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LOS 7 PECADOS CAPITALES

"La Gula"

Etim.: latín glutire, devorar. Uno de los siete pecados capitales. La gula es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. Este deseo puede ser pecaminoso de varias formas:

  1. Comer o beber muy en exceso de lo que el cuerpo necesita.

  2. Cortejar el gusto por cierta clase de comida a sabiendas que va en detrimento de la salud.

  3. Consentir el apetito por comidas o bebidas costosas, especialmente cuando una dieta lujosa está fuera del alcance económico

  4. Comer o beber vorazmente dándole mas atención a la comida que a los que nos acompañan.

  5. Consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de perder control total de la razón. La intoxicación injustificada que termina en una completa pérdida de la razón es un pecado mortal.

Gula es la excesiva indulgencia en la comida y la bebida. La deformidad moral discernible en este vicio se encuentra en su desafío al orden postulado por la razón, que prescribe la necesidad como la medida de indulgencia en el comer y beber. Este desorden, según la enseñanza del Doctor Angélico, puede ocurrir en cinco formas que se establecen en el verso escolástico: "Prae-propere, laute, nimis, ardenter, studiose", o, de acuerdo a la adecuada traducción del Padre José Rickaby: demasiado pronto, demasiado caro, demasiado, con demasiada avidez, demasiado exquisito. Es evidente que alguien que usa la comida o bebida de tal manera que daña su salud o pone en peligro el equipo mental necesario para el desempeño de sus deberes, es culpable del pecado de la gula.

Es indiscutible que comer o beber por el mero placer de la experiencia, y para ello exclusivamente, es asimismo cometer el pecado de la gula. Tal temperamento del alma es equivalentemente al cierre directo y positivo de esa referencia a nuestro fin último que se debe encontrar, al menos implícitamente, en todas nuestras acciones. Al mismo tiempo hay que señalar que no existe una obligación de tener formal y explícitamente ante la mente un motivo que refiera de inmediato nuestras acciones a Dios. Es suficiente que tal intención deba estar implícita en la aprehensión de la cosa como lícito con la consiguiente sumisión virtual a Dios Todopoderoso.

La gula es, en general, un pecado venial en la medida en que se presenta como una indulgencia indebida en una cosa que en sí no es ni buena ni mala. Por supuesto, es obvio que una estimación diferente tendría que darse de alguien tan apegado a los placeres de la mesa como para absolutamente y sin reservas vivir sólo para comer y beber, tan inclinado como para ser del número de los descritos por el apóstol San Pablo, La gula es, en general, un pecado venial en la medida en que se presenta como una indulgencia indebida en una cosa que en sí no es ni buena ni mala. Por supuesto, es obvio que una estimación diferente tendría que darse de alguien tan apegado a los placeres de la mesa como para absolutamente y sin reservas vivir sólo para comer y beber, tan inclinado como para ser del número de los descritos por el apóstol San Pablo, "cuyo dios es su vientre" (Filipenses. 3,19). Tal persona sería culpable de pecado mortal. Asimismo una persona que, por los excesos en el comer y beber, ha perjudicado tanto su salud, o se ha incapacitado a sí misma para los deberes para cuya realización tiene una obligación grave, sería justamente imputable de pecado mortal.

San Juan de la Cruz, en su obra "La Noche Oscura del Alma" (I, VI), analiza lo que él llama la gula espiritual. Él explica que es la disposición de aquellos que, en la oración y otros actos de la religión, van siempre en busca de dulzura sensible; son aquellos que "sienten y gustan de Dios, como si fuera palpable y accesible para ellos, no sólo en la Eucaristía, sino en todos sus demás actos de devoción". Él declara que ésta es una imperfección muy grande y la cual produce grandes males.

Es un pecado frecuente, en quienes emprenden el encomiable proceso de purificación del cuerpo y del alma. La gula es el apetito desordenado de comer y beber por gusto y en exceso. Se extralimitan y abandonan la caridad, pues quitan a los necesitados una ración. La glotonería es ingerir en exceso y con avidez. Se toman los alimentos, no de acuerdo a la necesidad sino al gusto, dejando para sí los manjares exquisitos.

