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CALENDARIO LITÚRGICO

"Tiempo de Cuaresma"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuaresma: 40 días para la reconciliación

Tiempo litúrgico que recuerda los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto. Es un tiempo de reconciliación.

Origen y significado de la fiesta

San León Magno (reinó entre el 440 y el 461) decía sobre la Cuaresma que “había sido instituida por los Apóstoles”, y que la Tradición sostiene que “siempre se ha vivido con una mayor atención a la vida de oración, ayuno y limosna". En los primeros tres siglos, el tiempo de ayuno se limitaba a uno o dos días, o una semana como mucho. La primera mención a cuarenta días fue en el Concilio Ecuménico de Nicea (325), pero hacia el final del siglo IV la costumbre se había extendido ampliamente tanto en Oriente como en Occidente. Respecto a la fijación del número de días de Cuaresma a 40, se refiere a los “cuarenta días de ayuno u oración que Cristo pasó antes del comienzo de su vida pública".

La forma en que las Iglesias de Oriente y las Iglesias de Occidente contaban los días de la Cuaresma eran diferentes, pues en Oriente los fieles estaban eximidos de ayunar los sábados y los domingos. Además, la Cuaresma duraba un total de siete semanas. En Occidente, en cambio, sólo los domingos estaban exentos, y la Cuaresma sólo duraba seis semanas. Sin embargo, así los días de ayuno sumaban sólo 36, y no 40. “Fue en el siglo VII”, explica el padre Flader, “cuando la Cuaresma comenzó a iniciarse cuatro días antes, con el Miércoles de Ceniza, de manera que había 40 días de ayuno, como es en la actualidad”. Los domingos no se incluyen en los 40 días. La Iglesia siempre ha mantenido la tradición de ayunar y hacer abstinencia durante la Cuaresma, pero las normas han evolucionado a lo largo de los siglos.

Según la investigación del padre Flader, las reglas del ayuno se hicieron muy estrictas en el siglo V: “Sólo se permitía una comida, hacia la tarde-noche. La carne no se permitía, ni siquiera los domingos. Las carne y el pescado, y en muchos lugares los huevos y los productos lácteos estaban absolutamente prohibidos". Observa que en las Iglesias orientales se siguen aún reglas similares: "no se pueden comer vertebrados o productos de vertebrados, es decir, ni carne, ni pescado, ni huevos, ni queso, ni leche”. En Occidente, sin embargo, las normas han cambiado. Al principio, se permitía un tentempié, y después se aceptó que se comiera pescado, y finalmente se aceptó la abstinencia de carne sólo el Miércoles de Ceniza y los viernes. Además, las reglas sobre los productos lácteos también se han relajado.

Actualmente, los católicos están obligados a ayunar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y a abstenerse de carne esos días y todos los viernes de Cuaresma. El ayuno, como lo definen los obispos de Estados Unidos, consiste en comer una comida completa y dos tentempiés.

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. La Cuaresma dura 40 días, comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo. También cabe decir que la liturgia considera el Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de resurrección, toda una celebridad junta llamada "Triduo Pascual". Inicialmente, la Cuaresma iba desde el Primer Domingo de Cuaresma al Jueves Santo, pero a raíz de una reforma litúrgica, se descontaron los domingos por considerarlos pascuales y no penitenciales. Para "cuadrar", se añadió a la cuaresma los días que van del Miércoles de Ceniza hasta el Primer Domingo de Cuaresma. De esta manera salen los 40 días. Actualmente, y lo repito de nuevo, la Cuaresma va desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo.

A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual. En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo. El pecado nos aleja de Dios, rompe nuestra relación con Él, por eso debemos luchar contra él pecado y esto sólo se logra a través de la conversión interna de mente y corazón. Un cambio en nuestra vida. Un cambio en nuestra conducta y comportamiento, buscando el arrepentimiento por nuestras faltas y volviendo a Dios que es la verdadera razón de nuestro existir.

La Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. La Cuaresma es un camino hacia la Pascua, que es la fiesta más importante de la Iglesia por ser la resurrección de Cristo, el fundamento y verdad culminante de nuestra fe. Es la buena noticia que tenemos obligación de difundir. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección. La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

El ayuno y la abstinencia en la Cuaresma

El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. La abstinencia consiste en no comer carne. Son días de abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad. Con estos sacrificios, se trata de que todo nuestro ser (alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia. El ayuno y la abstinencia se pueden cambiar por otro sacrificios, dependiendo de lo que dicten las Conferencias Episcopales de cada país, pues ellas son las que tienen autoridad para determinar las diversas formas de penitencia cristiana.

Cómo vivir la Cuaresma

  • Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.

  • Luchando por cambiar yo mismo.

  • Haciendo sacrificios.

  • Haciendo oración.

 

Arrepintiéndome de mis pecados

Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Este es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.

 

Luchando por cambiar

Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.

Haciendo sacrificios

La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa “hacer sagrado”. Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.

Haciendo oración

Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.

Fuentes: "Question Time: 140 Questions and Answer on the Catholic Faith" del padre John Flader, sacerdote del Opus Dei y anterior director del  Catholic Adult Education Centre en Sydney, Australia.

Catholic.net por Tere Fernández del Castillo

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