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HISTORIA DEL SANTO ROSARIO

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Historia del Santo Rosario

Desde el principio de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los judíos. Mas tarde, en muchos de los monasterios se rezan los 150 salmos cada día. Los laicos devotos no podían rezar tanto pero querían según sus posibilidades imitar a los monjes. Ya en el siglo IX había en Irlanda la costumbre de hacer nudos en un cordel para contar, en vez de los salmos, las Ave Marías. Los misioneros de Irlanda mas tarde propagaron la costumbre en Europa y hubo varios desarrollos con el tiempo.

Santo Domingo de Guzmán

La Madre de Dios, en una aparición a Santo Domingo le enseño a rezar el rosario, en el año 1208. Le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe. Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albigense.

Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albigenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios. También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias.

Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También habían factores políticos envueltos. Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.

 

La Virgen pide a Santo Domingo le ayude a propagar la devoción

La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano.

 

Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito por que muchos albigenses volvieron a la fe católica. Lamentablemente la situación entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa llegase a la guerra.

Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.

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Las promesas de la Virgen María a los que recen devotamente el Santo Rosario

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen. El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.

 

Promesas de Nuestra Señora del Rosario, según los escritos del Beato Alano.

 

  1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

  2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

  3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.

  4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina.

  5. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.

  6. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.

  7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.

  8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.

  9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.

  10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.

  11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

  12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

  13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.

  14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

  15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.

 

 

La Virgen del Santo Rosario, ¡Auxilio de los Cristianos!

Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de extinción. Sabemos, por las promesas de Jesucristo, que eso no puede ocurrir pero, humanamente, no había solución para la amenaza del Islam. Los Musulmanes se proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo. Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y España. En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido, y muchos mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron completamente.

Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y Portugal pudieron librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de la Virgen de Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos, Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los moros de la península en el 1492. ¡La importancia de esta victoria es incalculable ya que en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se comienza a propagar en el nuevo continente!

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La Batalla de Lepanto

En tiempos de Santo Padre Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión era certera. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las dos flotas, la cristiana y la musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria entró en batalla contra un enemigo muy superior en número y buques de guerra.

Se jugaba el destino de la Europa cristiana. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos. Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el Papa salió de su capilla y, por inspiración, anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos. Semanas mas tarde llegó finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo de los cristianos a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.

Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.

 

 

El sitio de Viena

Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo siguiente, invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes territorios, sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez mas, las tropas enemigas eran muy superiores. Si conquistaban la ciudad, el resto de Europa caería rendida . El emperador depositó su confianza y rogó protección a Nuestra Señora del Rosario. Hubo una gran batalla y gran derramamiento de sangre y ya, cuando todo parecía perdido, el alivio llegó el día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre, de 1683, cuando el rey de Polonia, Jan Sobieski, llegó con al rescate al frente de un ejército cristiano, derrotando a finalmente a los turcos.

 

La batalla de Temevar

Los musulmanes sufrieron otra gran derrota a manos del Príncipe Eugenio de Saboya, comandante de los ejércitos cristianos, en Temesvar (en la Rumania moderna), el 5 de agosto de 1716, en aquel entonces era la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves. El Papa Clemente XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.

 

Excelencia del Santo Rosario

A lo largo de los siglos los Papas han fomentado la pía devoción del rezo del rosario y le han otorgado indulgencias. Dijo Nuestro Señor: "Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20). El rosario en familia es algo maravilloso. Es un modo práctico de fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al alcance de todos. Los Papas, especialmente los más recientes, han hecho gran énfasis sobre la importancia del rosario en familia. El Papa dominico, San Pío V (1566 - 1572) dio el encargo a su congregación de propagar el santo rosario. Desde entonces los Papas han sido grandes devotos del rosario y de su propagación.

 

Pontífices

S.S León XIII escribió doce encíclicas referentes al rosario. Insistió en el rezo del rosario en familia, consagró el mes de octubre al rosario e insertó el título de "Reina del Santísimo Rosario" en la Letanía de la Virgen. Por todo esto mereció el título de "El Papa del Rosario".

Todos los Papas del siglo XX han sido hijos devotísimos del Santo Rosario. Su Santidad San Juan Pablo II insistía en el rezo del Santo Rosario en familia, en grupos, en privado. Pide que se invite a todos a rezar, a no temer el compartir tan hermosa devoción, que es una catequesis de la fe. Nos alerta a que el mundo está en crisis y nuestras fuerzas humanas no bastan. La victoria, dice el Papa, vendrá nuevamente de la mano de la Virgen María. Es la victoria de Su Hijo Jesucristo, el Señor, Rey del Universo.

