top of page

HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA

​CAPÍTULO 22 "EL CONCILIO VATICANO II, UN NUEVO PENTECOSTÉS (1962-1965)"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1. La figura profética de San Juan XXIII

Circulaban en la Iglesia, entre obispos y teólogos, estas dos tendencias que hemos señalado. Sin embargo, la alta jerarquía de la Iglesia seguía estancada en el mismo estilo de vida y de enseñanza, mientras que el mundo cambiaba y avanzaba. Pero, un día "vino un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan", el Papa San Juan XXIII, que tuvo la inspiración divina de convocar a un gran Concilio ecuménico.

¿Quién era san Juan XXIII? Su nombre: Angelo Giuseppe Roncalli, nació en 1881 en Sotto il Monte, provincia de Bérgamo, al norte de Italia, de una humilde familia campesina, trabajadora y religiosa. Fue educado en un catolicismo tradicional y conservador. Era un hombre de una profunda vida espiritual. Desde sus primeros años de sacerdocio, comenzó a abrirse al mundo y preocuparse por los problemas sociales con una gran vocación pastoral.

En 1958 es elegido papa, cuando tenía 78 años de edad, para suceder a Pío XII. Tres meses después, el 25 de enero de 1959, en la basílica de San Pablo de Roma se proclamó. En 1958 es elegido papa, cuando tenía 78 años de edad, para suceder a Pío XII. Tres meses después, el 25 de enero de 1959, en la basílica de San Pablo de Roma, proclamó: "Hay que abrir las ventanas de la Iglesia para que penetren aires nuevos y así vivir una fe nueva y más viva. Hay que sacudir el polvo imperial que se ha acumulado sobre la sede de Pedro desde Constantino..." Y convocó a la celebración de un Concilio ecuménico. La noticia conmocionó a la Iglesia y al mundo.

Juan XXIII era un hombre sencillo, profundamente evangélico, que escuchó la voz de Dios que le llamaba a renovar la vida de la Iglesia y hacerla capaz de responder pastoralmente a los problemas del mundo actual. Para él, la Iglesia no podía seguir defendiéndose de los ataques del mundo y condenando a todo el que se le opusiera. Ahora debía tomar la iniciativa y ser en verdad Madre y Maestra de la humanidad.

El Papa invitó a los hermanos de las Iglesias Protestantes y Ortodoxas para asistir al Concilio como observadores. Él repetía con frecuencia: "Los que creemos en Cristo no podemos vivir divididos. Pensemos en lo que nos une, no en lo que nos separa". San Juan XXIII murió en junio de 1963, en pleno Concilio. Murió ofrendando su vida por el éxito de la asamblea conciliar, por la Iglesia y por toda la humanidad. Era un hombre en cuyo corazón cabía todo el mundo. Creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, católicos y protestantes, todos lloraron su muerte. Era el "Papa bueno", que se ganó a todo el mundo.

El papa San Juan XXIII no ha muerto. Él vive en la Iglesia a la que amó y llamó "Iglesia de los pobres". Él quería una Iglesia sencilla, como la quiso Jesús de Nazaret, una Iglesia comprometida con la paz del mundo y constructora del Reino de Dios. San Juan XXIII fue un profeta enviado por Dios para renovar la Iglesia. San Juan XXIII fue beatificado por el Papa san Juan Pablo II en septiembre del año 2000. Fue canonizado junto a San Juan Pablo II por el Papa Francisco el 27 de abril del 2014. Su cuerpo permanece incorrupto.

2. El Concilio Vaticano II

San Juan XXIII preparó el Concilio durante cuatro años. Con la participación de todos los obispos del mundo (alrededor de 2,500 obispos), el Concilio comenzó en octubre de 1962 y terminó el 8 de diciembre de 1965. El Papa veía la necesidad de una puesta al día de la Iglesia con la realidad del mundo y sus graves problemas, para poder ser una voz y luz de esperanza. Tres objetivos movieron a San Juan XXIII a convocar el Concilio: la apertura de la Iglesia al mundo; la unidad de los cristianos, y la Iglesia de los pobres en fidelidad al Evangelio. El Concilio Vaticano II no se propuso condenar doctrinas y pronunciar anatemas, como lo hicieron los concilios anteriores, sino presentar el mensaje cristiano con un lenguaje renovado, para orientar a la humanidad.

