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Los Sueños de San Juan Bosco

Extraídos de la Vida de San Juan Bosco -Memorias Biográficas en 19 volúmenes-.

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71. La vocación de una muchacha 1868 (MB. 9,309).

Una vocación positiva. En 1868 llegaron a visitar a Don Bosco dos jóvenes muchachas.

Al verlas entrar a su habitación, sin dejarlas hablar dijo a una de ellas sonriendo: – Puede entrar de religiosa a una comunidad. Y esté tranquila que ésa es la voluntad de Dios.

Las dos salieron de allí muy emocionadas, y el secretario le preguntó por qué les había dado esa respuesta y por qué ellas se habían emocionado tanto. El Santo le respondió: – Anoche soñé que venían estás dos personas a pedirme consejo y que a una de ellas debía aconsejarle que se hiciera religiosa. Y se fueron muy emocionadas porque la otra hermana se oponía a que se hiciera religiosa, pero ahora ha probado que se vaya al convento.

72. La novena de la Natividad de la Virgen 1868 (MB. 9,314).

El 2 de septiembre de 1868 hablo así a sus alumnos: Soñé que entraba por la portería del colegio y que me encontraba con Nuestra Señora y que Ella me entregaba un cuaderno y me decía: – Ahí está escrito el modo cómo los jóvenes hacen esta novena.

Abrí el cuaderno y vi escrito con letras de oro el nombre varios jóvenes. Pasé a otra página y vi el nombre de muchos más, pero escrito con tinta. Pasé al resto de las hojas y no había escrito allí el nombre de ninguno más.

Los que tenían su nombre escrito con letras de oro son los que hacen la novena con todo fervor y comportándose muy bien.

Los que tenían su nombre escrito con tinta son los que la hacen con menos fervor. Y aquellos cuyos nombres no aparecía escrito por ninguna parte, son los que hacen mal esta novena, sin fervor, sin mejorar su modo de comportarse.

Yo me preguntó: ¿Si vinieran ahora Domingo Savio o Miguel Magone, qué dirían? Quizás exclamarían: ¡Se han enfriado los jóvenes en fervor! Así que para contentar a la Santísima Virgen tratemos de confesar, comulgar y rezar con todo fervor. Y el propósito para mañana será: – Cumplir cada uno de sus propios deberes con esmero y diligencia.

73. Los dos sepulteros 1868 (MB. 9,368).

La noche del 30 de octubre de 1868, dijo: Soñé que estaban los jóvenes jugando en el patio, cuando de pronto aparecieron en la entrada dos sepulteros llevando un ataúd. Colocaron al ataúd a la mitad del patio y le levantaron la tapa. En aquel momento apareció la luna y dio una vuelta alrededor de la torre de la Iglesia. Luego dio otra vuelta a la torre y enseguida otra media vuelta y se detuvo.

Los sepulteros recorrieron el patio mirando al rostro de cada alumno y al fin vieron en la frente de uno de ellos esta palabra: “Morirás”, y le dijeron: – A usted le ha llegado el turno. Acuéstese en el ataúd.

El muchacho empezó a gritar: – Soy muy joven, no estoy preparado y aun no he hecho las obras buenas que debería haber hecho.

Pero uno de los sepulteros le respondió:- A mí no me corresponde averiguar eso. Lo cierto es que así como la luna dio dos vueltas y media, así cuando hayan pasado dos meses y medio, vendrá la muerte a llevarlo (la luna gasta casi un mes en dar una vuelta a la tierra).

Poco después la luna desapareció y los sepulteros echaron a la fuerza al joven al ataúd y se lo llevaron.

Que cada uno se pregunté a sí mismo: ¿Y si el próximo candidato a morir soy yo? ¿Estoy preparado? ¿Si después de dos meses y medio alguno de nosotros tiene que morir, estará bien preparado para morir bien? Recordemos que la muerte llega como un ladrón, sin avisar, y cuando menos esperamos que llegue.

