top of page

HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA

​CAPÍTULO 21 "LOS CAMBIOS SOCIALES Y LA IGLESIA"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1. Revolución Francesa

En el año 1789 estalla en Francia la revolución que cambió radicalmente la vida política, económica y social de Europa. Sus consecuencias se sintieron también en el continente Americano. Al grito de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", el pueblo se levantó en armas para derrocar a los reyes y a la clase poderosa feudal. Entre las causas de la Revolución Francesa, sobresalen tres:

  1. Las Clases sociales privilegiadas, nobleza y clero, pretendían conservar sus antiguos privilegios sin comprender que los nuevos tiempos exigían cambios.

  2. La burguesía, es decir, la gente del pueblo, asimilaba las nuevas ideas de libertad predicadas por la corriente de la "Ilustración", que era un movimiento filosófico, nacido en esa época, caracterizado por la extrema confianza en la razón humana para resolver todos los problemas, sin tener en cuenta a Dios.

  3. Las clases dirigentes, nobleza y clero, no contribuían con su riqueza al progreso de la nación ni pagaban impuestos.

La Iglesia se opuso a las ideas emanadas de la Revolución Francesa. Y comenzó a plegarse en sí misma. Y no sólo eso, sino que tomó una postura reaccionaria, es decir, radicalmente opuesta a estos cambios sociales. Los revolucionarios, entonces, se hicieron anticlericales. Destruyeron conventos, saquearon iglesias y catedrales y confiscaron muchos bienes de la Iglesia, e incluso, asesinaron a sacerdotes y religiosos. No obstante, todo esto fue una verdadera purificación para la Iglesia.

2. Fin de los Estados Pontificios

Desde la Edad Media, el papa era jefe de Estado de un amplio territorio en lo que hoy es Italia, llamado Estados Pontificios.

Las ideas del liberalismo emanadas de la Revolución Francesa motivaron que en las distintas Repúblicas y Estados que configuraban la península itálica, se gestara un movimiento por la unificación de la nación de Italia. Este movimiento estuvo liderado por Camilo Cavour y José Garibaldi. Aspiraban a convertir a Roma en la capital de la nueva nación. Pero el papa Pío IX se opuso y ofreció resistencia.

Finalmente, en el año 1870, las tropas unionistas entraron en Roma, poniendo fin a los Estados Pontificios. Con esto terminó el poder temporal (político) del papa.

Al mismo tiempo que el papa perdía su poder político, el Espíritu de Dios suscitaba otros grandes profetas y santos, con una nueva mentalidad, que rejuvenecieron la Iglesia: San Juan María Vianney, conocido como el "Santo cura de Ars", San Juan Bosco, San José Cottolengo, San Antonio María Claret, Santa María Micaela de Alguazas...

El 8 de diciembre de 1864, el papa Pío IX proclamaba el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Y ese mismo año escribió el famoso Syllabus o catálogo de 80 proposiciones que condenaban "los errores del mundo moderno", entre los cuales el papa incluía la libertad y la igualdad social, ideas que habían florecido con la Revolución Francesa. El Syllabus provocó una reacción de resistencia en muchos teólogos, obispos, sacerdotes e intelectuales católicos laicos.

3. Concilio Vaticano I

En el clima de tensión, en 1869, el papa Pío IX convoca el Concilio Vaticano I. Llegan a Roma casi todos los obispos del mundo, dando una demostración de unidad en la Iglesia y de libertad e independencia frente a cualquier poder político, confiando únicamente en el Espíritu de Dios.

En este Concilio se definió la primacía universal del papa en la Iglesia y su infalibilidad (que no se puede equivocar en el ejercicio de su magisterio).

Haciendo un juicio crítico de este Concilio, podemos observar aspectos positivos y negativos:

Entre los aspectos positivos, destaca la aceptación que hace el papa y los obispos de la pérdida del poder político y riquezas de la Iglesia. Esto le ayudará a centrase más en su misión evangelizadora.

Este Concilio preparó a la Iglesia para afrontar los problemas de los nuevos tiempos con unidad interna y sin las presiones externas de los reyes y poderosos de este mundo.

Sin embargo, el Vaticano I carece de una orientación pastoral hacia el mundo. La Iglesia está encerrada en sí misma. Se afianza la concepción de Iglesia como sociedad perfecta, vertical y jerárquica. Esto favoreció que se entendiera la Iglesia como una asociación de diócesis, bajo la dirección del papa. Tampoco se toma en cuenta los aspectos culturales de la iglesias locales, es decir, de otros países. En la evangelización continúa imponiéndose la cultura romana, y el latín sigue siendo la lengua de la Iglesia, sin tener en cuenta las lenguas de cada pueblo y nación.

4. El movimiento obrero y el socialismo

En la Revolución Francesa los campesinos y los obreros fueron utilizados por la burguesía para arrebatarle el poder a los reyes y a la aristocracia. Pero una vez que los burgueses llegaron al poder, olvidaron las promesas que hicieron a los campesinos y obreros, y continuaron con la explotación.

