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HABLEMOS DEL DIABLO

Capítulo 2 - "Los nombres del diablo"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El nombre de una persona para los orientales de los tiempos bíblicos tenía una significación muy personal; intentaba definir la personalidad del individuo. Jacob significa "tramposo". Cuando Jacob se convierte, al ser vencido por el ángel de Dios, el emisario angélico le cambia de nombre: lo llama Israel, que significa "príncipe de Dios". El tío de Jacob se llama Labán, que significa "rubio". Bernabé significa "hijo de la consolación". Bernabé se distinguía por su bondad. Jesús quiere decir "Salvador"; fue el nombre de que el ángel les dio a José y María para su Hijo, porque la misión de Jesús era ser Salvador de los hombres. El oriental bíblico, por medio del nombre, trataba de traducir la personalidad o la cualidad de una persona.

La Biblia menciona varios nombres del espíritu del mal; por medio de ellos nos está definiendo quién es este personaje perverso que causa tantos males a la humanidad. Recordemos algunos de los nombres que la Biblia le da al mal espíritu; por medio de esos nombres podemos profundizar más en la personalidad de este maléfico personaje.

Tres nombres

La Biblia, al espíritu del mal lo llama: Satanás, Beelzebú, y diablo. Cada uno de estos nombres nos ayuda a penetrar más hondamente en la personalidad de este misterioso ser, que es la esencia del mal.

SATANÁS significa "adversario", "enemigo". El diablo es enemigo de Dios y de los hijos de Dios. Según la tradición, el diablo fue creado como un ángel bueno. Los ángeles, para poder conservar el estado de perfección en que habían sido creados, fueron sometidos a una prueba. Lucifer, que quiere decir "lleno de luz"; era el nombre del ángel que no aceptó servir en todo a Dios. Se rebeló y arrastró a muchos otros ángeles en su rebeldía. Todos los ángeles rebeldes se convirtieron en "demonios", que es el nombre que se le da a los espíritus malvados. Así se originó el infierno, que es el estado de Satanás y los demonios. Demonio, en el lenguaje cristiano, significa "un ser hostil a Dios y a los hombres".

Jesús, en la parábola del trigo y la cizaña, dice que es "un enemigo" el que ha sembrado la cizaña en medio del trigo (Mt 13,28). Satanás es el enemigo de Dios, que intenta siempre impedir que la Palabra de Dios penetre en el corazón de los hombres. San Pablo les escribía a los Tesalonicenses y les decía que había querido varias veces ir a visitarlos pero que "Satanás lo estorbó" (1 Tes 2,18). La obra de Satanás es impedir que la gracia de Dios llegue a los hombres.

DIABLO, en griego, quiere decir "falso acusador". El papel del diablo es calumniar a Dios. A los primeros seres humanos les presenta a Dios como un "mentiroso"; les ha dicho que si comen del fruto del árbol del bien y del mal habrá muerte; pero lo que busca es que no coman de ese fruto para que no sean como Él, para que no sepan lo mismo que Él sabe. El diablo quiere que Adán y Eva pierdan la "confianza" en Dios (Gen3,5). Una vez perdida la confianza, ya está abierta la puerta para cualquier otro pecado.

El diablo también nos acusa a nosotros: después de hacernos caer en el pecado, nos hace sentir miedo de Dios, nos incita a huir de él para que no recibamos su perdón. Cuando intentamos rezar, el diablo procura echarnos en cara nuestros pecados del pasado para que no tengamos confianza en Dios, para que le tengamos miedo y nos apartemos de Él. El diablo aprovecha sobre todo nuestros momentos de crisis para "acusar" falsamente a Dios, para hacernos dudar de Él o desconfiar de su providencia. También nos incita a "acusar" a los demás. A mentir, a levantar falsos testimonios. De esa manera obtiene que seamos una especie de "diablos", de acusadores de los hermanos.

BEELZEBÚ es otro de los nombres bíblicos del diablo. Beelzebú, en hebreo, significa: "Señor de las moscas" o "Señor del estercolero". El reino del diablo es un estercolero, lugar de estiércol, donde abundan las moscas. El diablo "corrompe", "contamina" todo lo que toca. Corrompe el alma de los hombres; corrompe la sociedad, la política, las instituciones. Donde está el diablo, hay corrupción, contaminación. Es un estercolero, donde abundan las moscas. Por eso es el "Señor de las moscas".

