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HABLEMOS DEL DIABLO

Capítulo 9 - "El espiritismo"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El espiritismo es la doctrina que enseña que por medio de un intermediario, llamado "médium", puede haber comunicación con los espíritus de los difuntos, para preguntar algo o para solicitar ayuda. Desde muy antiguo las personas han intentado comunicarse con los espíritus. En la Biblia, aparece el rey Saúl que va a consultar a una espiritista en Endor. Es reprendido duramente por el profeta Samuel. Saúl termina suicidándose. Alejandro Magno, antes de una batalla, consultaba a los espiritistas. En la Edad Media abundaron los magos y espiritistas.

El espiritismo moderno, se inició en Nueva York, en 1848, por medio de las adolescentes hermanas Margarita y Katie Fox. Ellas comenzaron a escuchar toques misteriosos. Optaron por preguntar quién era. Sugirieron que si se trataba de un viviente, que diera un toque. Si era un espíritu que diera dos toques. De esta manera, según cuentan ellas, aprendieron a comunicarse con el espíritu de Charles Rosna, que había sido asesinado a los 31 años. Lo que hacían las hermanas Fox, en Nueva York, comenzó a ser noticia destacada y se extendió por todo el mundo. Así nació el espiritismo moderno. Uno de sus ideólogos fue Allan Kardec.

Las hermanas Fox terminaron muy mal: en la pobreza y en el alcoholismo. Una de ellas, Margarita, en 1888, en la Academia de música de Nueva York, dio testimonio de que todo había sido un fraude y que ésa era la gran pena de su vida. Pero la gente ya se había embarcado en el espiritismo, y no tomaron en cuenta el testimonio de Margarita Fox.

Enseñanzas básicas del Espiritismo

Para el espiritismo, Dios es sólo una "inteligencia cósmica", Creador y sustentador del mundo; pero se encuentra muy alejado de los seres humanos. Por eso, es más fácil tener acceso a los espíritus. Los espiritistas no aceptan la Biblia como Revelación de Dios; confían, más bien, en las revelaciones de los espíritus.

Los espiritistas creen en la reencarnación. Según ellos, cuando alguien muere, su alma se reencarna en otro cuerpo de un ser superior o inferior, según la bondad o maldad en su vida. Para los espiritistas, Jesús únicamente es un ser extraordinario, un "médium excepcional" para comunicarse con Dios. Los espiritistas no reconocen la Divinidad de Jesús. No lo aceptan como Salvador, que muere para redimir a los seres humanos. Según los espiritistas, no existe el infierno. El médium, para los espiritistas es el que ha sido dotado de esta cualidad para poder comunicarse con los espíritus y transmitir a los demás sus mensajes.

Una reunión espiritista

Los espiritistas se reúnen en un salón alrededor de una mesa redonda. Se toman de las manos y apagan las luces. En ese momento, el "médium" entra en trance y comienza a recibir mensajes de los espíritus, acerca de lo que los participantes han preguntado. Por lo general, le cambia la voz al médium.

Durante la reunión espiritista, suceden fenómenos impactantes: mesas que ladean, objetos que se elevan o aparecen flotando. Muchos de los que acuden a estos centros espiritistas van para tener el consuelo de comunicarse con sus difuntos o para recabar alguna información acerca de algo que les preocupa. Algunos van para pedir que se haga un maleficio contra determinada persona. También acuden para ser librados de algún maleficio que les hubieran hecho.

¿Qué dice la ciencia?

Los sacerdotes y científicos José María Heredia y el Padre Irala estudiaron desde un punto científico el espiritismo. Llegaron a la conclusión de que los espíritus no tienen nada que ver con relación a los fenómenos espectaculares, que se dan en los centros espiritistas. Más bien ahí se ponen en juego poderes mentales, parasicológicos e hipnóticos.

Hoy día los estudios más serios y documentados sobre el espiritismo llegan a la conclusión de que la mayor parte de casos se deben a puros y simples fraudes. Sin embargo consideran que un porcentaje mínimo se debe a verdadero trato con los espíritus malignos (magia diabólica), mientras que un porcentaje de casos se explican por los fenómenos metapsíquicos, cuyas posibilidades naturales son amplias y no totalmente conocidas aun por la ciencia (parapsicología).

