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CALENDARIO LITÚRGICO

"Tiempo de Navidad"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Celebración y prolongación de la Encarnación

Celebramos el Tiempo de Navidad desde la víspera del 25 de diciembre hasta la fiesta del Bautismo del Señor, el domingo posterior a la Epifanía. El ciclo litúrgico llamado Tiempo de Navidad, abarca desde el 25 de diciembre, fiesta del Nacimiento del Salvador, hasta el fiesta del Bautismo del Señor. Su objeto es celebrar con transportes de gozo el Nacimiento del Señor, en Belén; su infancia y vida oculta, en Nazareth; y las primeras y solemnes manifestaciones del mismo a los hombres.

Por su objeto y extensión puede dividirse esta temporada, y, en la Liturgia, de hecho se divide, en dos períodos:

  • Período de Navidad, propiamente dicho, que abarca los días comprendidos entre esta fiesta y la de Epifanía; y

  • Período de Epifanía, que va hasta la fiesta del Bautismo del Señor.

El 1er. Período es una fiesta no interrumpida en torno a la cuna de Belén, donde la Iglesia contempla y celebra embelesada los encantos y grandezas del Divino Infante, y también las alegrías y excelencias de la Virgen Madre.

El 2° Período ensancha más el horizonte litúrgico y pone de relieve las manifestaciones del Hijo de Dios principalmente en el misterio de la Adoración de los Santos Reyes, en el de su Bautismo, y en su primer milagro, en las bodas de Caná.

 

Toda esta temporada es de alegría, pero no de una alegría desbordante y triunfal, como la de Pascua de Resurrección, sino reposada y sonriente, cual la que inundó a José y a María en la intimidad de la cuna de Belén. Por lo tanto Celebramos el Tiempo de Navidad desde la víspera del 25 de diciembre hasta la fiesta del Bautismo del Señor, el domingo posterior a la Epifanía.

Celebramos la venida del Señor y sus primeras manifestaciones: a los pastores, a los sabios de oriente, y la del bautismo en el Jordán. Y lo intentamos vivir siempre en espera de la manifestación definitiva al final de los tiempos. La Navidad es un sacramento por el cual la gracia del nacimiento del Hijo de Dios se hace presente y se nos comunica en la celebración de esta solemnidad. No se trata sólo de un recuerdo pedagógico del acontecimiento de Belén. Es actualización y nueva presencia del misterio salvador de Dios que se ha hecho de nuestra familia. De alguna manera nos hacemos contemporáneos del nacimiento de Cristo y de su manifestación.

Entre el ayer de Belén y el mañana de la Parusía está el hoy de cada Navidad, el Dios-con-nosotros que nos quiere comunicar su vida, su luz y su alegría. Navidad y Epifanía celebran el mismo misterio. La Navidad acentúa el nacimiento: Dios se ha hecho nuestro hermano. La Epifanía enfatiza la manifestación de su divinidad.

Fuente: ROMERO PÉREZ. Miguel, Misal para todos los domingos y fiestas del año 2012 Ed. Buena Prensa, (2012), p.387. 

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