La gula produce daños psíquicos y físicos como la bulimia y la anorexia. Si el consumo exorbitante de comestibles no se frena, surgen los festines gastronómicos similares a las orgías de sexo, licor y drogas. Para esclarecer la anterior aseveración, recordemos las famosas comilonas de los gobernantes del imperio romano que construyeron gigantescos vomitaderos, para vaciar sus intoxicados organismos. Después de atiborrarse en forma asquerosa con abundantes manjares exóticos, regurgitaban lo devorado, excitándose la garganta para luego continuar con su repugnante festín.

El prisionero de la gula espera ansioso la invitación a un convite, para presentarse de primero. Su desequilibrada mente, sólo piensa en el momento del banquete y en saber cual será el menú que engullirá. Después afloran las enfermedades, por el desorden alimentario y por no haber mortificado el apetito desaforado. El organismo se deteriora paulatinamente y ocurre la muerte. Quien se deleita en la glotonería, es un obeso reiterado. Su cuantiosa adiposidad le sube los niveles de colesterol, triglicéridos, ácido úrico y es posible que sufra un colapso cardíaco. Estos accidentes aparecen, por el consumo abusivo de grasas perjudiciales.

Satanás disminuye o elimina la voluntad para frenar las nocivas inclinaciones golosas y es poco o nulo el control para calmar las ansias de comer. La gula es una adicción, porque la dependencia a la comida mantiene en vilo la estabilidad emocional de quienes la sufren. El aumento de peso los atormenta, sobre todo cuando notan sus cuerpos desfigurados por la grasa, o al enfermarse.

Mucho se teoriza sobre la exagerada avidez por la comida, la bebida y el tabaco. Algunos científicos dicen que se debe a problemas genéticos, a fallas en la alimentación desde la niñez, a enfermedades en el crecimiento físico o a influencias del medio social. Cualquiera sea la razón, hay en el mundo un indeterminado número de comelones, bebedores y fumadores compulsivos, que arriesgan sus vidas con estos vicios. Lo primordial, es convencerse del pecado mortal generado por la ingestión de enormes raciones, sin compadecerse del hambre de los pobres, ni de las malas secuelas físicas que se derivan de esos hábitos. Carlos Carreto en “Cartas del desierto” recomienda: “Comer poco, velar y orar con humilde insistencia, hacen de la casa del alma una morada silenciosa, pacificada”. Los que ayunan con frecuencia o comen poco, adquieren una buena espiritualidad.

La propagación de la gula hizo florecer y consolidar, la formidable industria de fármacos que en apariencia ayudan a la disminución del volumen corporal. Se sugieren programas gimnásticos costosos, con instrumentos flamantes para hacer ejercicios y masajes. Algunos son dañados física y económicamente, por los comerciantes sin escrúpulos que se aprovechan de las pesadumbres de un obeso que quiere recuperar su anterior figura. Estudiosos de la dieta, psicólogos, psiquiatras, endocrinólogos, brujos y hechiceros, se benefician de los gordos que quieren curar su enfermedad.

Hay colectividades espirituales que ayudan a los desesperados por la gula. La institución internacional: “Alcohólicos Anónimos”, cada día intensifica por doquier su obra bienhechora. Por medio de un maltratado alcohólico, Dios fundó esa institución que contribuye a reformar a los enfermos compulsivos, adictos al licor y a otros vicios que trastornan la personalidad. Los vaivenes de este mundo hedonista, apóstata y contaminado por distintos agentes infernales, en ocasiones vence la voluntad para enfrentar el pecado.

Entre esas perturbaciones están los medios de comunicación que ofrecen diversos productos con los que se despierta el apetito voraz. La publicidad incita el consumo de la motejada comida chatarra: Emparedados, hamburguesas, perros calientes, comidas embolsadas, diversos enlatados y refrescos, jugos y néctares de todo tipo. Estas cosas son devoradas en cantidades voluminosas, preferentemente en horas que no son las de la dieta diaria. A lo anterior, se suma la promoción para consumir bebidas alcohólicas y tabacos.

