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Los Sueños de San Juan Bosco

Extraídos de la Vida de San Juan Bosco -Memorias Biográficas en 19 volúmenes-.

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131. El sueño de la inocencia 1884 (MB. 17,625).

Me pareció que estaba en un bellísimo jardín lleno de hermosísimas flores e iluminado por una luz más bella que la del sol.

Aquello parecía el paraíso.

En la entrada del jardín se leía una frase de la Sagrada Escritura: “Dichosos los que con un corazón puro camina en la Ley del Señor”.

Y en la mitad del campo había un estandarte con esta frase del Evangelio: “Hijo mío: tú siempre has estado conmigo, y todos mis bienes son tuyos” (S. Lucas 15).

Y en el jardín había dos jovencitas de unos doce años cada una, vestidas con una túnica blanquísima que les llegaba hasta los pies, y con un rostro de que demostraba un gran pureza y una enorme bondad. Estaban adornadas con rosas, azucenas y margaritas blancas, tan blancas y hermosas como no se puede uno imaginar mayor blancura.

Los dos empezaron entre sí el siguiente diálogo: la una decía una frase y la otra añadía la siguiente: – ¿Qué es la inocencia? Es el estado afortunado de quien tiene la gracia de santificante en su alma y la conserva mediante el exacto cumplimiento de las leyes de Dios.

– Conservar la inocencia y la pureza es fuente y origen de toda ciencia y de toda virtud.

– Qué tan brillo, qué gloria, qué excelente virtud se consigue al vivir con el alma libre de pecados, entre gente mala y malvada, y saber conservar la inocencia y la pureza de las costumbres.

Una de ellas se puso de pie y recitó el Salmo 1: “Dichoso el que no sigue los consejos de los malos, ni se va por el mal camino de los pecadores, ni asiste a las reuniones de los desvergonzados, sino que su gozo es la ley del Señor y en ella medita noche y día. Será como un árbol plantado junto a una fuente de agua: da fruto a su tiempo, y no se marchitan sus hojas, y todo cuando emprende tiene un buen fin”. Y diciendo esto señalaba los hermosos árboles del jardín, todos llenos de agradables frutos.

La otra joven añadió: – De quien vive con el alma en gracia de Dios se pueden repetir las palabras del Cantar de los Cantares: “Es como un lirio entre espinas”; y puede decir a su Dios: “Mi amado para mí y yo para mi amado, pues el Señor vive entre lirios”. Y diciendo esto señalaba una gran cantidad de lirios blanquísimos que adornaban aquel jardín.

Su compañera añadió aquellas palabras del Libro del Eclesiástico: “Dichoso el que sea hallado sin culpa. ¿Quién será y lo felicitaremos? Pudo pecar y no pecó. Pudo hacer el mal y no lo hizo. Por eso su buena conducta será recordada por muy largo tiempo”.

– ¿Quién podrá describir la belleza de un alma en gracia de Dios y sin pecado? Resplandece llena de hermosura, camina velozmente hacia el Cielo; en ella vive como en un Sagrario el Espíritu Santo; brilla con mayor luz que el mismo sol; el Cielo está abierto esperándola; es admirada por los ángeles y los Santos que le esperan en el paraíso: Dios le señala la corona de la gloria que le tiene destinada y prepara para ella todos los tesoros de la eternidad”.

– Oh si los jóvenes conocieran el inmenso valor que tiene el vivir con el alma en gracia de Dios y sin pecado. Cómo se esmerarían para cuidarse de todo pecado. Pero desafortunadamente no se dan cuenta de su valor y pierden fácilmente la gracia o amistad con Dios.

– La gracia de Dios, el vivir con el alma libre de pecado, es como un tesoro precioso que se lleva en un vaso muy frágil, que fácilmente se rompe y el tesoro se derrama por el suelo y se pierde.

– El alma en gracia es como un espejo que refleja la imagen de Dios. Pero ese espejo se empaña fácilmente con el pecado.

– El alma en gracia es como un lirio, como una blanca azucena, pero ese lirio al ser tratado por manos poco delicadas se marchita y pierde su belleza.

– El alma en gracia es como un blanco vestido de seda. Pero basta una mancha para hacerle perder su belleza. Por eso hay que proceder con mucha precaución y gran cuidado.

– Basta un pecado grave, un pecado aceptado y consentido para quitarle al alma la belleza de la gracia de Dios.

– Qué desgracia tan grande cuando una persona piérdela vida de la gracia por un pecado grave. Dios se aleja. La Virgen Santísima y el ángel de la guarda se alejan también. El camino que le llevaba al Cielo se convierte en vía que lleva a la condenación. Las promesas y favores del Cielo se cambian en amenazas y castigos por parte de la Justicia Divina. Satanás se le convierte en su jefe y puede decirle: “Te he vencido. Ahora me perteneces”, y su alegría se convierte en tristeza.

– Afortunadamente el que ha pecado puede levantarse, porque la misericordia de Dios es infinita. Si el pecador se arrepiente y propone empezar a ser mejor y si hace una buena confesión, puede recobrar otra vez la amistad con Nuestro Señor.

