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HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA​

CAPÍTULO 8 "LAS PRIMERAS HEREJÍAS Y DIVISIONES EN LA IGLESIA"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya en tiempos de San Pablo aparecieron algunos grupos, sectas diríamos hoy, con doctrinas desviadas que sembraban la confusión y división en la comunidad:

"Me asombra que ustedes se hayan alejado tan pronto de Dios, que los llamó por la gracia de Cristo, están pasando tan pronto a otro evangelio. No es que exista otro evangelio, pero hay algunos que los molestan y quieren cambiar el Evangelio de Cristo... y, como ya lo tengo dicho, ahora lo repito: Si alguno les anuncia un evangelio distinto del que han recibido, ¡sea maldito de Dios!" (Gal 1, 6-9).

La palabra herejía quiere decir "error o desviación doctrinal". Por ejemplo, una herejía es negar la divinidad de Jesucristo. Desde el tiempo de los Apóstoles, la Iglesia tuvo que hacer frente a los errores doctrinales o herejías. El Evangelio de Juan se enfrenta con dos de ellas: los judaizantes y los gnósticos. La desaparición de los Apóstoles, "testigos oculares" de Jesús, produjo un cierto temor de que la doctrina del Evangelio pudiera irse por caminos equivocados. Por eso en las Cartas pastorales (Tito y Timoteo) se insiste en la "sana doctrina" contra los falsos predicadores (1 Tim 1,10; 63; 2 Tim 1,13; Tit 1,9; 1 Tim 4,1-2...). Entre las desviaciones doctrinales o herejías más sobresalientes están:

1. Judaizantes

Al extenderse el cristianismo entre los pueblos paganos, algunos judío-cristianos pretendieron imponer la práctica de la Ley de Moisés, como la circuncisión, a los cristianos provenientes del paganismo. La palabra judaizante está tomada de Gal 2,14, donde Pablo le dice a Pedro: "Si tú, que eres judío, vives a la manera de los demás pueblos, dejando las costumbres de los judíos, ¿por qué obligas a los paganos a judaizar?" El Concilio de Jerusalén, y sobre todo Pablo en su Carta a los Gálatas y a los Romanos, rechazaron este error, proclamando que Cristo nos liberó de la ley y sólo su gracia nos salva. Los judaizantes crearon divisiones en las comunidades joánicas (de San Juan).

2. Gnosticismo

Esta palabra viene del griego "gnosis" (conocimiento). Los gnósticos se remontan al siglo I. No constituían al principio una secta separada, sino una corriente espiritual dentro de la Iglesia. Decían que hay dos principios: uno del bien (Dios) y otro del mal (la materia). Los gnósticos se caracterizan por el dualismo, es decir, por hacer una separación radical entre lo espiritual y lo material. Desprecian lo material, creen que el alma está encarcelada en el cuerpo. Desprecian la sexualidad. Consecuentemente, niegan que Jesucristo es verdadero hombre y dicen que sufrió sólo en apariencia, porque no tenía cuerpo real sino fantástico. Los gnósticos se dividieron en más de treinta sectas. Fueron combatidos por los escritos del Apóstol Juan y Pablo y, posteriormente, por el papa San Telesforo (año 142-156) y el obispo San Ireneo de Lyón. La gnosis es una corriente espiritual que vuelve a aparecer una y otra vez en la historia del pensamiento humano, sobre todo en épocas de crisis.

3. Montanismo

En bastantes comunidades había una corriente de que el fin del mundo estaba próximo. Esto dio origen a un movimiento carismático y apocalíptico que fue cayendo en algunas desviaciones doctrinales y en posturas fanáticas. Dentro de esta corriente, hacia el año 172, aparece Montano. Fue un presbítero oriundo de Frigia (Asia Menor). A mediados del siglo II empezó a predicar una moral extremadamente rigurosa y austera. Los montanistas exigían la práctica de largos ayunos, prohibían casarse en segundas nupcias, negaban los sacramentos a los que habían pecado mortalmente después del bautismo, se abstenían de espectáculos, prohibían los collares y aretes en las mujeres y, en tiempo de persecución llamaban a buscar el martirio. Todo esto lo hacían para prepararse al reinado de los mil años de Cristo en la tierra.