Algunos habituales bebedores de licor, cuando se les quiere ayudar para que dejen ese hábito, argumentan que Dios no está contra ese vicio, pues Jesucristo hizo el milagro del vino en las bodas de Caná de Galilea y en la Última Cena. Un resabio que lesiona la personalidad y enferma el cuerpo, no debe escudarse en el significado que tiene en la Santa Misa una pequeña porción de vino mezclada con agua, para representar la Sangre de nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena, acompañado de sus discípulos. Tampoco se deben confundir las pocas ocasiones en que aparece el vino en el Evangelio, con las profusas orgías de licor, tabaco y sexo que realizan los alejados de Dios. Es infernal refugiarse en los hechos bíblicos, para defender los excesos mundanos, donde reina la inmoralidad.

La gula del licor trae efectos lastimeros para quienes lo consumen con insistencia. Las desgracias provocadas por el alcoholismo, arrastran a pobres y ricos. Millones de profesionales abandonan sus carreras, los obreros pierden sus empleos y los hogares padecen los estragos de este mal. Mientras la ciencia avanza en los estudios sobre los trastornos causados por su ingestión y se revela lo terrible para el organismo y el entorno familiar y profesional, su consumición crece cada día, así como también las industrias que fabrican ese brebaje de la muerte y la propaganda que insinúa su deglución.

La producción de bebidas embriagantes, es catalogada como un progreso industrial que suscita bienestar en el mundo, pues muchas personas y sus familias obtienen su sostén económico de la fabricación del licor. ¿Por qué?: Hay quienes siembran la tierra para conseguir los frutos empleados en la elaboración de las bebidas, los que recogen la cosecha, la transportan a las fábricas, la hacen brebaje que envasan en botellas de vidrio a las que le colocan corchos o tapas, etiquetas o estampillas, las meten en cajas de cartón o madera que transportan en camiones para ser exportadas en barcos o aviones, las descargan en los aeropuertos y puertos marítimos del mundo, las vuelvan a cargar en camiones para trasladarlas a los sitios de consumo; hay casas comerciales y vendedores especializados que las ofrecen a los expendedores de licores y finalmente hay mesoneros que las sirven en los sitios acondicionados para su venta. Es todo un imperio integrado por fábricas que trabajan en la manufactura de algo que ha traído la muerte a millones de personas.

En el disparatado camino a la destrucción física y moral, los fabricantes y expendedores de licores, dueños de bares, discotecas, tascas y demás lenocinios, carecen de sensibilidad humana, no les importa el daño que hacen y sólo ambicionan el lucro que les da su repulsivo negocio. La descomunal absorción de bebidas embriagantes, es una de las principales causas de los accidentes de tránsito en el mundo y causa la muerte o heridas graves a quienes los sufren. También los atracos, riñas y demás actos violentos, son motivados por la perdida del buen juicio, de quienes están enviciados a la libación del licor. Casi igual ocurre con la industria tabacalera. Si se hace una analogía de su producción con la del licor, casi no hay diferencia en lo relacionado con su fabricación.

El tabaco ocasiona diversas enfermedades y al igual que el alcohol, son múltiples los informes científicos que revelan el deterioro gradual de la salud, por el exagerado consumo de cigarrillos y puros. Son asombrosas las estadísticas anuales de muertes causadas por este terrible hábito, debido a los carcinomas pulmonares, de garganta, de esófago, de laringe, de la boca y los infartos. Los que se salvan porque dejan de fumar, quedan lesionados en el sistema respiratorio y otras partes del organismo. Su recuperación es paulatina. La industria del tabaco, da inmensos dividendos. La venta de miles de millones de cigarrillos, consigue miles de millones de dólares en ganancias. Al igual que el licor, los dueños de estas industrias y sus distribuidores, carecen del más exiguo respeto a la vida. Sus propietarios deberían sacar las cuentas, no sólo de la gran fortuna acumulada a costa de los bebedores y fumadores, sino del número de muertos que han causado. El resultado, es terrorífico.