74. El porvenir de un joven 1868 (MB. 9,309).

Una vocación negativa. También en el año 1868 narró Don Bosco: Vi en sueños a uno de nuestros alumnos agonizando, tendido por el suelo y a su alrededor varias armas de combate y varios cadáveres. Le pregunté por qué estaba así y me respondió: – Es que me volví asesino y me han condenado a muerte.

Y el Santo añadió: – Yo conozco a ese muchacho y deseo poder infundirle sentimientos de bondad y de piedad. Pero tiene tan mal carácter que me temo que no se va a corregir.

Este joven se fue después al cuartel y mientras prestaba servicio militar mató a su oficial. Fue condenado a muerte, pero antes de ser fusilado se confesó, comulgó y demostró mucho arrepentimiento y piedad.

75. Recorriendo los dormitorios 1869 (MB. 9,524).

El 8 de enero de 1869 hablo así nuestro Santo: Soñé que llegaban dos personajes. El uno traía en la mano un farol y el otro unas hojas escritas. Me invitaron a subir a los dormitorios y se detenían a los pies de cada cama. El del farol iluminaba el rostro del que allí dormía y el de las hojas colocaba en la sobrecama una hoja donde estaba escrito el número de años que a cada durmiente le quedaban de vida.

La narración de este sueño causó enorme impresión y fueron muchos los que se acercaron a pedirle datos acerca de los años de vida que les quedaban. Uno de ellos fue el fundador de los salesianos en Colombia, el Padre Rabagliatti.

Muchas otras veces Don Bosco fue en sueños a los dormitorios. A veces veía una espada colgada sobre la cabeza de algún alumno, señal de próxima muerte. En la cama de muchos alumnos veía un cartel donde estaban escritos sus pecados, o una palabra que indicaba su falta principal. Por eso muchas veces en la confesión, él les decía: – ¿Quieres decir tú los pecados, o te los digo yo? Y los jóvenes se quedaban maravillados al constatar que les decía con impresionante exactitud las faltas que habían cometido.

76. Los tres lazos y la confesión 1869 (MB. 9,534).

El 4 de abril de 1869 reunió a todos los alumnos en el salón de estudio y les contó el siguiente sueño: Soñé que estaba en el Templo, el cual se hallaba totalmente lleno de jóvenes: los alumnos actuales y muchos más que vendrán en el futuro. Parecía que se preparaban para confesarse. Mi confesionario tenía una inmensa multitud de jóvenes esperándome para confesarse.

Empecé a confesar, pero luego al ver que eran tantos los que pedían confesión me levanté del confesionario para buscar a otros sacerdotes que me ayudaran a confesar: Pero al pasar por en medio de los jóvenes vi que varios de ellos tenían un lazo amarrado alrededor del cuello. Me acerqué a uno de ellos y le dije: – ¿Por qué no se quita ese lazo o cuerda del cuello? Él me respondió: – No puedo quitármelo, porque hay detrás de mí uno que sujeta fuertemente el lazo.

Volví a mirar y vi que en medio de los jóvenes sobresalían muchos cuernos. Observé más detenidamente y encontré allí un horrible animal, en forma de un gato enorme, con hocico monstruoso, largos cuernos, y que se encogía como para que no lo vieran.

Y noté con horror que cada uno de los jóvenes tenía junto a él un animal tan horrible como el anterior. Y cada animal llevaba entre sus garras tres lazos. Me acerqué a uno de ellos y le pregunté: – Dígame, ¿qué hace aquí? Él me respondió: – Con estos tres lazos obtengo que los jóvenes no se confiesen o se confiesen mal, y con ellos me llevo a la condenación a la décima parte de la gente.

– ¿Y qué significan esos tres lazos? – le pregunté.

– No le digo porque usted les cuenta eso a los jóvenes – me respondió el monstruo.