– Pero al que peca le quedan las malas inclinaciones hacia el pecado. Después de cada pecado se sentirá más débil en los combates espirituales y más inclinado al mal. Y el remordimiento puede seguir atormentándolo.

– Oh qué delito tan tremendo cometen los que enseñan el mal a los niños y los que enseñan el mal a los que no lo saben. A quien le quita la inocencia a un niño le dice Jesús: “Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñuelos: más valiera que le colgaran una gran piedra al cuello y lo echaran al fondo del mar”. Ay del mundo a causa de los escándalos.

Siempre habrá escándalos, pero pobres de aquellos que escandalizan a los demás. “Tengan mucho cuidado para no ir a escandalizar jamás a uno de estos pequeñuelos, porque sus ángeles ven continuamente el rostro de mi Padre Celestial” (Lc. 17,2).

Y las dos jovencitas siguieron paseando por el jardín y dialogando: – Es un gran error de los jóvenes imaginarse que la penitencia y las mortificaciones y sacrificios son cosas que sólo deben practicar los grandes pecadores. Si San Luis Gonzaga no hubiera hecho penitencias y sacrificios habría caído en pecados mortales. Esto hay que repetírselo a los jóvenes. Si hicieran sacrificios serian muchos más los que lograrían conservarse sin pecado.

– Ya lo dijo el apóstol: “Tenemos que llevar en nuestro cuerpo la mortificación de Cristo, a fin de que las maravillas de Jesús se manifiesten en nosotros”.

Jesús tan Santo y tan puro y cuántos sacrificios y mortificaciones hizo. Y lo mismo la Virgen Santísima y los Santos. Y esto es una lección y un ejemplo para nuestros jóvenes.

– San Pablo decía: “Si viven dándole gusto a los deseos de la carne morirán. Pero si con el espíritu domina las pasiones de la carne, vivirán”. (Rom. 8,13). Por lo tanto quien no hace sacrificios y mortificaciones no será capaz de mantenerse sin cometer pecados graves. Y sin embargo muchos quieren mantenerse sin pecado pero viviendo sin hacer penitencias ni sacrificios.

– Es una tontería ese proceder. El Libro de la Sabiduría dice: “La seducción lleva al alma a la maldad y la concupiscencia pervierte el alma inocente”.

 

Con lo cual se quiere decir que la gracia de Dios en el alma tiene dos enemigos: las personas malas y las pasiones que uno mismo siente.

Por eso dice el mismo Libro de la Sabiduría que para muchos es una verdadera suerte que la muerte les llegue cuando aun están muy jóvenes: “Por que agradó al Señor fue preferido por Él y porque vivía entre pecadores fue llevado a otro sitio”.

Y añade el Libro Santo: “Habiendo muerto a edad todavía muy corta, sin embargo logró recorrer un largo camino de santidad. Porque Dios amaba su alma lo sacó de en medio de este mundo tan lleno de maldad. Fue llevado para que la malicia no dañara si espíritu y para la atracción hacia el mal no llevará su alma al error”. (Sab. Cap. 4).

– Los jóvenes necesitan espíritu de sacrificio para vencer la pereza y el desgano que sienten hacia la oración. Y que no olviden que todo el que pide recibe.

Necesitan espíritu de sacrificio para ser capaces de obedecer a los superiores. Mortificación para dominar su orgullo, pues “Dios humilla a los orgullosos, pero eleva a los humildes”.

Necesitan mortificación para saber decir siempre la verdad y para atreverse a pedir consejos a los que saben.

Necesitan mortificar su corazón: amando a todos con caridad, pero, apartándose de aquellos que ponen en peligro su castidad. Ya lo dijo Jesús: “Si algo es para ti tan importante como un ojo, o un pie o una mano pero te hace pecar, córtalo y échalo fuera, porque es preferible entrar al Reino de Dios tuerto o manco, y no tener que se echado al fuego del infierno con los dos ojos y los dos pies y ambas manos” (Madre Celestial. 9,43).

Que se mortifiquen aceptando que se burlen de ellos por ser creyentes. Jesús decía: “Si alguno se declara a mi favor delante de la gente de este mundo yo me declaré en su favor ante mi Padre Celestial. Pero si alguno se avergüenza de mí ante la gente de esta tierra, yo me avergonzaré de él delante de los ángeles del Cielo” (Mateo 10,32).

Es necesario que cada uno se mortifique en sus ojos: cuidando al mirar y al leer. Apartar la vista de toda imagen, de toda lectura que sea un peligro para la castidad (Jesús decía: “Las ventanas y las lámparas del alma son sus ojos. Pero si tus ojos se vuelven impuros, toda tu persona se vuelve impura” (Mt. 6,22). El profeta Job dejó un propósito que es esencial: “Hice un pacto con mis ojos para no mirar la belleza de una persona joven” (Jb. 31,1). Y el Salmo recomienda: “cuida tus ojos para que no vean la vanidad, lo que no te conviene mirar”.