A este movimiento se adhirió el teólogo y escritor africano Tertuliano en el último periodo de su vida, hacia el año 240. El montanismo exaltaba exageradamente lo carismático sobre lo institucional y jerárquico. E intentó una pastoral de "ghetos", de perfectos, de puros, pero muchos caían en la soberbia. Tal vez, eran puros como ángeles, pero algunos eran soberbios como diablos.

La Iglesia condenó esta desviación. Sin embargo, siempre ha llamado, y sigue llamando, a la práctica de una vida sobria, austera, asumiendo una actitud de pobreza evangélica en solidaridad con los pobres, pero sin caer en extremismos fanáticos. Y en cuanto al martirio, la Iglesia no busca la persecución y la muerte. Su proyecto es la vida, pero está dispuesta a asumir el martirio como última salida, porque para el cristiano lo más importante es la fidelidad al reino de Dios, por encima de la propia vida.

 

4. Maniqueísmo

Esta doctrina tiene rasgos parecidos a los gnósticos. Se caracterizaba por su doctrina dualista, es decir, que contrapone lo espiritual a lo material. Su fundador fue Maniqueo, nacido en Persia en el año 240. Decía que hay dos seres eternos: Dios y Satanás. Dios es el principio del bien y de la luz. Satanás es el principio del mal y de las tinieblas. Del principio malo salió la humanidad y todo lo material. Dicen que Cristo vino para enseñarnos a liberarnos de lo material por el conocimiento de la verdadera ciencia. Este movimiento estuvo muy extendido dentro del Imperio romano. San Agustín era miembro de esta secta hasta que se convirtió al cristianismo. El maniqueísmo perduró hasta el siglo VII.

5. Arrianismo

El problema del arrianismo es un tema demasiado complejo para condensarlo en pocas líneas. Tomó el nombre de su fundador, Arrio (260-336), presbítero de Alejandría. Era un hombre con ambiciones de poder que, por no haber podido conseguir el patriarcado de Alejandría, tomó una actitud rebelde. Después en sus reflexiones y predicaciones comenzó a negar la divinidad del Verbo.

Decía que el único Dios verdadero es el Padre, y que el Verbo es divino sólo por participación y adopción. Por lo tanto negaba la divinidad de Jesucristo: Jesús es Hijo de Dios sólo en sentido adoptivo. El arrianismo tuvo muchos adeptos en Alejandría y entre los reyes visigodos de España. Fue combatido por el Concilio de Nicea y el de Toledo.

6. Nestorianismo

Su impulsor fue Nestorio, obispo-patriarca de Constantinopla (428 al 431). Era un hombre profundamente amante de Jesucristo, inquieto, dinámico, movido por una gran libertad de espíritu, pero intransigente frente a los que opinaban de una manera diferente a la suya. Nestorio y sus seguidores distinguían dos personas en Jesucristo: una persona divina y otra humana. A esta desviación doctrinal salió al paso el tercer Concilio de Éfeso (año 431).

En este concilio quedó definido que en Jesucristo sólo hay una persona divina, y que por lo tanto, puede ser llamado Dios-Hombre u Hombre-Dios. Nestorio se negó a llamar a María "Madre de Dios", admitiendo sólo el título de "Madre de Cristo", a quien profesaba una gran devoción.

 

7. Pelagianismo

Pelagio era un monje irlandés. Vivió durante mucho tiempo en Roma (del 384 al 410), muriendo en el año 419. Enseño que el ser humano puede hacer el bien y evitar el pecado con sus solas fuerzas, y que la gracia divina es sólo una ayuda externa, un estímulo para seguir el ejemplo de Cristo. Por lo tanto, exaltaba la eficacia del esfuerzo de la voluntad en la práctica de la vida cristiana. También defendía que el pecado original cometido por Adán y Eva fue sólo un mal ejemplo, pero no dejó secuelas en la naturaleza del ser humano y que, por lo tanto, la redención de Jesucristo consiste en la elevación a una vida más perfecta.