Yo tomé en mis manos la vasija del agua bendita y le dije: – O me dice qué son esos tres lazos o le echo agua bendita. En nombre de Jesucristo dígame que significan.

El monstruo se retorció y dijo: – El primer lazo significa que se callen los pecados. Que no confiesen al confesor los pecados que han cometido.

– ¿Y el segundo lazo? – El segundo lazo significa que se confiesen sin arrepentimiento, sin sentir verdadero dolor y pesar de haber ofendido a Dios.

– ¿Y el tercer lazo qué significa?- El tercer lazo no se lo quiero decir. Ya le he dicho demasiado.

– Me dice qué significa el tercer lazo o le echo agua bendita.

El monstruo empezó a despedir llamas por los ojos y gotas de sangre y gritó: – El tercer lazo significa que no hagan propósitos de portarse mejor, y que no hagan caso a los consejos del confesor.

Todos los demás gatazos empezaron a protestar brutalmente contra éste que me había contado el secreto de los tres lazos, y yo viendo que se iba a formar un tumulto, les eché agua bendita y desaparecieron haciendo un grandísimo estrépito, y al sentir aquel ruido tan grande… me desperté.

Me quedé aterrado al ver que muchos jóvenes que yo creía muy buenos, tenían al cuello los tres lazos.

Conviene recordar qué significa cada lazo: el primero, callar por vergüenza los pecados al confesarse. O no decirlos, o decirlos pero en menor número de lo que han sido. El segundo lazo: confesarse sin arrepentirse, sin sentir contrición o pesar de haber ofendido a Dios con los pecados cometidos. Y el tercero confesarse sin serio propósito de convertirse, de cambiar de vida y de volverse mejor. Los que desean quitarse estos tres lazos de encima tienen que confesar sus pecados sin callarlos, y arrepentirse de veras antes de confesarse, y esforzarse por hacer un buen propósito en cada confesión y tratar de cumplirlo lo mejor posible.

El monstruo antes de desaparecer me dijo: – Observe el fruto que los jóvenes sacan de sus confesiones. El fruto principal de una confesión debe ser el enmendarse de sus faltas. Si quiere saber si ya los tengo atados con los lazos o no, pues observe a ver si se enmiendan o no se enmiendan, si mejoran de conducta y comportamiento o siguen lo mismo que antes.

Algo que me llenó de tristeza fue el ver que los que llevan los tres lazos al cuello, o al menos uno, son muchísimos más de los que yo había imaginado. Cada uno piense seriamente si no tendrá alguno de esos lazos al cuello, y trate de quitarlo.

77. El futuro de París, la Iglesia y Roma 1870 (MB. 9,695).

“Dios lo ve todo. Para Él todas las cosas son presentes. Sólo Él puede manifestar a los hombres las cosas que van a suceder en el futuro”. El 5 de enero de 1870, desaparecieron los objetos materiales de mi habitación y me encontré ante la consideración de cosas sobrenaturales. Y oí una voz que decía:

 

Las leyes de Francia no reconocen ya al Creador, y el Creador la visitará tres veces con sus castigos. La primera vez humillará su orgullo con derrotas en las guerras, saqueos y enfermedades en las cosechas, en animales y en gentes.

La segunda vez visitará el Creador a Francia para castigarla y será privada de su jefe y será entregada al desorden.

París, París en vez de reconocer el poder y la bondad de Nuestro Señor te has llenado de casas de inmoralidad. Tus enemigos te llenarán de angustias y de espanto. Ay de ti si no te corriges antes estos castigos. El Señor dice: “Voy a castigar y corregir tu inmoralidad y el haber abandonado y despreciado la ley de Dios”.

La tercera vez que venga el Creador a visitar con castigos a Francia, esa nación caerá bajo el dominio de extranjeros. Sus palacios serán incendiados, muchísimas de sus casas serán destruidas, y se derramará mucha sangre.

