote y me dijo lo mismo, aconsejándome terminar la carrera y entonces ver si seguía la vocación. Pero esa noche al orar recibí paz sobre la vocación y me di cuenta que esperar a terminar la carrera sería un error en mi caso. Recibí el pasaje «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.» Lucas 9,62. En ese momento salí al jardín de casa y vi una paloma blanca que se posaba sobre la rama del roble. La paloma estuvo en el jardín, casi siempre en la rama por una semana. Fue para mi una señal de confirmación que me llenó de gozo. Era el año 1976. Puedo decir que desde entonces jamás he tenido ni la mas pequeña duda de que Jesús me llamó al sacerdocio. Fui ordenado el 15 de mayo de 1982. Quiero expresar mi profunda felicidad y agradecimiento a Dios por haber llamado a este indigno siervo a ser su sacerdote para siempre.

Desde que experimenté la gracia de la Renovación Carismática la he vivido y compartido. El Espíritu Santo no ha dejado de ser un fuego en mi corazón que me mueve a estar consciente de su amor y desear corresponderle. Estoy profundamente agradecido al Señor.

Fuentes: Corazones.org / mercaba.org

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