Consecuentemente, defendía que el bautismo sólo perdona los pecados personales. Entonces, sus discípulos concluyeron que no había que bautizar a los niños. San Agustín estuvo un tanto influenciado por el pensamiento pelagiano.

8. Priscilianismo

Doctrina vivida y predicada por el obispo Prisciliano de Ávila (España) el año 380. Este obispo, muy influenciado por el gnosticismo, predicaba y exigía a sus fieles una vida rígida y austera. Aconsejaba la continencia sobre el matrimonio. Prisciliano fue condenado por el Sínodo de Zaragoza, y decapitado por orden del emperador Máximo. Fue el primer caso de un cristiano condenado a muerte bajo la acusación de herejía desde que el cristianismo había sido reconocido por el Estado. La ejecución de Prisciliano despertó la indignación de las personalidades religiosas de la época, especialmente del papa San Dámaso y de San Ambrosio de Milán, pese a que no aceptaban sus ideas (Franco Pierini. Historia de la Iglesia, I).

Conclusión:

Aparte de estos errores teológicos, llamados herejías, que hubieran podido ser discutidos mediante el diálogo para llegar a un acuerdo doctrinal, lo lamentable es la actitud soberbia e intolerancia de algunos de sus fundadores o seguidores, e incluso también de algunos obispos y papas de la Iglesia católica, creando de este modo divisiones en la comunidad cristiana.

Los concilios de Nicea, Éfeso, Calcedonia y Constantinopla, que veremos en los capítulos siguientes, trataron de salir al paso de las desviaciones doctrinales, ayudando a definir los grandes dogmas de fe en torno a Jesucristo, pero no estuvieron exentos de cierta actitud de intransigencia. Pero lo más lamentable es el caso del obispo Prisciliano. Él podría estar equivocado, e incluso un concilio podría censurar sus doctrinas, pero esto no justifica que el Estado intervenga condenándolo a muerte. Esto es todavía peor pecado que todas las desviaciones doctrinales.

De todas maneras, creemos que en estos errores doctrinales y en las consiguientes condenas llevadas a cabo en los concilios, se refleja notablemente el tipo de religión que se vivía en aquella época, influencia por la filosofía griega. Era una religión de tendencia ontológica, es decir, más inclinada a discusiones filosóficas que al desarrollo de la dimensión ético-profética de la fe. Se daba más importancia a la ortodoxia (recta doctrina) que a la ortopraxis (la práctica cristiana).

Estas discusiones religiosas se hacían cada vez más abstractas y lejanas del pueblo. Sólo estaban al alcance de teólogos y filósofos. En consecuencia, el pueblo sencillo fue quedando cada vez más marginado. Por eso hoy nos preguntamos: ¿Dónde quedaba, en todos estos movimientos heréticos y en las condenas que se hizo de ellos, la práctica de la justicia y la misericordia exigida por Jesús? ¿Dónde quedaba la opción por los pobres? En definitiva, ¿Dónde quedaba el compromiso de hacer presente el reino de Dios?

Es necesario buscar cada vez más la "sana doctrina", pero respetando al mismo tiempo un sano pluralismo teológico dentro de la Iglesia, pues la verdad absoluta nadie la tiene, sino sólo Dios.

"Que todas las verdades se pongan a conversar... Dios de todas las verdades y de toda la verdad, donde hay amor, seguro que allí estás". (Obispo Pedro Casaldáliga)

Todas estas herejías desaparecieron en el transcurso del tiempo. Sin embargo, hoy día han aparecido muchas sectas con algunas características parecidas a aquellas herejías antiguas.

Fuente: "Historia de la Iglesia Católica" - 25 Edición- Fernando Bermúdez, Diócesis de San Marcos, Guatemala. Editorial Católica Kyrios. Autorizado por: Monseñor Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, Obispo de San Marcos.

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