Pero aparecerá un guerrero venido del Norte que llevará en su mano una bandera con esta inscripción: “Irresistible es la mano del Señor”. Y el venerable anciano que gobierna desde Roma le saldrá al encuentro llevando una antorcha que despide una luz vivísima. Y el estandarte negro del guerrero se vuelve blanco y en el centro del estandarte aparece escrito el nombre del que todo lo puede.

El guerrero y los suyos hicieron una profunda inclinación ante el anciano y le estrecharon la mano.

Luego se oyó una voz que decía: Mensaje del Cielo al Pastor de Pastores: te encuentras en una gran conferencia con tus asesores. Pero el enemigo del bien no descansa y planea y practica toda clase de trampas contra ti. Tratará de poner divisiones entre los que te ayudan y hará que los poderes del mal en el mundo digan muchas cosas contra la Iglesia. Tú, no te desanimes. Si el nudo no se puede desatar, corta por lo sano. Aunque te sientas angustiado no te desanimes, sino más bien, sigue hacia adelante.

Los días corren velozmente y tus años se acercan al número establecido. La Reina del Cielo será siempre tu auxilio y seguirá demostrándose como dice el Apocalipsis: “Terrible ante los enemigos como un ejercito formado en orden de batalla”.

Y a ti Italia, tierra de bendiciones, te llega la desolación porque tus hijos piden el pan de la fe y no hay quien se lo reparta. La carestía, la peste, la guerra, harán llorar amargamente.

Y a ti Roma, que te volviste orgullosa. Roma ingrata. Roma afeminada que buscas más en el Sumo Pontífice que se presente con lujo, olvidando que la gloria de cristianismo está en el Calvario. Roma, vendrá el castigo de Dios cuatro veces a ti.

La primera vez llenando de daños a tus tierras y a sus habitantes.

La segunda llegando los estragos hasta las murallas de la ciudad.

La tercera vez por no haber habido conversión, los defensores del Sumo Pontífice serán derrotados y empezará un reino de terror.

La cuarta vez, por no haberse corregido, vendrá el castigo de que muchos doctos e ignorantes perderán la fe, y llegarán la guerra, el hambre y las enfermedades contagiosas.

¿Cómo guardarán oh ricos, sus palacios tan lujosos? ¿Serán basura y escombros? Sacerdote: ¿Por qué no cumplen lo que manda el profeta Joel: “Que los sacerdotes hagan penitencia y recen y pidan perdón en el Templo, pidiendo a Dios que suspenda sus castigos? ¿Por qué los sacerdotes no predican más y no propagan más la fe? Es necesario que hablen de la fe en las casas, en las calles y aun en sitios donde antes no se predicaba. ¿Por qué no esparcir más la Palabra de Dios? ¿Se les ha olvidado a los sacerdotes que la Palabra de Dios es como una espada de dos filos que va alejando a los enemigos del alma, que va atrayendo misericordia de Dios, y que llega hasta el corazón y lleva hasta allá los mensajes divinos? Recordemos que la Augusta Reina del Cielo está presente para ayudarnos y que Dios le ha puesto su Poder en sus manos para que nos auxilie y defienda.

Y antes de que llegue un mes de mayo con dos lunas, el iris de la paz aparecerá en la tierra.

Nota: Don Bosco hizo sacar copias de este sueño y envió varias de ellas a Roma, al Sumo Pontífice y otros personajes, con un sacerdote de toda su confianza, el Padre Barberis.

La famosa revista Civiltá Católica escribía después: “Desde Roma un buen tiempo tuvimos en nuestras manos una profecía comunicada a un personaje que vive al norte de Italia. Allí se avisaba el castigo de París antes de que fuera bombardeada por los alemanes e incendiada por los comunistas. Allí se anunciaba la caída de Roma cuando muchos se imaginaban que eso nunca iba a suceder”.

