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LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La comunión de los santos es la unión común que hay entre Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, y sus miembros, y de éstos entre sí. Los miembros de la Iglesia son los santos del cielo, las almas del purgatorio y los fieles de la tierra.

Comunión quiere decir "común unión"; y Comunión de los Santos quiere decir unión común con Jesucristo de todos los santos del cielo, de las almas del purgatorio y de los fieles que aún peregrinamos en la tierra. Es la unión de todos los santos con la Cabeza de la Iglesia, que es Jesucristo, y de todos los santos entre sí. Los del cielo interceden por los demás; los de la tierra honran a los del cielo y se encomiendan a su intercesión, también oran y ofrecen sufragios por los difuntos del purgatorio, y estos también interceden a favor nuestro.

¿Es posible ser un gran misionero sin salir jamás del convento? Santa Teresita del Niño Jesús fue honrada por los Papas como patrona de las Misiones, entretanto, nunca salió del Carmelo, lo que parece una contradicción. Sin embargo, si conocemos lo que es la comunión de los santos, veremos que este título fue, en verdad, un auténtico acto de justicia.

Decía esta santa en su autobiografía que deseaba ser al mismo tiempo apóstol, mártir, cruzado, sacerdote, catequista, religiosa de clausura, ayudar a los enfermos... quería ser todo por el beneficio de las almas. Estas ganas de hacer el bien a todos, no podría ser aplicada de forma natural, sino realizada por medios sobrenaturales. En determinado momento de su vida, instruida acerca de la doctrina de la comunión de los santos, comprendió que su papel en la Iglesia sería como el "corazón", que influencia a todos los miembros por el influjo sanguíneo del amor a Dios.

"Creo en la comunión de los santos"; es lo que rezamos todos los domingos en la Misa o al comenzar la recitación del rosario. La comunión de los santos es un dogma de Fe explicitado desde el primer siglo del cristianismo. Permite, por ejemplo, que ofrezcamos auxilios espirituales a los cristianos que están en otros países, a millares de kilómetros de distancia. La doctrina explica que los miembros de la Iglesia, por toda la tierra, aunque poco o nada conociéndose, sobre todo a la distancia, están unidos por un vínculo espiritual que transpone las distancias y hasta los tiempos. Por la comunión de los santos, estamos unidos de tal manera que nuestros actos e intenciones pueden influir en la fidelidad o la infidelidad de nuestros hermanos en la Fe en el presente, el pasado y el futuro.

Por la comunión de los santos, un acto de virtud, abnegación o generosidad, puede tornarse auxilio para un joven que se precipita en los caminos del pecado, así como un acto pecaminoso puede tener consecuencias en los miembros y, de cierta forma, en el cuerpo místico.

Todavía, la comunión de los santos no se aplica solamente a los cristianos de esta tierra, miembros de la Iglesia Militante, pues también forman parte de la Iglesia todos aquellos que ya están salvados en el paraíso, aquellos que constituyen la Iglesia Triunfante. Por la comunión de los santos, está explícita la ayuda que podemos recibir de aquellos que ya murieron y fueron salvados, y gozan de la gloria divina. Ellos pueden interceder por nosotros, pues de la misma forma que una persona que ama a Jesús y María quiere prestar los beneficios materiales y espirituales a sus hermanos en la Fe, también aquellas almas que están en el Cielo quieren ayudar a las personas en la tierra; están ansiosas de que pidamos su intercesión, para así, continuar en el Cielo ayudando a aquellos que peregrinan en la tierra.

Por esta razón, la Iglesia cree y confiesa esta relación con los cielos en la devoción e intercesión de los santos. Así, tenemos también nosotros la esperanza de, cuando estemos salvados, poder auxiliar a nuestros parientes y amigos en las sendas del bien y de la verdad. La raíz de la comunión de los santos está en que la virtud de la caridad "es bondadosa y no interesada" (Cf. 1Cor 13, 4-5). Ya los primeros cristianos disponían de todos los bienes espirituales y materiales, de "todo en común" (At 4,32). La comunión de los santos también tiene un aspecto material, por donde los cristianos deben estar dispuestos a ayudar al prójimo a través de los propios bienes materiales, colocándolos al servicio de los más necesitados.