Mortificarse en el oír y el escuchar. Cuidado para no escuchar malas conversaciones, o palabras contra otras personas, o conversaciones contra la religión. (El libro de los Proverbios aconseja que cuando oigamos algo de eso pongamos un rostro tan triste como el que va a llorar). El Libro del Eclesiástico aconseja: “Colócale una cerca de espinas a tus oídos para que no escuchen lo que no te hace bien escuchar. Trata de no escuchar nunca la lengua que habla de cosas malas”.

Mortificarse en el hablar, para no decir cosas vanas.

Repetir lo que dice el Libro Sagrado: “Señor, coloca un candado a mis labios y un freno a mi lengua para que no se desvíen hacia el mal”. Cuidado: que los enemigos del alma no nos derroten por medio del mal uso de la lengua.

(Dijo Jesús: “De toda palabra dañosa que diga una persona tendrá que dar cuenta a Dios en el día del juicio…​ Por tus palabras te salvarás, o por tus palabras te condenarás”).

Mortificarse en el comer y en el beber. La gula en el comer o en el beber han sido causas de terribles males espirituales para muchísimas personas.

 

(San Pablo decía: “Domino mi cuerpo, no sea que enseñando a otros el camino para ir al Cielo, yo me quede a mitad del camino”).

Mortificarse aceptando los sufrimientos de cada día. Tal como Nuestro Señor ha permitido que sucedan. (”Por unos cortos ratos de sufrimiento en esta tierra nos ganamos una inmensa cantidad de gozo en el Cielo”, decía San Pablo). Recordemos que la primera condición que Jesús puso para seguirle y ser sus discípulos es la de mortificarse a sí mismos: “Si alguno quiere venir conmigo, que se niegue a sí mismo” (Lc. 9,23).

– Dios mismo que es tan bondadoso permite que sus amigos sufran muchas penalidades. (Al Hijo que más quiere, más lo hace sufrir, dice el Libro de los Proverbios). Así sucedió con el Santo Job, con José en Egipto, con Tobías y otros Santos. A Tobías le dijo el ángel San Rafael: “Porque eras aceptable a Dios por eso era necesario que fueras purificado con los sufrimientos”.

Los que desean conservarse en gracia de Dios necesitan recibir frecuentemente la Sagrada Comunión que es el Pan que vuelve fuertes a las personas.

 

De quien comulga fervorosamente se podrán repetir aquellas palabras del Salmo 23: “Me preparaste una mesa frente a mis adversarios”, y aquellas otras del bello Salmo 91: “Caerán a tu derecha cien y a tu izquierda mil, pero a ti el enemigo no te podrá hacer mal”.

Que quien desea vivir sin pecado en el ama recuerde que la Santísima Virgen es su Madre. Ella le dice las palabras de la Sabiduría: “Yo soy la Madre del amor y del temor de desagradar a Dios, la madre de la santa esperanza y del verdadero conocimiento. Yo amo a los que me aman. Los que me honran poseerán la Vida Eterna. Soy terrible para los enemigos del alma como un ejercito en orden de batalla”.

Las dos jóvenes se levantaron y empezaron a subir una pendiente y una de ellas repitió aquellas palabras de la Sagrada Escritura: “La salvación y la santificación de los justos viene del Señor. Él es su protector en tiempos de angustia y tribulaciones.​ El Señor los ayudará y los librará. Los librará de las manos de los pecadores y los salvará porque esperaron de Él”.

La otra respondió: – Sí, el conservarse sin pecado y además hacer penitencia, esto es lo más alto en la virtud.

La otra añadió: – Oh, cuán agradable es la gente que conserva su alma sin pecado. Su recuerdo será inmortal y agradable ante los ojos de Dios, y admirable ante los ojos de las gentes de esta tierra. Muchos los imitan cuando están presentes y los recuerdan con veneración o cuando ya se han ido para el Cielo. Y en la eternidad recibirán corona de gloria, después de vencer en los combates por conservar la castidad. ¡Qué gozo, qué gloria, qué triunfo, poder presentarse ante Dios con el alma sin pecados graves, después de tantos combates! Luego vi aparecer una inmensa legión de ángeles que cantaban aquellas palabras del apóstol San Pablo: “Bendito sea Dios y Padre nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en Cristo, por cuanto nos ha elegido en Él antes de la creación del mundo, para ser Santos e inmaculados en su presencia, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo” (Efesios 1,3).

Entonces un inmenso coro de espíritus celestiales entonó con voces bellísimas las siguientes frases de la carta de San Judas Tadeo: “Al que es poderoso y os puede conservar sin pecado y os puede presentar ante su presencia sin mancha y llenos de alegría, al Dios Único, Nuestro Salvador, por medio de Jesucristo Nuestro Señor, gloria, majestad, fortaleza y poderío, como era en un principio por los siglos de los siglos”. Amen.

Y al terminar tan bello canto… me desperté.