Los castigos de París se cumplieron muy exactamente después. Los de Roma también. El sueño fue tenido la noche anterior a la reunión del Concilio Vaticano I, en el cual se discutía si había que aprobar la infalibilidad del Sumo Pontífice. El Papa Pío IX recibió este mensaje el 12 de febrero, y cumpliendo el consejo dado aquí, se propuso “cortar por lo sano” y definió sin más el Dogma de la infalibilidad del Pontífice, con gran rabia y disgusto de los enemigos de la Iglesia y gran alegría y entusiasmo de los buenos católicos. La caída de Roma sucedió ese año, 1870.

Varios de estos castigos a Francia, a París y a Roma se repitieron en la guerra mundial.

El guerrero que llega del norte es un misterio que no se ha podido descubrir bien todavía qué será.

En 1988, año en el cual el mes de mayo tuvo dos lunas llenas, el 1o. y el 31, cuando se supo que Gorbachov jefe del gobierno del norte, jefe de Rusia, iba a encontrarse con el venerable anciano el Papa Juan Pablo II en Roma, muchas personas creyeron ver en esto un cumplimiento de la profecía de este sueño, pues el estandarte negro de guerra a muerte que Rusia tenía contra la Iglesia Católica se convirtió en bandera blanca, señal de paz, y un iris de paz apareció sobre la tierra al hacer amistad Rusia y los países comunistas, con los países de occidente. Dios sea bendito.

78. Desde Roma ve a sus jóvenes de Turín 1870 (MB. 9,717).

En los primeros días de febrero de 1870 Don Bosco escribió desde Roma esta carta a sus alumnos de Turín, ciudad que queda a muchos kilómetros de Roma. Dice así: Desde Roma he logrado ver en sueños a mis queridos alumnos de Turín. He contemplado en la visión al Padre Cagliero rodeado de una gran cantidad de jóvenes que se confesaban. Vi también a muchos rezar con fervor y comulgar santamente.

Vi también a bastantes que piensan en Don Bosco y aun buen número que visita a Jesús Sacramentado en el Templo. Y todo esto me llenó de alegría.

Pero vi también algo que me llenó de amargura y que causaría verdadero horror a quien lo leyera si lo pudiera confiar al papel. Diré solamente que al lado de muchos jóvenes buenos vi unos que parecían cerdos y que llevaban escrita esta frase de San Pablo: “Son como asnos o mulos que si no se les pone freno no obedecen”.

Vi también con gran alegría que muchos llevaban en su lengua una azucena (de pureza) o una rosa (de caridad). Y eran muchísimos. Pero en medio de estás visiones tan consoladoras vi a varios jóvenes que llevaban en la boca una monstruosa serpiente que despedía un veneno mortal y saliva inmunda. Le envío por aparte al Padre Rúa el nombre de algunos de ellos. Estos llevaban en la frente las palabras del apóstol: “Las malas amistades corrompen las buenas costumbres”.

Mis amados jóvenes: recordemos que a la hora de la muerte, solo recogeremos lo que hayamos cultivado en esta vida, lo bueno o lo malo.

Nota: Le envió al Padre Rúa por aparte, la lista de aquellos cuya lengua según dice el Libro Santo: “Es como áspid o serpiente venenosa escondida entre la hierba”.

Espero viajar desde aquí el 21 de febrero y estar llegando a Turín el 25. Más que recibimientos solemnes la fiesta que quiero que ofrezcan es el encontrarlos a todos gozando de buena salud y observando muy buena conducta. El domingo siguiente celebraremos la gran fiesta de San Francisco de Sales. Que cada uno celebre esta fiesta de la manera más grata que yo pueda desear: haciendo una Santa comunión. En comparación con este modo de celebrar una fiesta, los demás modos valen menos y son de menor importancia. Dios los bendiga a todos y les conceda perseverar siempre en el bien.