La asistencia a las reuniones espiritistas está gravemente prohibida por la Iglesia. Son muchísimas las personas que confiesan que en esos lugares las han engañado al mismo tiempo que las han estafado. Hay que comenzar por decir que muchas de las personas que van a esos lugares, son personas asustadas y desorientadas, inclinadas a la credulidad, a aceptar cualquier cosa que se les diga. Por lo general, cuando una persona llega, lo primero que hacen, es aterrorizarla asegurándole que ven detrás de ellas una "sombra" horrible; que hay un tremendo maleficio en su vida. Ése es el primer paso. El segundo paso consiste en que le ofrecen ayuda, pero le hacen ver que todo esto es muy complicado y que cuesta mucho dinero. Tercer paso: la gente, atemorizada en exceso, termina haciendo todo lo que le dicen y pagando, lo que le piden para solucionar su "peligrosa situación".

Si fueran solamente personas sencillas las que son engañadas, no habría por qué admirarse. Pero, con mucha frecuencia, los que caen en la trampa son profesionales, personas de cierta cultura en su rama profesional, pero con una ignorancia crasa en los fundamentos de la religión cristiana. Una persona aterrorizada, en un ambiente de misterio y miedo, ya no piensa con lucidez. Aceptan todo lo que le dicen.

He sabido de casos en los que el médium le ha dicho a alguna mujer, que los va a consultar, que parte esencial de la liberación, que necesita, es que tenga una relación sexual con él. Mujeres atontadas y amedrentadas, confiesan que han aceptado lo que les proponía el médium, con tal de ser liberadas del maleficio.

Orientación cristiana

La Biblia es muy específica al condenar tajantemente el espiritismo. Dice el libro del Deuteronomio: "Que nadie de ustedes ofrezca en sacrificio a su hijo haciéndolo pasar por el fuego, ni practique la adivinación, ni pretenda predecir el futuro, ni se dedique a la hechicería, ni consulte a los adivinos y a los que consultan a los espíritus, ni consulte a los muertos. Porque al Señor le repugnan los que hacen estas cosas" (Dt 18,11-12). En el Levítico, el Señor dice: "No recurran a espíritus y adivinos. No se hagan impuros por consultarlos. Yo soy el Señor su Dios" (Lv 19,31).

Si el Señor prohíbe estas prácticas espiritistas es porque como Padre quiere evitar a sus hijos la "contaminación" y el influjo de las "malas presencias" que se dan en los centros espiritistas. Para uno que es cristiano es como un "adulterio" espiritual. Se acude a "otros dioses", como que el Señor no fuera suficiente para auxiliar a sus hijos a quienes ha prometido protegerlos y cuidarlos.

En muchísimas oportunidades, he tenido que atender a personas que vienen con temores excesivos porque oyen voces extrañas, perciben presencias malas en sus vidas, han perdido la serenidad, el gozo de que gozaban antes. Lo primero que hago es preguntarles si han frecuentado centros espiritistas. La casi totalidad de estas personas responden afirmativamente. Cuando son jóvenes, por lo general, han jugado "güija", un método también de tipo espiritista, que causa tantos males psicológicos y espirituales a muchas personas.

Las personas, que acuden a centros espiritistas, en el fondo, por más que se declaren cristianas, creen que tiene fe sólo porque tienen algunas prácticas piadosas. Lo cierto es que, propiamente, no tienen fe porque, al ir al centro espiritista, desobedecen la Palabra de Dios, y demuestran que creen más en lo que enseñan los espiritistas que lo que enseña Dios en la Biblia, y lo que enseña la Iglesia.

Al introducirse en esos lugares, en donde se mueven fuerzas extrañas, que, ciertamente no son de Dios, que prohíbe el espiritismo, la persona se expone a la contaminación maléfica. La persona que va a un centro espiritista, al renegar, automáticamente, de su fe en Jesús, le está abriendo la puerta a los malos espíritus, que ingresan en su vida y en su casa, y causan estragos espirituales y materiales.