132. Los jóvenes y la niebla 1884 (MB. 17,180).

Soñé que me encontraba en la puerta del colegio rodeado de un grupo de discípulos y amigos a los cuales los rodeaba una intensa niebla. Se esforzaban por no ser reconocidos, pero logré observarlos muy de cerca y noté que al lado del corazón llevaban en la piel una mancha en forma de un tumor que exhalaba asquerosos olores. El tumor tenía tres colores: rojo, negro y amarillo.

La niebla era más intensa alrededor de la cabeza y a duras penas lograba leer unos letreros que estaban allí escritos al revés.

Me desperté y hacia todo lo posible por olvidar aquellas desagradables imágenes, pero todo era inútil pues esas figuras tan repugnantes volvían a aparecer delante de mis ojos. Entonces me levanté y escribí los nombres de todos los que vi allí entre esa niebla tan intensa.

Nota: Lo narró Don Bosco en 1884 en los Ejercicios Espirituales de Valsalice. Otras circunstancias y demás cosas que vio durante el sueño las fue diciendo a cada uno de los interesados en particular cuando los llamaba para informarles cómo los había visto en el sueño.

133. Una visita al Papa León XIII 1884 (MB. 17,239).

La noche del 9 de octubre (1884) soñé que viajaba en tren hacia Roma y que al llegar a esa ciudad me dirigía directamente hacia el Vaticano. Iba pensando que me iba a resultar muy difícil hablar con el Santo Padre porque seguramente alguno de sus camareros me iba a poner muchas dificultades para impedir la audiencia. Sin embargo me presenté a ese Monseñor el cual se mostró amabilísimo conmigo. Y al decirle que necesitaba una audiencia con el Santo Padre me dijo que ya que se trataba de temas de mucha importancia iba a hacer una excepción, y sin más me hizo entrar a hablar con el Sumo Pontífice.

Y soñé que había estado charlando con el Papa como unas dos horas y que él me decía: – Tengan cuidado con los que piden entrar a su Congregación.

 

Es necesario que sean: 1o. de carácter obediente, dócil.

 

2o.que tengan espíritu de sacrificio: que no estén demasiado apegados a su familia, a sus amigos, a su tierra natal, y que sean capaces de durar bastante tiempo sin ir a su tierra. 3o. que sean de moralidad segura, seguros en castidad.

Este fue el tema principal que él me explicó durante la audiencia. Al terminar de hablar con el Padre Santo salí del Vaticano, subí al tren y me dirigí a Turín y cuando ya iba a llegar a esta ciudad… me desperté.

Nota: Al día siguiente, 10 de octubre, llegó el Cardenal Alimonda a decirle a Don Bosco que el Papa León XIII le enviaba un mensaje personal en el cual le pedía que nombrara a un sacerdote que lo reemplazara en caso de muerte. (Don Bosco estaba muy débil y achacoso). El Santo reunió al Consejo Superior de su comunidad y comunicó la determinación de que su reemplazo fuera el Padre Rúa, su más fiel y cualificado colaborador. Todos estuvieron totalmente de acuerdo con este nombramiento y al Santo Padre le pareció excelente y lo aprobó.

134. El sueño de las misiones salesianas en América del sur 1885 (MB. 17,260).

En la noche del 31 de enero (1885) cuando un grupo de misioneros salesianos se preparaba para salir hacia América del Sur tuve el siguiente sueño:

 

Soñé que acompañaba a los misioneros salesianos en su viaje hacia América del Sur y que ellos me pedían que les dijera algunos consejos. Y soñé que yo les decía:- Van a hacer mucho bien no porque tengan mucha ciencia ni muy buena salud ni abundantes riquezas, sino con estás condiciones: que tengan gran deseo de salvar almas, mucha piedad y mucho entusiasmo para promover la gloria de Dios y el bien espiritual de los demás.

Y soñé que habíamos llegado a América del Sur, a una extensísima llanura entre Chile y Argentina.

Mis queridos misiones se habían dispersado tanto por aquellos extensos territorios que apenas lograba distinguirlos. Al contemplarlos me quedé aterrado al ver qué poquitos eran en cada sitio.

Pero luego me consolé pensando que eran pocos en cada sitio porque estaban repartidos por muchos centros de misión, y que su labor era como la pequeña semilla que se va esparciendo y que después produciría muy buenas cosechas espirituales.

Y vi que viajaban por aquellas tierras muchos transportadores que volaban por los aires. En Chile vi una casa grande donde numerosos salesianos se preparaban para el apostolado. En Argentina, Uruguay y Brasil vi muchas casas salesianas. Cuántas cosas maravillosas vi en este sueño. Veía lo pasado, lo presente y lo futuro. Si fuera a escribir todo lo que allí logré ver, llenaría libros muy gruesos. Y qué gran cantidad de gentes nativas de aquellas tierras veía allí, esperando la labor espiritual de los salesianos que los van a dirigir.

Noté que la labor de los primeros salesianos va a ser solamente la de esparcir la buena semilla de la evangelización. Y que después vendrán otros y recogerán la cosecha espiritual. Y me fue comunicado que los salesianos conseguirán grandes éxitos apostólicos con la humildad, con el trabajo incansable y con la templanza (o sea con saberse dominar en el comer, en el beber y en el descanso).

