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Santo Cristo de Esquipulas (Cristo Negro de Esquipulas)

Fiesta: 15 de enero

Allí donde late el corazón de América central, a 10 kilómetros de Honduras, y a 22 de la República de El Salvador, en el oriente de Guatemala, se levanta un hermoso y antiguo volcán ya apagado, con un nombre sonoro y decidor de tiempos antiguos: el Quetzaltepeque. El cerro del Quetzal, pájaro emblemático del alma guatemalteca.

Hace algo más de cuatrocientos años atrás, la población que hacía poco se había asentado a los pies de ese cerro, y que llevaba el mismo nombre, quiso tener una imagen del Crucificado, para poder venerar en ella el misterio de salvación realizado por Nuestro Señor Jesucristo. Y pidieron que se le tallara, en tamaño casi natural, un Cristo crucificado. Para poder pagar su costo, todo el pueblo realizó durante dos años un trabajo comunitario. Un terreno de la comunidad fue dedicado a la plantación de algodón y en él trabajaron todos. Con lo cosechado se pagó su costo al tallista de la capital. Y la comunidad tuvo su Cristo.

Andando el tiempo, ese gran crucifijo fue trasladado a la vecina ciudad de Esquipulas, donde quedaría custodiado en el santuario que es el corazón latiente de la religiosidad centroamericana. Lo que es Guadalupe, con su devoción a la Virgen morena de Juan Diego, lo es Esquipulas con su Cristo negro. Lo del color se debe a la madera en la que está tallado, y quizá también al tiempo acumulado en estos más de cuatrocientos años.

Son centenares de miles los peregrinos que acuden a besar la imagen y a abrazarse a sus pies, trayéndole sus cuitas, sus penas y su gratitud. Y estos miles se vuelven un millón y medio en la Semana Santa y en otras festividades. Son atendidos por una comunidad de monjes que día a día, celebran allí la liturgia y la Eucaristía. Y también reciben y alientan a los peregrinos de todo el mundo, pero en especial de México y América Central, escuchándolos en la Confesión de sus pecados, y bendiciéndolos en el Nombre de Cristo Crucificado, el Cristo Negro de Esquipulas.

Su imagen, unida a la de Guadalupe, viene recorriendo los caminos de nuestra Patria Grande, uniendo a nuestros pueblos que tienen una raíz americana común, una historia compartida y un destino de unidad aún por realizar. Los dos grandes amores de nuestro pueblo católico americano: La CRUZ DE CRISTO y LA MADRE DE JESÚS, han querido quedar plasmados en estas dos imágenes que recorren nuestra América de norte a sur.

El Cristo Negro de Esquipulas es una imagen de Jesús Crucificado venerada por millones de fieles de Centroamérica que se encuentra en la Basílica de Esquipulas en la ciudad del mismo nombre en Guatemala, distante a 222 km de la Ciudad de Guatemala. Ya desde el siglo XVII se le conoce como el "Milagroso Señor de Esquipulas".

Recibe peregrinos provenientes de Guatemala, El Salvador, Honduras, México y otros países. Es costumbre ingresar a pie hasta el templo, en parte por devoción y en parte porque la aglomeración no permite hacerlo de otra manera. Aquellos que piden por alguna intención en especial pueden hacer parte del recorrido de rodillas. Debido a la gran cantidad de inmigrantes de estos países en Estados Unidos y otros lugares esta fecha es ahora celebrada también en lugares como Los Ángeles, Nueva Jersey y Nueva York.

También existe una réplica del Cristo Negro en la ciudad de Moroleón, Guanajuato en México a la cual también veneran miles de devotos al Cristo, en ésta ciudad se le celebra haciendo un recorrido por la noche y con cientos de velas encendidas por los peregrinos que acompañan al Señor de Esquipulitas por las principales calles de la ciudad. Otras réplicas del mismo escultor se veneran en la ciudad de Juayúa, El Salvador, la cual es venerada con el mismo fervor que al de Esquipulas, y en Alajuelita, Costa Rica. En Nicaragua también se venera y celebra con gran concurrencia la imagen milagrosa del Cristo Negro en la ciudad de El Sauce, León.

Saliendo del ámbito centroamericano, en los andes venezolanos, específicamente en la aldea El Paramito ubicada en el Estado Mérida, el año de 1997 se edificó una capilla para venerar al Cristo Negro de Esquipulas. Desde su inauguración hasta la fecha esta devoción ha crecido y se ha multiplicado y vienen a venerarle peregrinos de todas partes de Venezuela.

Luego de la conquista de Esquipulas en el año 1530, los misioneros españoles iniciaron el trabajo de evangelización de los pueblos conquistados. En el año de 1594 cuando la religión católica había echado raíces, los locales aprovecharon una abundante cosecha de algodón y decidieron encargar una imagen de Jesús crucificado.

De esta cuenta, Don Cristóbal de Morales, contrató a escultor portugués Quirio Cataño quien en ese tiempo vivía en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala para que creara dicha imagen. El artista entregó el trabajo encomendado el 4 de octubre del mismo año. El contrato original por medio del cual se encargó la obra se conservó durante mucho tiempo en la Parroquia de Quezaltepeque, hasta que Fray Andrés de las Navas, Obispo de Guatemala ordenó que se hiciera una copia del mismo debido a su deterioro.

A continuación se incluye una copia del texto consignado en dicho contrato:

En la Ciudad de Santiago de Guatemala, a los veintinueve días del mes de agosto del año mil quinientos noventa y cuatro, Cristóbal de Morales, Provisor de este Obispado, concertó con Quirio Cataño, oficial de escultor, que haga para el Pueblo de Esquipulas un Crucifijo de vara y media, muy bien acabado y perfeccionado, que lo debe dar acabado el día de San Francisco, primero que viene, y se han de dar por él cien tostones de cuatro reales de plata cada uno; y para en cuenta de los dichos cien tostones confesó haber recibido adelantados cincuenta tostones de los cuales recibió realmente y él se obligó a cumplirlo, y para ello obligó su persona y bienes y lo firmó de su nombre y el dicho Provisor. – Cristóbal de Morales - Quirio Cataño.

Según la tradición oral, los habitantes de Esquipulas viajaron a la ciudad de Santiago de Guatemala para recoger la imagen en la fecha estimada y durante el viaje de regreso aquellos que la veían por el camino se quedaban admirados por su belleza y solicitaban que permaneciera con ellos al menos una noche, y de esta manera se originó la tradición del peregrinaje para venerar dicha imagen. Finalmente, la imagen llegó a Esquipulas el 9 de marzo de 1595.

Fuentes: Catholic.net / Mamerto Menapace, Monje de Los Toldos

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