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ORIGEN DE LA HORA SANTA CON JESÚS SACRAMENTADO

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Todos sabemos que cada jueves se realiza la Hora Santa en las diferentes parroquias, normalmente en las últimas horas del día, pero ¿sabes cómo surgió esta práctica? Ahora verás.

No fue una invención de los humanos, más bien, es una petición que el propio Jesús le hizo a Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690), a quien se le apareció varias veces. En una de estas apariciones, Él le dijo: “todas las noches del jueves al viernes te haré participar de la mortal tristeza que quise padecer en el Huerto de los Olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Y para acompañarme en aquella humilde plegaria, que entonces presenté a mi Padre, te postrarás con la faz en tierra, deseosa de aplacar la cólera divina y en demanda de perdón por los pecadores”.

A esto debemos de recordar que, aquella noche del primer Jueves Santo, Jesús pidió a sus discípulos que estuvieran despiertos en oración, pero, cuando volvió con ellos los encontró dormidos y les dijo: “¿no pudieron velar conmigo una hora? Velen y oren para que no caigan en tentación”. (San Mateo 26, 40-41)

En estos dos acontecimientos, podemos ver que Jesús nos ha pedido que cada noche de jueves le dediquemos una hora completa a orar, a meditar en aquella tristeza que Él sintió mientras oraba al Padre en el Monte de los Olivos, justo antes de que fuese arrestado.

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La hora santa es una practica de origen divino. Pío XI, exhortó al ejercicio de la Hora Santa como un “obligado y amoroso recuerdo de las amargas penas que el Corazón de Jesús quiso soportar para la salvación de los hombres”. En su carta encíclica señaló: “el Corazón de Jesús para reparar las culpas recomendó esto, especialmente grato para Él: que usasen las súplicas y preces durante una hora (que con verdad se llama Hora Santa), ejercicio de piedad no sólo aprobado, sino enriquecido con abundantes gracias espirituales”. En otra ocasión explicó que “su fin principalísimo es recordar a los fieles la pasión y muerte de Jesucristo, e impulsarles a la meditación y veneración del ardiente amor por el cual instituyó la Eucaristía (memorial de su pasión), para que purifiquen y expíen sus pecados y los de todos los hombres”. (21-III-1933).

¿En que consiste la Hora Santa?

Se trata por tanto de dedicar una hora a meditar los misterios cuando Cristo se sintió sólo y débil, como nosotros, y pide al Padre aparte el cáliz. Una hora para acompañarle, como el Ángel del huerto, en cuanto podemos, místicamente, junto al Sagrario. Es una hora para volcar en su Sagrado Corazón todos nuestros afanes y sufrimientos, y recibir su gracia para sobrellevarlos. Una hora en definitiva, para agradecer su sacrificio y aprender de Él.

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Se deduce de estas palabras que la Hora Santa es una de las prácticas de piedad más agradables al Corazón de Jesús. Tiene por fin consolarle de las ingratitudes de los hombres, reparar por los pecadores, obtener gracias particulares a los agonizantes, a las personas afligidas; en fin, excitarnos a una viva contrición de nuestras faltas.

 

La Hora Santa puede hacerse, ya sea delante del Santísimo Sacramento, ya trasportándose en espíritu al pie del Tabernáculo, pues no es solamente la agonía dolorosa de Getsemaní, la que es menester consolar, es también la agonía incesante del Dios de la Eucaristía: Él que sufrió la primera, continúa tolerando la segunda.

 

Para pasar devotamente la Hora Santa se desprende de las palabras de Nuestro Señor, que conviene meditar su dolorosa agonía, sus profundas humillaciones, su amor pagado con tanta ingratitud y deplorar nuestros pecados y todos los ultrajes hechos a la Majestad divina en el curso de los siglos.

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Fuentes: Parroquia El Espíritu Santo Guatemala / Servicio Católico Hispano 

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