 

 

Recomendado por la Virgen en varias de sus apariciones más importantes

La importancia del rosario como medio eficaz de los creyentes ha sido confirmado no solo por los pontífices, sino por Nuestra Madre misma, la Virgen María. Es la oración de los sencillos y de los grandes, está al alcance de todos, en todo tiempo y lugar. El rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial.

En Lourdes, la Virgen llevaba un rosario en la mano cuando se le apareció a Santa Bernardita. Y también llevaba un rosario cuando se les apareció a los tres pastorcitos de Fátima. Y fue en Fátima donde ella misma se reveló a los niños su título: "Nuestra Señora del Rosario".

 

Nuestra Señora del Rosario “Reina, Madre y Patrona de Guatemala”

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Reina, Madre y Patrona de Guatemala, su festividad se celebra el 7 de octubre. La devoción a María bajo la advocación de la Virgen del Rosario, se remonta al medioevo y cobra fuerza durante el Renacimiento. En Guatemala, con el establecimiento de los dominicos en Ciudad Vieja, Almolonga, se empezó a difundir la tradición del rezo del Rosario. La primera cofradía del Rosario fue fundada en 1559. Francisco Marroquín, primer obispo consagrado de América, exhortó al pueblo de Santiago, hoy Antigua Guatemala, a «que sería conveniente se erigiese en la iglesia de Santo Domingo la Confraternidad del Rosario, como había en muchos conventos de la Orden, para que ahí se extendiese tan santa devoción».

La fiesta del Santo Rosario a nivel mundial tiene su origen en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Según los Papas San Pío V y Gregorio XIII, la ayuda de "Nuestra Señora" y la revelación de que mediante el Rosario se ganaría la batalla, fueron la chispa para instituirla fiesta. Siglos atrás, Santo Domingo de Guzmán y la Orden de Predicadores habían difundido la devoción en España, Portugal e Italia.

Fray Lope de Montoya, predicador dominico en Guatemala, mandó esculpir en madera y plata la imagen de la Virgen del Rosario, terminada en diciembre de 1592. No se conoce el nombre del escultor guatemalteco que esculpió tan maravillosa imagen. Según Antonio de Remesal, «era el mejor que existía en su tiempo en Indias, 1619». Su forma original no puede ser apreciada, pues la imagen se presenta a los fieles revestida de elaboradas vestiduras y adornos.

Antonio de Fuentes y Guzmán escribiría más tarde: «Tiene dos varas de alto y lleva en sus brazos un niño, como de un mes, dormido, de movimiento tan natural, tan vivo y halagüeño...», también lleva un gran rosario en la mano derecha. La tradición popular dice que la Virgen María salió a recorrer América y el Niño se durmió al llegar a Guatemala, por eso se quedó en la imagen así. La imagen es producto de la orfebrería colonial. Es típicamente barroca y representa a María reina del cielo y tierra, con manto y corona imperial, y con el cetro en sus manos. Completa el cuadro la luna bajo sus pies, símbolo de pureza inmaculada. La Virgen tiene un hermoso rostro que, según cuentan sus devotos, cambia su color rosado encendido a otro mucho más pálido cuando surge algún conflicto o se aproxima alguna desgracia para la nación.

Fue declarada patrona de Santiago, hoy Antigua Guatemala, en 1651 con ocasión de los temblores que azotaron la ciudad. Luego, en 1717 y 1773, la imagen fue restaurada, debido a los daños ocasionados por los terremotos de Santa Marta.

El 1 de enero de 1776, con la instalación de los dominicos en la Nueva Guatemala, hoy la capital del país, la imagen fue trasladada al templo de Santo Domingo en la ciudad de Guatemala, donde se encuentra actualmente. Este templo que fue bendito en 1808, es de estilo neoclásico, aunque con reminiscencias barrocas. Los caudillos de la independencia la escogieron en 1821 como Patrona, cuando reunidos en los claustros de Belén, bajo las órdenes de Juan de la Concepción, determinaron liberar al país.

Durante el tiempo de la colonia su cofradía fue una de las más grandes de todo el territorio. La Virgen del Rosario fue solemnemente declarada "Reina de Guatemala" en 1833 y coronada canónicamente por monseñor Luis Durou y Sure el 28 de enero de 1934. La gran ceremonia tuvo lugar en la plaza principal, al frente de la fachada de la Catedral, por autorización del Papa Pío XI. La coronación de la imagen debió hacerse al aire libre pues no se halló ningún templo lo suficientemente grande para albergar a la multitud. La corona que el Arzobispo le colocó sobre la cabeza de la bendita imagen, es una valiosa obra de orfebrería que manifiesta la devoción y el entusiasmo popular de los guatemaltecos.