79. La muerte de un salesiano 1870 (MB. 9,747).

El 31 de marzo de 1870 Don Bosco vio en sueños al salesiano P. Antonio Croserio revestido de lujosísimos ornamentos impartiendo la bendición. Se puso a pensar cómo era posible que estuviera revestido para celebrar y enviando bendiciones, si estaba en cama enfermo. Y entonces entendió que ésta era una señal de que se iba ya para el paraíso.

Al día siguiente el Padre Croserio murió santamente.

80. Visita al colegio de Lanzo 1871 (MB. 10,50).

Carta de Don Bosco a los alumnos del Colegio Salesiano de Lanzo, Italia, fechada el 11 de febrero de 1872.

Amadísimos discípulos: Fui a visitarlos sin que los jóvenes ni los superiores se dieran cuenta. Fui en sueños. Al llegar a la entrada del colegio vi un monstruo, verdaderamente horrible. Tenía unos ojos muy grandes y que echaban llamas. Nariz gruesa y chata. Boca ancha, orejas como las de un perro, y salían de su cabeza dos cuernos como los de un venado. Reía y bromeaba con algunos compañeros suyos y saltaban alegremente. Yo le pregunté:- ¿Qué hace aquí, monstruo infernal? ¿Por qué no entra al colegio, es que ha dispuesto dejar en paz a los alumnos del colegio? Él me respondió: – Yo me divierto aquí alegremente porque en el colegio hay algunos que me reemplazan en hacer el mal a los demás. Tengo un grupo de alumnos que me ayudan a las mil maravillas.

Y acompañándome hasta la Iglesia donde estaban los sacerdotes confesando, me dijo: – Aquí hay unos que me hacen mucho mal: son los que se confiesan bien y cambian de conducta. Pero hay otros que son colaboradores míos: son los que se confiesan mal, los que se confiesan siempre de lo mismo y no mejoran en nada su comportamiento.

Luego señaló como amigos suyos a algunos que durante la misa se dedican a tener malos pensamientos y que no les gusta nada ir a la Iglesia, e indicando hacia un alumno me dijo: – Este ya estuvo en peligro de muerte. Entonces hizo mil propósitos de portarse bien. Pero apenas recuperó la salud siguió portándose peor que antes.

Luego me acompañó por distintos sitios del colegio y me hizo ver cosas que yo no imaginaba que allí sucedían. Esas no las cuento aquí. Les diré personalmente a los interesados cuando vaya hasta allá.

Yo le pregunté entonces al monstruo: – ¿Qué es lo que más le ayuda en los jóvenes al enemigo del las almas? – Las conversaciones, las conversaciones, las malas conversaciones – dijo emocionado – y añadió: Cada palabra mala o de doble sentido produce frutos importantes contra las almas.

– ¿Y quiénes son los mayores enemigos del enemigo de las almas? – Los que comulgan frecuentemente.

– ¿Y qué es lo que más le disgusta? – Lo que más me disgusta es la devoción a María y…

Y se calló y no quería seguir. Yo le insistí: – ¿Cuál es la otra cosa que tanto le disgusta? Entonces se estremeció. Parecía un perro, un gato, un oso, un lobo. Le aparecieron tres cuernos, cinco, diez… tres cabezas, cinco, siete cabezas… Trataba de huir pero yo me esforzaba por no dejarlo alejarse sin que me dijera su secreto. Entonces le dije: – En el nombre de Dios Creador le mando que me diga cuál es la otra cosa que tanto le disgusta.

En ese momento él y los demás monstruos que lo acompañaban se retorcieron y tomaron formas que yo jamás quisiera volver a ver. Empezaron a hacer un gran estruendo dando temibles alaridos y terminaron con estas palabras: – Lo que más nos disgusta, lo que más derrotas nos proporciona, lo que más tememos es que cumplan bien los propósitos que hacen en la confesión.

Y al decir esto hicieron un ruido tan espantoso con sus alaridos que yo me desperté.

Personalmente les diré después allí mismo en el colegio algunas explicaciones de lo que vi y oí en este sueño.

Afmo. en Jc. P. Juan Bosco

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