La profusión de licor y cigarrillos, como se ha afirmado, ataca a las personas sin distingo de raza, credo o religión y conlleva a la depauperación de la economía familiar. Los descarriados sustraen dinero de su presupuesto, para gastarlo en esos degradantes vicios. En las familias de menores ingresos, esto trae pobreza. Los resultados malignos del licor y del tabaco, tienen similitud con los de las denominadas drogas prohibidas: Marihuana, cocaína y otras. Estudios realizados demostraron que a mediano y largo plazo, el consumo de esas bazofias, acarreará a la muerte.

Proverbios 23, 20 y 21: “No estés con bebedores de vino, ni con los comedores de carne; porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos”.

Eclesiástico 31, 12 al 30: Eclesiástico 31, 12 al 30: “Ya estás sentado en la mesa del banquete, no trates de tomar todo, así no tropezarás con tu vecino en el plato... Come en forma educada todo lo que te sirvan y no seas glotón para que no te desprecien... No seas insaciable y así no tendrás tropiezos... Insomnio, vómitos y cólicos le esperan a un hombre glotón... Con el vino no te hagas el valiente, pues muchos se han perdido por él... Dolor de cabeza, amargura y vergüenza, es el vino si bebes en exceso para después tambalear. La embriaguez enfurece al insensato, hasta llevarlo a los disparates. Le quita las fuerzas y es causa de heridas”.

Romanos 14, 17 y 18; 20 al 23: “El Reino de Dios no es cuestión de comida o bebida; es ante todo, justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. Quien de esta forma sirve a Cristo, agrada a Dios y también es apreciado por los hombres... No vayas a destruir por cuestión de alimentos la obra de Dios. Todos los alimentos son puros, pero es cosa mala escandalizar a otro con lo que uno come. Es bueno abstenerse de carne, de vino y de todo aquello que pueda hacer tropezar a tu hermano... Quien come a pesar de sus dudas se condena, porque no obra de acuerdo con lo que cree; y todo lo que no hacemos de acuerdo a lo que creemos, es pecado”.

Efesios 5, 18: “No os emborrachéis: El vino lleva al libertinaje; más bien llenaos del Espíritu Santo”.

El sabor de las victorias religiosas, atrae la gula y muere la adoración a lo sagrado, pues se exceden los procedimientos para conquistar la magnanimidad cristiana. Cuando se aspira un nivel de vida acorde con la voluntad de Dios, hay desespero por tenerla y se emplean métodos inconvenientes que alteran la travesía hacia la madurez espiritual. Hay quienes hacen penitencia exorbitante, para mortificar de una sola vez el asalto de los sentidos. Gastan tiempo ayunando en demasía y algunos maltratan el organismo, cuando no perciben ningún progreso. Dios no dio a todos la misma capacidad para las mortificaciones que ayudan a limpiar el alma. Hay quienes hacen sacrificios para imitar a otros o porque creen que con ellos se perfeccionarán. Estas rutinas crueles molestan a Dios, pues en ellas no hay deseo ferviente de conversión.

La gula azuza la oferta de promesas, para atrapar minucias. Hacen largas caminatas, avanzan arrodillados por largos trayectos, se trasnochan en prolongadas vigilias, invocan Santos a quienes ofrecen cualquier enmienda. Aunque todo eso, efectuado con ánimo de conversión y de culto al Señor es bueno, deben ajustarse a las capacidades físicas y espirituales y no para consentir vanidades. Dice Jesucristo: “Tu cuando reses entra en tu pieza, cierra la puerta y reza a tu Padre que comparte tus secretos, y tu Padre que ve los secretos, te premiará. Al orar no multipliques las palabras como hacen los paganos, que piensan que por mucho hablar serán atendidos. Vosotros no recéis de ese modo, porque antes que pidáis, el Padre sabe lo que necesitáis”.