Y vi que muchos obreros de Europa se irán a las tierras de América a buscar trabajo y progreso en esas regiones tan hospitalarias.

Después de contemplar el porvenir tan glorioso que Dios tiene destinado a nuestra Congregación en América del Sur, subí a un transportador que volaba por los aires y volví a la ciudad de Turín y por sobre las montañas de los Alpes y la gente se veía muy pequeñita desde allá arriba. Y vi desde allá un número extraordinario de salesianos y de alumnos y de colegios que va a tener la Congregación. Muchos se iban de misioneros y otros venían a cubrir las vacantes que ellos habían dejado.

Y un joven sacerdote, muy venerable me mostró inmensos campos de apostolado y me dijo: – He aquí las almas y los países destinados a los salesianos, a los religiosos de San Francisco de Sales.

Yo estaba maravillado al ver la multitud tan inmensa de personas que estaban allí reunidas y que desapareció enseguida.

Ahora al narrar el sueño me doy cuenta de que solamente logro contar unas pocas cosas de las que allí logré contemplar.

El ánimo no es capaz de narrar todo lo visto. La memoria flaquea, las palabras son insuficientes para describir todo aquello.

Veía lo presente, lo pasado y lo futuro de nuestras misiones, con sus peligros, sus éxitos, sus contrariedades y con los desengaños momentáneos que acompañan a este apostolado.

Después vi que nos encontrábamos en un salón inmenso y bellísimo lleno de resplandores y de gratas fragancias y suaves olores, y donde se escuchaban armonías verdaderamente celestiales. Y noté que empezaban a llegar allí gentes de muchas naciones, vestidas de blanco y gritando alegremente: ¡Viva, Triunfo! Y acompañaban a los salesianos y a las religiosas de María Auxiliadora.

Y vi con admiración que entraban a ese salón muchos de piel muy oscura. Y me fue dicho: “Son los descendientes de Cam, que también serán evangelizados por los salesianos”.

Y todas aquellas multitudes gritaban emocionadas: ¡Viva! ¡Triunfo! Y entonaban gozosas las siguientes palabras: – Que se alegren el Cielo y la tierra porque Dios reina en nosotros. Dios les dará de comer del árbol de la vida y jamás volverán a tener hambre ni sed. Alabad al Señor todas las gentes.

 

Cantad sus alabanzas pueblos todos.

Y un gran coro repetía: – Sólo a Dios la gloria y el honor por los siglos de los siglos.

Y todo aquello lo cantaban acompañados de unas armonías orquestales tan maravillosas que yo me volvía hacia el Monseñor Cagliero y le dije: – ¡Estamos en el paraíso! Y él me respondió: – No es el paraíso. Es una débil figura de lo que será el paraíso.

Y al oír aquellos grandiosos coros que cantaban: “Sólo a Dios honor, gloria y triunfo, aleluya, eternamente y para siempre” me olvidé de mi mismo y… me desperté.

Nota: En esos días salía para América del Sur una expedición de 18 misioneros salesianos y seis misioneras salesianas.

Viajaban presididos por Monseñor Cagliero, recién consagrado Obispo, y discípulo queridísimo por Don Bosco. Cuando Don Bosco narraba este sueño, cada vez que repetía las palabras: ¡Triunfo, Viva! asumía un tono tan vibrante que hacia emocionar a los que lo escuchaban. De vez en cuando en la narración derramaba lágrimas de emoción al recordar los grandes triunfos que Dios tenía preparados a sus religiosos. En el sueño se le dice que también los hijos de Cam serán evangelizados por los salesianos. En la Santa Biblia se llama a hijos o descendientes de Cam a los que son de raza oscura.

En Chile vio lo que se llama teologado salesiano, una amplia casa donde se han preparado muchos salesianos para salir a hacer apostolado.

El Padre Lemoyne copió el sueño tan pronto se lo oyó contar a nuestro Santo. Y envió copias a las Casas Salesianas de América. Poco después recibía una carta del Superior de Argentina, el Padre Costamagna que le decía: – Junto con el sueño de Don Bosco nos envió una carta en el cual nos dice que no es necesario prestarle mucha atención a sus sueños. Pues dígale al amado Padre que en eso si le vamos a desobedecer, pues sí les vamos a prestar mucha atención a sus sueños, ya que no podemos olvidar que él mismo nos ha dicho estas palabras: “Entre tantas comunidades religiosas que existen, quizás la nuestra es la que con más frecuencia ha recibido mensajes del Cielo”.

Este sueño se ha cumplido maravillosamente en América del Sur.

Actualmente hay en Latinoamérica más de 4,000 salesianos en más de 22 países. En Brasil son 962, con más de cien colegios y en el año de este sueño sólo tenían un colegio en este país. En Argentina son 871 los religiosos de Don Bosco.

En Colombia 375 con 33 casas de educación y bastantes parroquias (y en el año del sueño no habían llegado todavía a este país). En México son 346.

Don Bosco vio que muchos obreros de Europa se irían a las tierras de América en busca de trabajo. Esto sucedió de manera impresionante unos 15 años después cuando millones de europeos emigraron hacia América.

