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MILAGROS EUCARÍSTICOS

LA SAGRADA FORMA DE EL ESCORIAL, ESPAÑA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial

En la sacristía del Real Monasterio de El Escorial se encuentra una Forma eucarística que fue llevada allí en tiempo de Felipe II y a la que desde Carlos II se le ha tributado culto público dos veces al año, los días 29 de septiembre, festividad de San Miguel, y 28 de octubre, fiesta de San Simón y San Judas. A finales de junio de 1572, unos seguidores del reformador suizo Zwinglio irrumpieron en la iglesia católica de Gorkum, población a unos 55 kilómetros de La Haya (Holanda), bajo los dominios del rey Felipe II. Su odio a todo lo que fuese católico -iglesias, imágenes, reliquias, etc.- les llevó al extremo de apoderarse de una Hostia consagrada, que extrajeron del copón donde se reservaba. Uno de los que profanó el templo tomó la forma y, arrojándola al suelo, la pisoteó, abriendo en ella tres orificios con los clavos de su calzado, de las que brotaron unas gotas de sangre. Sangre que, a pesar del tiempo transcurrido, todavía hoy se observa claramente en los bordes de los tres agujeros, aunque seca y con un color rojo un tanto desvaído por el paso de los años.

Ante tal extraño prodigio, los profanadores se turbaron, y uno de ellos, apenado, fue a dar cuenta de lo sucedido al rector de la iglesia, Juan van der Deift. Este recogió la forma consagrada del suelo y, ambos, rector y profanador, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, huyeron de la ciudad a Malinas, refugiándose en un convento de los Padres Franciscanos. Allí el profanador se convirtió y tomó el hábito franciscano. Pero en 1572 Malinas cayó en manos de los sublevados, y los católicos enviaron sus reliquias a la próxima ciudad de Amberes para ponerlas a salvo. Por el testimonio escrito del propio rector consta que la santa forma se entregó a Andrés de Horst, hombre de plena confianza y reconocida piedad, para que la custodiase, aunque bajo la vigilancia de los Padres Franciscanos.

Cierto noble alemán llamado Fernando Weidner, cortesano y capitán del ejército del emperador de Austria, al tener noticia de la Forma milagrosa, deseó vivamente poseerla, no cejando en su empeño hasta conseguirlo. Por mediación del mismo Andrés de Horst se la pidió al prior de los franciscanos de Malinas, y con el apoyo del propio Van der Delft consiguió que le fuese entregada. La entrega fue realizada en 1580 en presencia del rector y del prior de los franciscanos. Pensaba, además, llevársela a Alemania para recibir a ciertos incrédulos que negaban la sagrada Eucaristía. Le fue entregado asimismo un documento que avalaba su autenticidad (documento que se encuentra en El Escorial).

Llegado a Viena Fernando Weidner con dicho documento y con la Sagrada Forma, se lo dio a conocer a su amigo el noble Andrés Hirch y éste informó al Consejero del emperador, barón Adam Dietrichstein, y a su esposa doña Margarita de Cardona, que mostraron vivo deseo a Hirch de que consiguiese la Forma. Este importunó tanto al noble alemán Weidner que no tuvo más remedio que regalársela. Muerto el barón Dietrichstein, quedó doña Margarita dueña única de la Sagrada Forma, llevándosela consigo después a Praga. Más tarde resolvió enviársela en 1594 a Felipe II por mediación de su hija la marquesa de Navarros, residente en España. Antes de enviársela a su hija, quiso hacer constar por escrito ante notario y testigos que era la misma Forma que ella y su marido habían recibido de Femando Weidner. Posteriormente, para que la Forma pudiese ser venerada en exposición pública, y a la vez quedase oculta cuando esto no tuviese lugar, el rey Carlos II pensó que un cuadro la ocultara. Claudio Coello lo realizó. En él se representa al padre Franciscano de los Santos impartiendo la bendición al monarca. En la guerra civil que hubo en España en el siglo XX, los 67 religiosos de El Escorial fueron apresados y, gracias al sacristán, padre José Llamas, que ocultó la Sagrada Forma en unos corporales debajo de una peana de un estante antes de ser detenido, se conservó, pues allí la encontró el padre Llamas, único superviviente, intacta. En esa época desapareció la custodia que regaló Isabel II; y en el verano de 1942, la custodia de Carlos II fue robada de su camarín. Por fortuna, el ladrón dejó la Forma en el templete. Para evitar otros robos sacrílegos, la Comunidad agustiniana encargó a Talleres Granda la confección de otra custodia, que fue estrenada en 1944.

Fuente: Corazones.org de SCTJM (Las  Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María). / Catholic.net / ane-madrid.es

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