En esta época nace en Europa el capitalismo liberal industrializado, con gran explotación de los obreros. Pero estos, a medida que toman conciencia de su situación de explotados, se fueron organizando para defender sus derechos. Así, poco a poco crearon un movimiento llamado "socialismo".

No es Carlos Marx ni el marxismo quien inventa el socialismo y la organización de los obreros. Marx se encuentra ya con un movimiento obrero fuerte y amplio que se estaba desarrollando en casi todos los países de Europa. Lo que Marx aporta al movimiento obrero es un método de análisis de la realidad y unas orientaciones para transformarla. Al grito de Carlos Marx y Federico Engels, en el Manifiesto Comunista: "¡Proletarios de todos los países, únanse!", toma mayor fuerza la revolución socialista. Corría el año 1847.

Con la Revolución Francesa, la burguesía y la Iglesia se enemistaron. Pero cuando apareció el "fantasma" del socialismo, la Iglesia y la burguesía se asustaron y se unieron contra los obreros organizados en este movimiento.

Entonces, la burguesía utiliza a la Iglesia para:

  • Legitimar la explotación de los pobres, afirmando que la situación existente es la querida por Dios.

  • Domesticar al pueblo con la "obediencia y resignación", enseñando que todo poder viene de Dios y que hay que respetarlo.

  • Satanizar todo intento de protesta y revolución.

  • Presentar al socialismo como enemigo de Dios y ateo.

Ante esta actitud de la Iglesia, muchos obreros se fueron distanciando de ella, o mejor dicho, es "la Iglesia quien abandona al mundo obrero", como dijo el obispo Cardín.

5. Desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia

El movimiento socialista puso de manifiesto la situación de explotación de los trabajadores. Esta realidad, por una parte, y el temor al socialismo por otra, motivó al papa León XIII, en el año 1891, a escribir la Encíclica El movimiento socialista puso de manifiesto la situación de explotación de los trabajadores. Esta realidad, por una parte, y el temor al socialismo por otra, motivó al papa León XIII, en el año 1891, a escribir la Encíclica Rerum Novarum, palabra latina, que en español significa "Renovación de las cosas".

La palabra "Encíclica" es una gran Carta Pastoral del papa para toda la Iglesia. En esta Encíclica, el papa expone, de la manera más clara y detallada, la doctrina católica sobre la cuestión obrera, precisando los deberes y derechos tanto de los patronos como de los trabajadores. Así comenzó la La palabra "Encíclica" es una gran Carta Pastoral del papa para toda la Iglesia. En esta Encíclica, el papa expone, de la manera más clara y detallada, la doctrina católica sobre la cuestión obrera, precisando los deberes y derechos tanto de los patronos como de los trabajadores. Así comenzó la Doctrina Social de la Iglesia.

  • Después, en el año 1931, el papa Pío XI escribe la Encíclica Después, en el año 1931, el papa Pío XI escribe la Encíclica Quadragésimo anno (a los cuarenta años). Trata de la restauración del orden social de acuerdo al Evangelio.

  • En el año 1961, el santo papa Juan XXIII escribe la Encíclica En el año 1961, el santo papa Juan XXIII escribe la Encíclica Mater et Magistra (Madre y Maestra), sobre la doble misión de la Iglesia: espiritual y temporal, es decir, de transformar la realidad social, económica y política, de acuerdo al plan de Dios.

  • En 1961, el mismo San Juan XXIII escribe la En 1961, el mismo San Juan XXIII escribe la Pacem in terris (La paz en la tierra), en donde dice que la paz es el fruto de la justicia, la verdad, la libertad y la solidaridad.

  • El Concilio Vaticano II publicará en 1963 el documento El Concilio Vaticano II publicará en 1963 el documento Gaudium et Spes (Las alegrías y esperanzas), sobre la misión de la Iglesia en el mundo actual.

  • En 1967, el beato papa Pablo VI escribe la En 1967, el beato papa Pablo VI escribe la Populorum Progressio (El desarrollo de los pueblos), sobre la solidaridad internacional. También Pablo VI publica en 1971 la (El desarrollo de los pueblos), sobre la solidaridad internacional. También Pablo VI publica en 1971 la Octogésima adveniens, a los ochenta años de la Rerum Novarum, en la que habla sobre el compromiso de los laicos en la vida política, en defensa de la justicia y de los pobres.

  • En 1981, el papa San Juan Pablo II escribe la Encíclica En 1981, el papa San Juan Pablo II escribe la Encíclica Laborem Excercen, que es un tratado sobre el trabajo y la relación del trabajador y el empresario. Asimismo, San Juan Pablo II escribe en 1987 la Encíclica que es un tratado sobre el trabajo y la relación del trabajador y el empresario. Asimismo, San Juan Pablo II escribe en 1987 la Encíclica Solicitudo rei socialis, (Preocupación por la cuestión social). Habla del compromiso de la Iglesia con los problemas sociales y mundiales. Finalmente, San Juan Pablo II, escribe en 1991 la Encíclica (Preocupación por la cuestión social). Habla del compromiso de la Iglesia con los problemas sociales y mundiales. Finalmente, San Juan Pablo II, escribe en 1991 la Encíclica Centésimus annus, a los cien años de la Rerum Novarum. Aborda el tema de la justicia y el sentido social de los bienes.