135. La joven vestida de blanco 1885 (MB. 17,374).

La noche del 6 de octubre (1885) soñé que estando yo con un grupo de salesianos, se aparecía una joven vestida con una blanquísima túnica, la cual entregándome una cuchilla podadora me dijo: “Es necesario dedicarse a podar y a cortar las malezas que invaden el camino”. Yo me dediqué a cortar ramas y matas con aquella afilada podadora, aunque el camino se volvía a llenar de malezas. La joven añadió: “Los superiores deben estar siempre de acuerdo entre sí y no dejar para más tarde el hacer las correcciones, cuando sea necesario hacerlas”.

Nota: Don Bosco al narrar este sueño lo explicó así: Las malezas que invaden el camino y que hay que ir cortando continuamente son los libros malos, las publicaciones dañosas, las malas conversaciones y todo aquello que puede oponerse a que la gente viva en gracia de Dios. En esto consiste gran parte de la sabiduría de los superiores de un colegio, en saber quitar del camino de la vida de nuestros jóvenes todas estás hierbas venenosas que hacen un gran mal a sus almas. Si los superiores se esmeran por estar de acuerdo entre ellos, y no se cansan de corregir, aunque no logren quitar del todo estás malezas, si evitaran que ellas invadan el campo espiritual de sus alumnos.

136. El demonio en Marsella 1885 (MB. 17,386).

Estando hospedados en el Congregación Salesiana de Marsella, el Padre Cerrutti oyó por la noche un fuerte grito. Luego lo volvió a oír más fuerte todavía. Se dio cuenta de que aquel grito venía de la habitación donde dormía Don Bosco. Se levantó y se fue a ver qué era lo que sucedía. Entró a la habitación y encontró al Santo, despierto, sentado en el lecho. Lleno de inquietud, le preguntó: – ¿Don Bosco, se encuentra mal? – No, no – respondió con tranquilidad – Vete tranquilo a dormir.

Al día siguiente el Santo le contó el sueño que había tenido: – Vi que el demonio entraba en esta casa. Se fue al dormitorio y pasaba de una cama a otra diciendo: ¡Este es mío! ¡Este es mío! Yo protestaba. De pronto se precipitó hacia uno de aquellos jóvenes para llevárselo. Yo comencé a gritar y él se lanzó sobre mí para estrangularme.

Y al decir esto Don Bosco empezó a llorar y me dijo muy conmovido: – Querido Padre Cerrutti, ayúdeme. He venido a Francia a recoger unas limosnas para el Templo del Sagrado Corazón de Jesús en Roma. Pero en este colegio hay una necesidad espiritual muy grave. Hay que salvar a estos pobres jóvenes. Así que por estos días dejaré toda otra preocupación y me dedicaré a ayudarles a salvarse. Hagamos con estos alumnos un buen Retiro Espiritual.

Aquella noche el Padre Director anunció al alumnado que se haría al día siguiente un Retiro Espiritual y que Don Bosco confesaría a los que desearan confesarse con él.

Y el Retiro Espiritual resultó tan efectivo que el Santo exclamó después emocionado: – El diablo me hizo pasar una mala noche, pero le hemos dado también un estacazo y un golpe bien fuerte.

El Padre Albera, director de aquel colegio añadió: – Hay aquí algunos jóvenes que me han hecho llorar por su mala conducta.

Y el Padre Cerrutti preguntó a Don Bosco: – ¿Los que el diablo se quería llevar sin únicamente los que no se confiesan? Y el buen Padre respondió: – No son solamente los que no se confiesan. Son los que se confiesan pero o no dicen todos sus pecados o se confiesan sin contrición, sin verdadero arrepentimiento.

137. Las misiones de Asia, África y Oceanía 1885 (MB. 17,552).

El 2 de julio de 1885 Don Bosco narró a sus salesianos el siguiente sueño: Soñé que estaba junto a una montaña elevadísima sobre la cual había un ángel que enviaba resplandores hacia regiones lejanas. El ángel tenía en su mano derecha una espada que brillaba como una llama vivísima y con la izquierda señalaba algunas regiones y decía: – El ángel de Axfaxad los invita a combatir las batallas del Señor y a reunir a todos los pueblos en los graneros del Señor.

Luego aparecieron Luis Colle y muchísimos jovencitos y una gran cantidad de ángeles que nos animaban a los salesianos para que no nos detengamos jamás en la labor de evangelizar y de extender la religión.

Y soñé que llegaba al centro de África donde se veían negros por todas partes y oí una voz que decía: – No hay maldición para ellos, sino bendiciones del Creador.

Después soñé que llegaba a Australia y a la gran cantidad de islas que formaban la Oceanía y escuchaba a miles de niños que nos gritaban: – Vengan en nuestro auxilio. ¿Por qué no continúan la obra que otros ya empezaron? Y muchos rodeaban a salesianos que no logré conocer y los recibían cantando: – Benditos los que vienen en nombre del Señor.