Varios de los que van a centros espiritistas, alegan de que allí hay cuadros del Sagrado Corazón, veladoras, cuadros de la Virgen María. Jesús es muy explícito cuando dice: "No todos los que me dicen: Señor, Señor, va entrar en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad del Padre que está en el cielo" (Mt 7,21). No se puede ser cristiano y espiritista al mismo tiempo. No se puede servir a dos señores al mismo tiempo. De nada valen los cuadros de Jesús y de la Virgen María, las veladoras y las candelas, si se desobedece lo que indica la palabra de Dios, que afirma que "A Dios le repugnan los que consultan a adivinos y a espiritistas" (Dt 18,11-12).

Un hombre, totalmente angustiado, se me presentó. Afirmaba que no lograba dormir, que en todas partes se sentía perseguido y turbado por el espíritu de Judas. Que esto le sucedía desde hacía 1500 años. Este individuo era un clásico espiritista. Creía en la reencarnación; según él, había pasado ya por varios cuerpos en varias vidas. Me pedía ayuda. Por supuesto, le hice ver que para poderlo ayudar, primero, tenía que confesar su pecado y renunciar al espiritismo, por causa del cual le había sucedido todo lo que estaba padeciendo. Este señor no quiso renunciar de ninguna manera al espiritismo. Afirmó que era lo único que lo podía ayudar. No pude hacer nada por él. Únicamente, en mi oración privada, le pedía al Señor que tuviera misericordia de él. Jesús no nos habló de reencarnaciones, como enseña el espiritismo. Jesús nos prometió la resurrección en cuerpo y alma al final de los tiempos.

¿Los espíritus o el Espíritu?

Se me presentó una señora muy alterada; me dijo que había ido a un grupo de oración de la Renovación carismática católica y que allí, después de rezar por ella, le habían dicho que debía quitarse un medallón que llevaba al cuello porque tenía alguna contaminación maléfica. La señora me dijo que seguramente esos "carismáticos" no querían a la Virgen, pues el medallón era de la Virgen María. Me llamo la atención de que le hubieran dicho a la señora en un grupo de oración que se quitara el medallón de la Virgen. Pero como era una persona de mucho discernimiento religioso la que se lo había dicho, pensé en profundizar más en el asunto. Le pregunté a la señora que cómo había adquirido esa medalla. Me refirió que su mamá, que tenía un centro espiritista, en una isla del Caribe, le había regalado el medallón que había sido "bendecido" en ese centro espiritista. Inmediatamente capté dónde estaba el problema. Le hice ver a la señora el gran discernimiento que el Espíritu Santo le había dado a la persona que le había indicado que había algo malo en el medallón. No era la medalla de la Virgen la causante del problema, sino el lugar de donde venía esa medalla, de un centro espiritista, prohibido expresamente por Dios. La señora, entonces, comprendió por qué su medallón estaba contaminado espiritualmente porque provenía de un centro espiritista.

Muchos dicen que fueron sólo por curiosidad. Si por curiosidad usted se mete en la jaula de un león rugiente, no le garantizo que le vaya a ir muy bien. La Biblia llama al demonio "león rugiente que anda rondando viendo a quién devorar" (1 Pe 5,8). Muchos "cristianos de nombre", no de corazón, se han ido a meter a la jaula del león rugiente, y han sido heridos por sus terribles zarpazos. Por misericordia de Dios todavía tienen oportunidad de arrepentirse, de ser perdonados, y, en lugar de confiar en los espíritus, ser llenados por el Espíritu Santo, que es la plenitud de la bendición de Dios para sus hijos. Uno que está lleno del Espíritu Santo no necesita ir a buscar la ayuda de los espíritus, que, ciertamente, no vienen de parte de Dios, que prohíbe el espiritismo.

Fuente: "Hablemos del Diablo" Padre Hugo Estrada, SDB -Editorial Salesiana Guatemala 2012-Nihil Obstat-con licencia eclesiástica.

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