La gula se combate con templanza o lo que es lo mismo: mesura o moderación.

Virtud para vencer la Soberbia: La Templanza

Hace que frenemos las pasiones bajas. Moderación en el comer y en el beber. Vence al pecado capital de gula. La templanza es el equilibrio en el uso de los placeres sensibles. Nos ayuda a no dejarnos llevar por la fatal atracción del abuso.

La templanza da lugar al aprecio de nuestra propia dignidad. El amor a los nuestros es también una fuerte motivación para liberarse de una obsesión. El amor a Dios y el querer vivir haciendo su voluntad es, para los creyentes, una fuerza poderosa que ayuda a salir de ese infierno que son todas las adicciones.

El ayuno y la abstinencia que se nos piden a los católicos en la Cuaresma son un medio de practicar la templanza y de demostrar que para nosotros el comer y el beber no es lo más importante. Un hogar en el que hay sobriedad es la mejor forma de evitar que los hijos caigan en el alcoholismo o la drogadicción.

La templanza es la virtud que regula en el hombre, la búsqueda del placer y el uso de los bienes creados. Dios ama muchísimo a los hombres y ha creado TODAS LAS COSAS para que las utilicen para su bien. Por ejemplo ha creado las plantas para que el hombre pueda comer, sacar medicinas y otros productos; Dios ha creado los animales para que le ayuden al hombre en su trabajo y le den alimento; Dios ha creado el agua para calmar su sed... Dios quiso también que el hombre tuviera placer, es decir que disfrutara, que sintiera bonito al usar de todo esto que El había creado. Sin embargo, el uso de los bienes y la atracción al placer debe hacerse con medida, no con exceso. La templanza es lo que te ayuda a ser medido, equilibrado.

Templanza en el comer

Dios creó al hombre con la necesidad de comer para poder vivir, poder crecer, para tener energía. Y fíjate qué Padre tan amoroso es, que además quiso que sintiéramos placer en esto. Para ello nos dio el sentido del gusto, por el cual podemos saborear la comida. Adquiere la costumbre en tu casa de DAR GRACIAS A DIOS POR LOS ALIMENTOS que te permite poner en tu mesa. Alguien de la familia puede recitar antes de comer una oración como ésta: “Señor: te damos gracias por estos alimentos , que dados por tu bondad vamos a tomar. Amén”.

Sin embargo, debes ser moderado en el comer: evitar comer y comer y comer sin medida, tratar de comer sencillo. Es pecado de GULA el abusar de la comida. Puedes dar un valor grande a este acto tan sencillo como es el de comer. Puedes ofrecer un sacrificio a Dios, cuando te sirven algo que no te gusta y te lo comes, o por el contrario, cuando es algo que te agrada muchísimo y te aguantas de comer en gran cantidad. Imagínate cómo se sentarían a la mesa San José, La Virgen y el Niño Jesús. Trata de que tu familia se parezca a ésta.

Templanza en el beber

El hombre ha hecho algunas bebidas como el pulque, el mezcal, la cerveza, el ron, el tequila, el vino... que tienen alcohol. Estas bebidas saben bien; el problema es que cuando las tomas en exceso te EMBORRACHAS. Una persona borracha no tiene control sobre si mismo y puede pensar, decir y hacer cosas peligrosas, malas, que lo hieran a él y a los demás, y que lo induzcan al pecado.

Y lo peor es que si bebes seguido, se te hace un VICIO, y después no puedes estar sin el alcohol. ¡Cuántos ridículos, cuántos accidentes, cuántos hijos golpeados y familias destruidas, cuántas tonterías dichas y hechas; y todo por unas copitas de más!

¿Ves qué riesgo tan grande es beber alcohol? Si te da por tomar, piensa: ¿Qué vale más mi persona, mi familia, el ejemplo que doy a mis hijos? ¿o el beber y estar un rato borracho? La embriaguez voluntaria, que lleva a la pérdida total de los sentidos, es decir, pegarse una buena borrachera o drogarse , es PECADO MORTAL porque se atenta contra el propio cuerpo.