La Doctrina Social de la Iglesia es la aplicación a la realidad concreta de la dimensión social del Evangelio. Por eso tiene como fundamento: el Nuevo Testamento, la doctrina de los Santos Padres y la rica Tradición de la Iglesia.

La Doctrina Social de la Iglesia es una expresión del compromiso de la Iglesia por la justicia, los pobres y la construcción de un mundo más humano y solidario, que sea signo de la presencia del reino de Dios.

6. Corriente conservadora y corriente renovadora

Regresando a la época que comprende entre el Concilio Vaticano I y el Vaticano II, observamos dos tendencias teológico-pastorales, que reflejan dos modelos de ser Iglesia:

Tendencia conservadora

  • Entiende la Iglesia como una sociedad perfecta, centrada en el clero.

  • La preocupación principal es sacramental y devocional. Toda su acción se reduce al culto y a las celebraciones de los sacramentos.

  • Es muy legalista en cuanto al cumplimiento de leyes y normas.

  • Es uniformista, basada en la repetición de un modelo único, que es el romano, latino y occidental, sin tomar en cuenta los valores culturales de las Iglesias de otras regiones del mundo.

  • Hay una fuerte centralización romana.

  • Da más importancia al orden establecido que a la libertad; a la limosna que a la justicia; a la ley que al espíritu.

  • Fomenta las virtudes de la resignación, el sufrimiento, la obediencia y sumisión ciega a la jerarquía, pero nunca invita al desarrollo de la conciencia crítica ni a la superación personal y desarrollo integral del ser humano.

  • Hay poca participación de los laicos, quienes son considerados como sujetos pasivos.

  • La mujer es marginada de los ministerios.

  • La salvación es entendida solamente de modo individual. Se trata de "salvar el alma".

  • Fomenta una espiritualidad individualista, intimista y espiritualista.

  • No fomenta el compromiso del cristiano por la justicia y la caridad.

  • Mira a los protestantes y a los comunistas como enemigos. Se pone a la defensiva frente a ellos.

Tendencia renovadora

Frente al individualismo liberal y al capitalismo salvaje del siglo XIX nace, entre muchos cristianos, esta corriente que busca:

  • Regresar a las fuentes de las primeras comunidades cristianas y de los Santos Padres.

  • Centrarse en la vivencia y proclamación del reino de Dios.

  • Fomentar la participación activa del pueblo, de los laicos y laicas, en los ministerios y en la liturgia.

  • Desarrollar la conciencia crítica de los cristianos y buscar el desarrollo integral del ser humano.

  • Despertar la acción misionera, particularmente entre los marginados.

  • Entrar en diálogo ecuménico con las otras iglesias (protestantes, anglicanos y ortodoxos), las culturas y los movimientos sociales.

  • Desarrollar la imagen de la Iglesia como Cuerpo místico, como proponía el papa Pío XII (años 1939-1958), y más todavía, como Pueblo de Dios.

  • Promover la justicia y solidaridad con los más pobres.

Esta tendencia concibe la salvación, además de personal, como histórica, es decir, de toda la realidad social; y el culto como una celebración de la fe y la vida. Comienza a hablarse de encarnación de la Iglesia en la sociedad y del compromiso político de los laicos.

En esta tendencia había muchos teólogos, laicos, sacerdotes, religiosos, religiosas y obispos, destacando entre estos el Cardenal Newman, de Inglaterra, y los teólogos Karl Rahner, el cardenal Agustín Bea, Eduard Schillebeecxs, Ives Congar y Bernard Häring, y el jesuita Teilhard de Chardin (1881-1955), quien contribuyó al diálogo entre la Iglesia y el mundo científico, entre otros. Esta corriente influirá notablemente en el Concilio Vaticano II.

Es justo recordar la figura de Carlos de Foucauld, nacido en 1858 en Francia, un hombre que, renunciando a las riquezas, vivió pobre al estilo de Jesús sirviendo a los más pobres de la tierra en el corazón del África musulmana. Llamado "hermano universal" por el papa Pablo VI. No predicó ni escribió grandes obras, pero su testimonio profundamente evangélico influyó en la renovación espiritual de la Iglesia.

Fuente: "Historia de la Iglesia Católica" -25 Edición- Fernando Bermúdez. Diócesis de San Marcos, Guatemala. Editorial Católica Kyrios. Autorizado por: Monseñor Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, Obispo de San Marcos.

Social 1.jpg
Social 2.png
Social 3.jpg
Social 4.jpg
Social 5.jpg
Social 6.jpg
bottom of page