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Beata Ana de los Ángeles Monteagudo (1602-1686)
Religiosa, Beata peruana
Fiesta: 10 de enero

 

 

 

 

Nació en Arequipa el 26 de julio de 1602, hija del español Sebastián Monteagudo de la Jara y Francisca Ponce de León.

Conforme a costumbres de la época, Ana fue internada por sus padres en el monasterio de Santa Catalina. Vuelta al hogar por decisión de sus padres, no le satisfacieron los halagos del mundo ni las perspectivas de un ventajoso matrimonio. Deseaba hacerse religiosa y lo puso en práctica ante la indignada reacción de sus padres. Soportó con paciencia y ánimo invicto las contrariedades y emprendió la senda de la perfección.

En 1618 inicia el noviciado y añade a su nombre el apelativo "de los Ángeles". La aspereza de la vida conventual no la arredra. Vive con entusiasmo el ideal de Domingo de Guzmán y de Catalina de Siena. Con el tiempo llega a ser Maestra de novicias y Priora (1647). Acomete con energía la reforma del monasterio. Amonesta y corrige, anima y promueve.

Además de las profesas, habitaban por esa época en el monasterio cerca de 300 personas, no todas imbuidas del deseo de perfección. La obra de Ana de los Ángeles chocó con oposiciones tenaces. Sor Ana atendió asimismo, abnegada y heroicamente, a las víctimas de una peste que azotó Arequipa. Tuvo altísima oración, esmerada perfección en las virtudes propias de la vida religiosa, serenidad y paciencia en los sufrimientos. Falleció el 10 de enero de 1686.

El 5 de febrero de 1981 el papa San Juan Pablo II, dio por válido el milagro atribuido a Sor Ana de los Angeles. Obrado en favor de la señora María Vera de Jarrín, a la cual curó de un terrible cáncer de útero en tercer grado. La Sra. María Vera de Jarrín, madre de familia, nacida en Arequipa en 1886, fue sometida el día 2 de Noviembre de 1931 a un examen médico del útero, pues padeció frecuentes hemorragias. Como empeorara su salud, el día 10 de Marzo de 1932 fue sometida a una exploración más profunda en el Hospital Goyeneche. Abierta la parte inferior del abdomen, se descubrió, sin ninguna duda, un gravísimo tumor canceroso, que no sólo afectaba al útero sino que se extendía por toda la zona pélvica.

No teniendo ninguna posibilidad humana de curación, los médicos omitieron todo tratamiento. No habían transcurrido dos días, cuando la enferma se sintió mejor. Su proceso de recuperación fue acelerándose, de tal manera que al cabo de un mes se la consideró apta para seguir cumpliendo sus quehaceres domésticos. Tres médicos, admirados por ello pensaron inmediatamente en una curación milagrosa. Lo mismo creyeron la enferma, sus parientes y amigos, quienes con indesmayable esperanza habían rogado a Sor Ana de los Ángeles su pronta curación. María Vera de Jarrín entregó su alma a Dios en el año 1966 sin tener ningún indicio de aquella maligna enfermedad. Beatificada en Arequipa por San Juan Pablo II en 1985.

Fuente: Corazones.org de SCTJM (Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María) / ACI Prensa

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