Además, la comunión de los santos se aplica a aquellos que sufren los calores de las benditas llamas del purgatorio, pues estas almas esperan ser purificadas de sus faltas y entrar al convite eterno con Dios y María Santísima. Por la comunión de los santos podemos ayudarlas a purificarse con más presteza, y así unirse a los santos del Cielo.

¿Cuál es el mejor medio de beneficiar a las almas por la comunión de los santos?

La comunión de los santos es el medio más poderoso de apostolado. Por más que sintamos no tener dones para hacer el bien a las almas de nuestro prójimo, si vivimos una vida santa y de amor fervoroso a Dios, podemos prestar un valioso auxilio a los cristianos del mundo entero, pues por la práctica de la virtud se conserva el estado de gracia y el cumplimiento de los mandamientos divinos.

La práctica de la virtud nos aleja del pecado haciendo que no seamos motivo de retracción de la gracia divina para la Iglesia Universal, o para determinado conjunto de fieles, un país, una ciudad, un barrio, etc. Al contrario, la práctica de la virtud hace que seamos verdaderos "pararrayos" de la gracia de Dios, beneficiando así a toda la Iglesia Universal.

Entretanto, existe también un modo activo de auxiliar a nuestros hermanos en la Fe: la recepción de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía. De hecho, la comunión de los santos no es solamente la unión entre los santos, sino también, la comunión de las cosas santas. En latín, "communio sanctorum" tiene este doble sentido, "comunión de los santos" o "de las cosas santas". Por eso, la Liturgia, usando este juego de palabras latinas, enseña: "Sancta Sanctis", es decir, "las cosas santas a los santos".

De esta forma podemos ofrecer una oración a Dios, por las almas más tentadas en el mundo, por los cristianos que son perseguidos por causa de su Fe, para que sean más santos y fieles a la vocación que Dios les llamó, ofreciendo así nuestras súplicas por el Clero y el Papa.

Agrada también a Dios ofrecer un sacrificio, un sufrimiento corporal o moral, que estemos en la contingencia de soportar, o también una privación voluntaria de algún placer legítimo, como comer algo delicioso o descansar por un tiempo mayor. Todavía, existe también un acto más agradable, y más sublime: recibir la sagrada hostia. Ofrecer explicita y fervorosamente las intenciones de la comunión eucarística por los cristianos en el mundo, y por las almas del purgatorio, hace que usemos activamente este medio de caridad fraterna. La oración y los méritos adquiridos por nosotros en la Eucaristía pueden beneficiar al mundo entero, por causa, del "fondo común", de todos los méritos de los santos, de la Santísima Virgen y de la Pasión de Cristo en la Cruz. Este fondo común, que atrae las gracias de Dios, beneficia a todas las almas de la tierra y del purgatorio.

¿Cuál es el fundamento Bíblico para la creencia en la comunión de los santos?

Este dogma de Fe, que el católico reza en el credo, se fundamenta en uno de los más bellos trechos de San Pablo, donde el Apóstol compara la Iglesia al cuerpo humano: "Así como el cuerpo es un todo teniendo muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aunque muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. [...] El cuerpo no consiste en un solo miembro, sino en muchos. Si el pie dijese: Yo no soy la mano; por eso, no soy del cuerpo, ¿acaso dejaría el de ser del cuerpo? [...] Hay, pues, muchos miembros, pero un solo cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: no necesito de ti; ni la cabeza a los pies: No necesito de vosotros. Antes, al contrario, los miembros del cuerpo que parecen los más débiles, son los más necesarios [...] Si un miembro sufre, todos los miembros padecen con el; y si un miembro es glorificado, todos los otros se congratulan por el. Ahora, vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno, de su parte, es uno de sus miembros" (1 Cor 12, 12-27).