Y me pareció que en un futuro habrá allá en esas islas mucho trabajo para los salesianos, y que los trabajos de ellos producirán muy buenos frutos espirituales, porque la mano del Señor estará constantemente ayudándolos si saben agradecer los favores de Dios.

Oh, si los salesianos de ahora pudieran ver dentro de 500 años el destino tan maravilloso que Dios nos reserva para el futuro, si somos fieles.

De aquí a 150 ó 200 años los salesianos estarán extendidos por todo el mundo.

Nosotros seremos siempre vistos con simpatía aun por los malos porque nuestro trabajo en favor de las gentes más pobres y necesitadas atrae las simpatías de todos, de los buenos y de los malos. Habrá alguna cabeza mala que nos quiera acabar, pero esos serán intentos aislados que no tendrán el apoyo de los demás.

Pero todo con estas condiciones: que los salesianos no se dejen dominar por el amor a las comodidades o por el desgano por el trabajo. Que ninguno se deje vencer por la gula. Que todos propaguemos la buena lectura del Boletín Salesiano, y que apoyemos las vocaciones, y también las vocaciones de personas mayores que querrán venir a nuestra Congregación.

El viaje en aquel sueño fue desde Santiago de Chile, por Buenos Aires, Río de Janeiro, Sao Paulo, Cabo de la Buena Esperanza, Madagascar, Golfo Pérsico, Senegal, Ceilán, Hong Kong y Austria.

Explicaciones: Don Bosco hizo averiguar que significaba el nombre del aquel ángel que se llamaba “Ángel de Arfaxad”, y se supo que según la Santa Biblia, Arfaxad fue un descendiente de Sem, hijo mayor de Noé (Génesis, Cap. 10) y que los descendientes de Sem son los habitantes de Asia. Con lo cual se indica que este ángel invitaba a Don Bosco que sus salesianos fueran al Asia. En aquel gran continente tienen ahora los salesianos muchísimas casas y gran cantidad de vocaciones.

En cuanto al África donde vio a tantos negros aguardando la llegada de los salesianos, ya su comunidad tiene casas en casi todo los países de ese continente.

El Santo pensaba con frecuencia en este sueño, hablaba de él con mucha satisfacción y alegría y veía en él una confirmación de lo que ya se le había confirmado en otros sueños. Ahora sus salesianos están en 105 países, tal como le fue anunciado en estos sueños que anunciaban el futuro.

138. Un oratorio para niñas 1885 (MB. 17,418).

El 17 de julio soñé que salía a la calle con mi Mamá Margarita, y con mi hermano José, y que entrábamos a una Iglesia a rezar. Luego llegamos a la gran plaza llamada Víctor Manuel y allí había un numeroso grupo de niñas jugando. Entonces un personaje me dijo: – Por aquí debe fundar un Oratorio o Colegio para las niñas pobres.

– Perdone – le dije – pero esto no me es posible, porque ya tenemos muchos Oratorios y no hay el personal suficiente para fundar otros nuevos.

El personaje añadió: – Pero aquí se necesita un Oratorio o colegio para niñas pobres.

Y en aquel momento todas aquellas niñas dejaron sus juegos y acercándose a mí empezaron a decirme suplicantes: – Oh Don Bosco: recíbanos en su Oratorio. Estamos desprotegidas en lo espiritual y el enemigo de las lamas nos puede hacer muchísimo mal. ¡Por favor: socórranos! Abra para nosotros un Colegio y Oratorio donde nos instruyan y nos salven.

Yo les dije: – Recen al Señor y Él se encargará de ayudar en esto.

– Sí, rezaremos, rezaremos. Pero ayúdenos. Llévenos también a nosotras a cobijarnos bajo el manto de María Auxiliadora.

Nota: No es ésta la primera vez que Don Bosco siente que las niñas le piden que funde obras y casas religiosas para protegerlas e instruirlas en la religión. El mismo Sumo Pontífice Pío IX cuando le aconsejó que fundara una comunidad de religiosas para instruir a la juventud femenina le dijo: “¡También por las niñas murió Jesús!”. Recuerde que ellas son más inclinadas a la piedad y que instruyéndolas en la religión se pueden conseguir grandes progresos espirituales.

Como el colegio para niñas pobres que le fue pedido en este sueño, las religiosas salesianas, las Hijas de María Auxiliadora tienen ahora 1,300 colegios para educar a las niñas en 75 países. Y María Auxiliadora las protege admirablemente.

139. Trabajo, trabajo, trabajo 1885 (MB. 17,331).

En el mes de septiembre (1885) soñé que viajaba había Castelnuovo y que por el camino se me acercaba un venerable anciano el cual me decía: – ¡Trabajo, trabajo, trabajo! Este debe ser el objetivo y la gloria de un sacerdote. No desanimarse nunca en el trabajo y no dejar de trabajar. ¡Cuántas almas se salvarían su los sacerdotes trabajaran más! ¡Cuántas cosas se haría para gloria de Dios! ¡Oh, si el misionero cumpliera de verdad con sus deberes de misionero y si el párroco se dedicara con toda el alma a cumplir sus deberes de párroco! ¡Qué prodigios de santidad se verían por todas partes! Pero desafortunadamente muchos tienen miedo al trabajo y prefieren dedicarse a una vida comodona y descansada.