Los artistas que la confeccionaron utilizaron entre otras piedras preciosas, 121 esmeraldas, 44 brillantes, 80 perlas y una rosa de oro. En 1992, a 400 años de que la imagen fuera terminada, fue nombrada Alcaldesa Perpetua de la Ciudad de Guatemala.

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¿Cómo se reza el Santo Rosario?

1.- Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

2.- Rezar el Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

3.- Rezar tres avemarías y un Gloria.

4.- En función del día de la semana, elegimos los misterios a meditar, según lo que se indica más abajo. Tras enunciar el primer misterio, se reza un padrenuestro.

Misterios Gozosos (Lunes y Sábados)

La Encarnación del Hijo de Dios. (Lucas 1, 30-32, 38) La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel. (Lucas 1, 39-43) El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén. (Lucas 2, 6-11) La Purificación de Nuestra Señora y Presentación del Niño Jesús. (Lc 2, 22-25, 34-35) El Niño perdido y hallado en el Templo. (Lc 2, 41-47)

Misterios Dolorosos (Martes y Viernes)

La Oración de Jesús en el Huerto de los olivos. (Lc 22, 39-46) La Flagelación del Señor. (Jn 18, 33, 19;1) La Coronación de espinas. (Mt 27, 29-30) La Cruz a cuestas camino del Calvario. (Mt, 27, 31; Jn 19, 17; Mc 15, 21) crucifixión y muerte de Jesús en la Cruz. (Lc 23, 33-34, 44-46; Jn 19, 33-35)

Misterios Gloriosos (Miércoles y Domingos)

La Resurrección del Señor. (Mt 28, 5-6) La Ascensión del Señor. (Lc 24, 50-51; Mc 16, 20) La Venida del Espíritu Santo. (Hch 1, 14; 2, 1-4) La Asunción de Nuestra Señora. (Cantares 2, 10-11, 14; Sal 45, 11-12, 14) La Coronación de María Santísima. (Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1)

Misterios Luminosos (Jueves)

El Bautismo en el Jordán. (Mt 3, 13, 16-17) La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná. (Jn 2,1-5) El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. (Mc 1, 15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48) La Transfiguración del Señor en el monte Tabor. (Mt 17, 1-3, 5) La institución de la Sagrada Eucaristía. (Jn, 13, 1; Mt 26, 26-29)

5.- Se rezan 10 avemarías, un gloria y a continuación la Jaculatoria: María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

6.- Se enuncia el segundo misterio y se reza un padrenuestro.

7.- Se rezan 10 avemarías, un Gloria y la Jaculatoria: María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

8.- Se enuncia el tercer misterio y se reza un padrenuestro.

9.- Se rezan 10 avemarías, un Gloria y la Jaculatoria: María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

10.- Se enuncia el cuarto misterio y se reza un padrenuestro.

11.- Se rezan 10 avemarías, un Gloria y la Jaculatoria: María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

12.- Se enuncia el quinto misterio y se reza un padrenuestro.

13.- Se rezan 10 avemarías, un Gloria y la Jaculatoria: María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

14.- Se reza un padrenuestro y estas tres avemarías:

Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

15.- Finalmente, se reza la Letanía de la Santísima Virgen María:

Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad

Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos

Dios, Padre celestial

Dios, Hijo Redentor del mundo

Dios, Espíritu Santo

Trinidad santa, un solo Dios

Santa María

Santa Madre de Dios

Santa Virgen de las Vírgenes

Madre de Cristo

Madre de la Iglesia

Madre de la Divina Gracia

Madre purísima

Madre castísima

Madre y Virgen Madre sin mancha

Madre inmaculada

Madre amable

Madre admirable

Madre del buen consejo

Madre del Creador

Madre del Salvador

Virgen prudentísima

Virgen digna de veneración

Virgen poderosa

Virgen acogedora

Virgen fiel Ideal de santidad

Trono de sabiduría

Causa de nuestra alegría

Templo del Espíritu Santo

Obra maestra de la gracia

Modelo de entrega a Dios

Rosa escogida

Fuerte como la torre de David

Hermosa como torre de marfil

Casa de oro

Arca de la Nueva Alianza

Puerta del cielo

Estrella de la mañana

Salud de los enfermos

Refugio de los pecadores

Consoladora de los tristes

Auxilio de los cristianos

Reina de los Ángeles

Reina de los Patriarcas

Reina de los Profetas

Reina de los Apóstoles

Reina de los Mártires

Reina de los confesores de la fe

Reina de las Vírgenes

Reina de todos los Santos

Reina concebida sin pecado original

Reina llevada al cielo

Reina del Santo Rosario

Reina de la Familia

Reina de la paz

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Fuentes: Catholic.net / Corazones.org / Webcatolicodejavier.org

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