Desde el principio de la Iglesia los cristianos interpretan este pasaje de San Pablo en el sentido de la comunión de los santos. Por eso enseñan los Padres que la "Iglesia es la comunión de todos los santos", del Cielo, de la tierra y del purgatorio, de todos los rincones del planeta, de todas las lenguas y pueblos.

La comunión de los santos torna a la Iglesia Universal Católica. Quien vive compenetrado en este artículo de Fe, puede hacer maravillas en el orden de la gracia, convertir pueblos, auxiliar a los santos y a los cristianos perseguidos... La Fe en la comunión de los santos pone en las manos del católico el verdadero "timón de la historia".

 

Los que no están en gracia de Dios, ¿participan de la Comunión de los Santos?

Los que no están en gracia de Dios participan de la Comunión de los santos solamente en cuanto pueden alcanzar algunos beneficios del Señor y sobre todo, la gracia de la conversión.

LOS 3 ESTADOS DE LA IGLESIA

Los fieles que forman parte de la Iglesia se agrupan tradicionalmente en tres planos o tres estados, denominados como Iglesia militante, Iglesia purgante e Iglesia triunfante. La Constitución Lumen Gentium expone: "Hasta que el Señor venga revestido de majestad y acompañado de sus ángeles y, destruida la muerte, le sean sometidas todas las cosas, de sus discípulos, unos peregrinan en la tierra (Iglesia militante); otros, ya difuntos, se purifican (Iglesia purgante); otros, finalmente, gozan de la gloria (Iglesia triunfante), contemplando claramente a Dios mismo, Uno y Trino, tal como es" (n. 49).

Hay tres estados en la Iglesia:

1- La iglesia peregrina en la tierra, estos somos nosotros hasta el día de nuestra muerte.

2- La iglesia purgante (en el purgatorio), son los difuntos que aun no han ido al cielo. Por estos oramos el día de los difuntos, el 2 de noviembre.

3- la iglesia triunfante, ya glorificada en el cielo, estos son los santos que celebramos el 1 de Noviembre.

 

Comunicación en dos direcciones

La Comunión de los Santos se desarrolla, conforme a lo anterior, en dos direcciones: horizontal, que es la que se da entre los pertenecientes a cada uno de esos tres planos; y vertical que es la que se da entre fieles pertenecientes a planos distintos.

"Todos los fieles, en forma y grado diverso, vivimos unidos en una misma caridad para con Dios y para con el prójimo y cantamos idéntico himno de gloria a nuestro Dios. Pues todos los que son de Cristo por poseer su Espíritu, constituyen una misma Iglesia y mutuamente se unen a Él (cf Ef 4,16)" (Lumen gentium, 49).

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, citando L.G. #49: "Como todos los creyentes formamos un solo cuerpo, es decir, (los del cielo y los de la tierra), el bien de los unos se comunica a los otros... es, pues, necesario creer que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza... Así, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia".

"La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más, aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales".

 

¿Qué significa esta cita de Lumen Gentium?

1. Los santos interceden por nosotros:

Como ellos están más íntimamente unidos a Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio de Jesucristo, los méritos que adquirieron en la tierra a través de sus vidas de santidad, de virtud, de buenas obras y de sufrimiento. Su solicitud fraterna ayuda, pues nuestra debilidad. (LG #49)

2. La comunión de los santos:

No sólo veneramos el recuerdo de los del cielo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea forzada por la práctica del amor fraterno.

Dice San Bernardo Abad, en uno de sus sermones (oficio del día de todos los santos):

¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos o nuestros elogios, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo?

Los santos no necesitan de nuestros honores, mas sin embargo, la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro. Despierta en nosotros dos deseos:

1. El de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos con los bienaventurados, santos, patriarcas, mártires, apóstoles, confesores, las vírgenes, para resumir, asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos.

2. Que como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria.

3. La comunión con los difuntos:

"La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones -pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados - (2 Macabeos 12,45)" (LG 50).

Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.