Los principales temas que tocó el Concilio fueron los siguientes:

  • Sobre la Iglesia (Lumen Gentium)

  • Sobre la divina revelación (Dei Verbum)

  • Sobre la liturgia (Sacrosanctum Concilium)

  • Sobre la Iglesia en el mundo (Gaudium et Spes)

También trató sobre el ministerio de los obispos y sacerdotes, sobre los laicos, la vida religiosa, el ecumenismo...

El Concilio dijo:

  1. Que la Iglesia no sólo son los obispos, sacerdotes y religiosas, sino todo el pueblo de los bautizados. La Iglesia es Pueblo de Dios. El Concilio rompe el viejo concepto de Iglesia piramidal. (Lumen Gentium, n.6).

  2. Que se debe desarrollar la solidaridad entre las iglesias de los diferentes países, especialmente de los ricos a los más pobres.

  3. Que Dios está en todas las culturas, pues en todas se manifiesta la "Semilla del Verbo". Como una consecuencia práctica de esto, se comenzó a celebrar la eucaristía en las diferentes lenguas, pues antes sólo se celebraba en latín.

  4. Que la Iglesia debe evangelizar lo "temporal", es decir, lo político, lo económico y lo cultural.

El Concilio concluyó con el beato Pablo VI, otra figura profética en la Iglesia. Este papa dijo que: "los decreto conciliares, más que un punto de llegada, son un punto de partida". Es de recordar que, según el Concilio de Constanza (1414-1418), la autoridad de un Concilio universal está por encima de la del Papa, quien está obligado a poner en práctica las decisiones conciliares. Motivo de enorme admiración fue ver, entre los obispos del Concilio, a observadores protestantes y ortodoxos, que dialogaban en plan de igualdad y mutuo respeto. Ya no se les veía como enemigos sino como hermanos en busca de un camino común hacia el Reino del Padre.

Muchos obispos latinoamericanos se destacaron en el Concilio, entre ellos: Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca (México); Helder Cámara, obispo de Recife (Brasil); Samuel Ruíz Gracía, obispo de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México), Leonidas Proaño, obispo de Riobamba (Ecuador)...

El beato Pablo VI, al final del Concilio escribe la Encíclica Ecclesiam Suam, que trata fundamentalmente sobre el diálogo y la apertura de la Iglesia al mundo. Y poco después escribe la Populorum Progressio, que es una llamada a la solidaridad internacional. La Iglesia muestra su preocupación por la construcción de un mundo más junto y humano.

A raíz del Vaticano II se intensifica la renovación de la vida en la Iglesia, se crea multitud de comunidades cristianas de base, sobre todo en América latina; se le da un nuevo impulso a la pastoral obrera en Europa, se intensifica la actividad misionera sobre todo con África y América Latina, y se promueve encuentros ecuménicos con los hermanos de las iglesias ortodoxas y protestantes.

Muerto el beato Pablo VI en 1978, le sucede Albino Luciani, quien toma el nombre de Juan Pablo I, un hombre sencillo y profundamente evangélico. Falleció al mes de ser elegido papa. Y después de varios siglos de regir la sede de Roma y la Iglesia universal papas italianos, fue elegido en 1978 un polaco, que recibió el nombre de Juan Pablo II ahora Santo. Fue el sucesor de Pedro No. 263.

Fuente: "Historia de la Iglesia Católica" -25 Edición- Fernando Bermúdez. Diócesis de San Marcos, Guatemala. Editorial Católica Kyrios. Autorizado por: Monseñor Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, Obispo de San Marcos.

Vaticano 1.jpg
Vaticano 4.jpg
Vaticano 5.jpg
Vaticano 7.jpg
bottom of page