Templanza en el descanso

Dios Nuestro Señor quiere que trabajemos y descansemos. Lo malo es que hay unos que descansan demasiado. Está bien descansar, dormir lo necesario y lo conveniente, como es natural, para que nuestro cuerpo se relaje y tome fuerzas; pero está mal el ser un “flojo” que no hace nada, que se la pasa sentado o dormido... El que es un vago cae en el pecado de PEREZA.

Reflexiona ¡cuantas cosas buenas puede hacer una persona para ocuparse! Cultivar la tierra, tener un trabajo, aprender a leer, visitar a un enfermo, enseñar el evangelio a sus hijos... Dios te ha dado EL TIEMPO para que lo aproveches y cuando te llame, te preguntará : ¿En qué usaste el tiempo que Yo te di?

Templanza en el gastar

La templanza nos enseña también que debemos ser medidos en lo que gastamos, debemos ser ordenados y no gastar más de lo que realmente debemos.

Verás lo que le pasó a Don Anselmo:

Don Anselmo tiene una hija que va a cumplir 15 años. El deseaba festejarla, pero no tenía dinero porque la cosecha había salido mal. A pesar de esto, decidió vender la vaca de la cual sacaba la leche para todos sus demás hijos pequeños, y pedir un dinerito prestado para hacer un mole con los del pueblo. Todo por aquello de que no fueran a decir que ni una fiestecita iba a darle a su hija. después de la fiesta Don Anselmo está endeudado y preocupado. ¿Valió la pena la fiesta?

Si tú siembras tu tierra y te ganas un dinero, o si tienes un trabajo y recibes un sueldo, debes PENSAR BIEN ANTES DE GASTARLO. Hay prioridades, o sea, cosas que son más importantes que otras. Lo más importante es:


- Dar a tu familia un techo, alimento y vestido.
- Ofrecer a tus hijos la oportunidad de educarse. Y después... vienen las fiestas y las diversiones.

Templanza en el sexo

Dios nos creó hombre y mujer e ideó como los hombres debían de reproducirse. Imagínate, Dios permitió al hombre y a la mujer cooperar con El para traer al mundo un nuevo ser; Dios quiso también que este acto ayudara a demostrar y cultivar el amor de la pareja y que llevara consigo un placer.

El acto sexual es bueno, Dios mismo lo creó. Sin embargo, hay ciertas reglas para éste :

  1. Solamente se puede realizar DENTRO DEL MATRIMONIO, es decir, sólo dos personas debidamente casadas por la Iglesia pueden vivir juntos, demostrarse su amor y formar una familia.

  2. No debe realizarse sólo para satisfacer egoístamente tus pasiones. Siempre se debe de tomar en cuenta los deseos del otro esposo y sobre todo la responsabilidad que trae la posibilidad de encargar un nuevo bebé.

El que comete ADULTERIO, es decir, el que es infiel y engaña a su esposo o esposa , o bien tiene relaciones sexuales con su novio o novia antes de casarse, comete PECADO MORTAL.

La templanza en el Catecismo de la Iglesia Católica

1809 La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’ o ‘sobriedad’. Debemos ‘vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente’ (Tt 2, 12).

Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el obrar. Quien no obedece más que a El (lo cual pertenece a la justicia), quien vela para discernir todas las cosas por miedo a dejarse sorprender por la astucia y la mentira (lo cual pertenece a la prudencia), le entrega un amor entero (por la templanza), que ninguna desgracia puede derribar (lo cual pertenece a la fortaleza). (S. Agustín, mor. eccl. 1, 25, 46).

2290 La virtud de la templanza conduce a evitar toda clase de exceso, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes en estado de embriaguez, o por afición inmoderada de velocidad, ponen en peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables.

Fuentes: Catholic.net / Corazones.org / Enciclopedia Católica - ACI Prensa / laverdadcatólica.org

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