 

Citas Bíblicas sobre la Comunión de los Santos:

"Así que tomad siete novillos y siete carneros, id donde mi siervo Job, y ofreced por vosotros un holocausto. Mi siervo Job intercederá por vosotros y, en atención a él, no os castigaré por no haber hablado con verdad de mí, como mi siervo Job." Job 42,8

 

"Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo conforme a la grandeza de tu bondad, como has soportado a este pueblo desde Egipto hasta aquí. Dijo Yahveh: «Le perdono, según tus palabras." Números 14,19

 

"El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes, Moisés intercedió por el pueblo." Números 21,7

 

"Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un gran pueblo. Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: "¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte?" Éxodo 32,10-11

 

"Dijo, pues, Yahveh: «El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo. Ea, voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al clamor que ha llegado hasta mí, y si no, he de saberlo... Abordóle Abraham y dijo: «¿Así que vas a borrar al justo con el malvado? Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos, y no perdonarás a aquel lugar por los cincuenta justos que hubiere dentro?" Génesis 18,20-21.23-24

 

"Tomó la palabra el ángel de Yahveh y dijo: «Oh Yahveh Sebaot, ¿hasta cuándo seguirás sin apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado desde hace setenta años? Yahveh respondió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras de consuelo." Zacarías 1,12-13

 

"Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino. Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala. Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos." San Juan 2,2-11

 

"Hermanos, orad también por nosotros." 1 Tesalonicenses 5,25

 

"Tomad, también, =el yelmo de la salvación= y la la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos." Efesios 6,18

 

"Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder." Santiago 5,16

 

"Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno." 1 Timoteo 2,1-6

 

"Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. Se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra? Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos." Apocalipsis 6,9-11

 

"Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos." Apocalipsis 5,8

 

"Otro Ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le dieron muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono. Y por mano del Ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos." Apocalipsis 8,3-4

 

"Pues los ojos del Señor miran a los justos y sus oídos escuchan su oración, pero el rostro del Señor contra los que obran el mal." 1 San Pedro 3,12

 

"Para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, {estás} en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste". San Juan 17, 21.

 

"No sois extranjeros ni forasteros, sino ciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…" Efesios 2, 19

 

"Doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra…" Efesios 3, 15

 

"Hagamos el bien, especialmente a los de la familia de fe". Gálatas 6, 10

 

"Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" 2 Macabeos 12, 46.

 

"Así como el cuerpo es un todo teniendo muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aunque muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. [...] El cuerpo no consiste en un solo miembro, sino en muchos. Si el pie dijese: Yo no soy la mano; por eso, no soy del cuerpo, ¿acaso dejaría el de ser del cuerpo? [...] Hay, pues, muchos miembros, pero un solo cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: no necesito de ti; ni la cabeza a los pies: No necesito de vosotros. Antes, al contrario, los miembros del cuerpo que parecen los más débiles, son los más necesarios [...] Si un miembro sufre, todos los miembros padecen con el; y si un miembro es glorificado, todos los otros se congratulan por el. Ahora, vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno, de su parte, es uno de sus miembros" (1 Cor 12, 12-27)

Resumen de La Comunión de los Santos en el Catecismo de la Iglesia Católica

960 La Iglesia es "comunión de los santos": esta expresión designa primeramente las "cosas santas" (sancta), y ante todo la Eucaristía, "que significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que forman un solo cuerpo en Cristo"(LG 3).

 

961 Este término designa también la comunión entre las "personas santas" (sancti) en Cristo que ha "muerto por todos", de modo que lo que cada uno hace o sufre en y por Cristo da fruto para todos.

 

962 "Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones" (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30).

CONCLUSIÓN:

"Creemos en la comunión de todos los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones" (SPF 30).

Fuentes: ACI Prensa / Catholic.net / Corazones.org / Vacunadefe.com / Notidiocesis.com *Monseñor Antonio Piolanti (1911-2001). Obispo, Rector de la Pontificia Universidad Lateranense (1957-1969); participante en la preparación del Sínodo Romano y del Concilio Vaticano II; postulador de la causa de beatificación y canonización del hoy beato Pío IX; autor de varios libros, entre ellos La Comunión de los Santos y la vida eterna.

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