Yo le dije que era una verdadera lástima la escasez de sacerdotes y él me dijo: – Es cierto que hay escasez de sacerdotes, pero si cada sacerdote cumpliera exactamente con sus propios deberes, casi serian suficientes los que hay. ¡Cuántos sacerdotes hay que hacen muy poco de lo que les obliga en conciencia hacer como sacerdotes! Algunos se quedan solamente atendiendo a su familia. Otros por timidez permanecen ociosos. Mientras que si dedicaran a confesar, a enseñar catequesis, a propagar la religión, llenaría un gran vacío, que hay en el campo de la Iglesia. Dios proporciona las vocaciones según las necesidades que se van presentando en la Iglesia. Cuando el gobierno puso obligatorio el servicio militar para los seminaristas, muchos pesimistas creyeron que las vocaciones se iban a acabar, y entonces fue cuando más aumentaron.

– ¿Y qué habrá que hacer para conseguir más vocaciones? – le pregunté.

– Ante todo que se cultive y se conserve entre los jóvenes la moralidad, la pureza. La moralidad es como un semillero del cual nacen muchas vocaciones.

– Y cada sacerdote ¿qué será lo que tiene que hacer para que su propia vocación produzca más frutos espirituales? – Ante todo lo que dice San Pablo: “Que cada uno aprenda a gobernar y santificar muy bien su casa” (1 Tim. 5,8). Que cada cual sea ejemplo de santidad en el sitio donde trabaja y para las personas con las cuales trata. Que cuiden mucho para no dejarse dominar por la gula en el comer o en el beber, y que no se dediquen con demasiado afán a las cosas materiales. Que cada uno sea ante todo modelo de santidad para los que viven cerca de él. Después ya lo será para los demás.

El venerable sacerdote se despidió de mí y… yo me desperté.

140. Sueño acerca de la muerte de un seminarista y un alumno 1885 (MB. 17,434).

El 21 de octubre de 1885 murió santamente en el Oratorio el seminarista salesiano Francisco O’Donellan. La noche siguiente tuvo Don Bosco el siguiente sueño: Fui a acostarme con el pensamiento de la muerte del clérigo O’Donellan y sentía deseo de saber qué destino habría tenido en la eternidad. Y empecé a soñar.

Vi a O’Donellan tan hermoso y resplandeciente que parecía un ángel. Y al lado mío caminaba un joven alumno nuestro, con la cabeza muy agachada y con apariencia de estar desesperado y muy triste.

Llegamos luego a un palacio de una hermosura extraordinaria y allí estaba una señora que resplandecía en medio de un multitud de rayos de colores.

 

La rodeaba un inmenso grupo de ángeles. La señora dijo con voz muy amable al recibir a nuestro clérigo: – He aquí mi hijo muy amado, que brillara como el sol por toda la eternidad.

Y el clérigo O’Donellan entró gozoso en aquel gran palacio.

Luego vi que aparecían dos fieras horrendas las cuales se lanzaron contra el joven triste que estaba allí cerca, para destrozarlo en pocos momentos.

Yo quise defender al pobre joven que gritaba pidiendo auxilio; y me lance contra las terribles fieras, pero se volvieron contra mí y al ver sus afilados dientes sentí tan grande miedo que… me desperté.

Nota: El secretario de Don Bosco que dormía en la pieza cercana, al oír sus gritos pidiendo auxilio entró a su habitación y lo encontró muy asustado.

La narración de este sueño a los alumnos les causó gran conmoción. Esa misma mañana los que aun no se habían confesado hicieron una buena confesión. Todos, menos uno, que se llamaba Arquímedes Accornero. Al fin el Padre Francesia lo convenció de que subiera a la habitación de Don Bosco y se confesara con el Santo. Pero había allí bastantes aguardando turno y el muchacho no quiso aguardar y no se confesó tampoco esa noche.

 

Afortunadamente al día siguiente el Santo sacerdote Esteban Trione al saber que tampoco se había confesado y que el año anterior había tenido muy mala conducta, tanto que los superiores habían pensado que no volviera más al colegio, y que ese año aceptado a base de ruegos, también llevaba una conducta muy indeseable, se fue a charlar con él y de tal manera lo supo convencer que lo llevó a donde Don Bosco y consiguió que se confesara con el Santo.

Esa misma tarde el joven Accornero ayudaba a llevar un montón de catres de hierro por una escalera arriba. El montón cedió y se vino escalera abajo y lo aplastó. Quedó sin sentido y sin habla y a la medianoche ya estaba muerto.

La mamá al saber la muerte de su hijo (que estaba en 7o. grado de bachillerato) lo primero que preguntó fue esto: “¿Se suicidó?”. Hasta ante la misma mamá tenía fama de triste y malgeniado. Afortunadamente Don Bosco se había interesado mucho por él y logro que lo convencieran para que se confesara. Y muy a tiempo que lo hizo.

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