Tres imágenes

La "serpiente" es la primera imagen con la que se representa al diablo en el libro del Génesis (3,1). Se acerca a los primeros seres humanos como una "astuta serpiente", que simboliza, a alguien que fascina, que engaña, que se arrastra, que es algo repugnante. El diablo es alguien astuto, engañador, corruptor del corazón y de la mente. Trabaja fino. Procura desacreditar a Dios para alejar a las personas del Único que las puede salvar.

En el libro del Apocalipsis, al hacer referencia al diablo, lo identifica con la "serpiente antigua", es decir, la del Génesis (Ap 12,9). San Pablo, al escribirles a los de Corinto, les expresa: "Pero temo que así como la serpiente engaño con su astucia a Eva, también ustedes se dejen engañar y que sus pensamientos se aparten de la devoción pura y sincera de Cristo" (2 Cor 11,3).

El "león" es otra imagen bíblica del diablo. Fue san Pedro el que escribió: "Su adversario, el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Ped 5,8). La figura del león trae a la mente la imagen del rey de la selva, que merodea por la selva y luego da un zarpazo a su presa. San Pedro había experimentado los "zarpazos de ese león rugiente" y, por eso, prevenía a los fieles para que no se dejaran sorprender por este terrible devorador de almas. Por donde pasa el diablo, siembra el terror como león que infunde miedo a todos.

En el Apocalipsis se describe al diablo con la imagen de un "dragón rojo" con siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. Por medio de estas figuras, se quiere detallar algunos rasgos de la personalidad del diablo. El número siete, en el Apocalipsis, indica plenitud. Siete cabezas indican mucha inteligencia. El diablo es un ser muy inteligente. Los diez cuernos hablan de mucho poder. Las coronas en cada cabeza simbolizan los muchos y poderosos colaboradores con que cuenta el diablo en el mundo.

El libro del Apocalipsis, resume la personalidad del diablo cuando aclara: "Después hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles lucharon, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar en el cielo para ellos. Así que fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, y que engaña a todo el mundo. Él y sus ángeles fueron lanzados a la tierra" (Ap 12,7-9).

El Apocalipsis anticipa que el "falso profeta", que aparecerá al fin del mundo, se presentará con cuernos de cordero, como que fuera alguien bueno; pero su manera de hablar lo traicionará porque hablará como el dragón, es decir, con el lenguaje del diablo (Ap 13,11). El dragón da la idea de algo monstruoso, horripilante. El diablo es un monstruo de prepotencia y de maldad.

San Agustín, muy acertadamente, representa al diablo también con una imagen de un animal. Llama al diablo, en latín, "Simius Dei", que quiere decir: "Mono de Dios". El mono se caracteriza porque hace gestos por medio de los cuales imita al hombre. El diablo quiere imitar a Dios. Por eso se exhibe como alguien "bueno". Dice san Pablo: "Satanás se disfraza de ángel de luz" (2 Cor 11,14). Simula ser bueno, pero es sólo un disfraz. Jesús dio la clave para desenmascarar a los falsos profetas; dice Jesús: "Por sus frutos los conocerán" (Mt7,16). Los frutos del Espíritu Santo son: "Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Ga 5,22). Por más que el diablo se disfrace de "ángel de luz", lo 0delatan sus frutos de mentira, de violencia, de lujuria, de odio, de conflictos. El cristiano lleno del Espíritu Santo no se deja engañar.

Otros nombres

Jesús llamó al diablo "Padre de la mentira" (Jn 8, 44). Su especialidad es mentir refinadamente. Por medio de la mentira engaño a los primeros seres humanos y continúa engañando a la gente, presentando su mensaje como algo que nos beneficia que nos ennoblece. A los primeros seres humanos les aseguró que si comían del fruto del árbol del bien y del mal, serían como Dios. Una vez que los engaño, los dejó solos con su complejo de culpa y su depresión. El diablo, como especialista de la mentira, sabe presentarla como una verdad fabulosa. El cristiano, que tiene a Jesús en su corazón, no puede ser engañado, porque Jesús es la Verdad. Adán y Eva cayeron en la trampa de la mentira del diablo porque espiritualmente se habían separado de Dios.

Al diablo también se le llama "tentador" (Mt 4,3). Expresamente el Evangelio de san Mateo apunta: "Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo" (Mt 4,1). "Tentar", en la Biblia, tiene dos sentidos: poner a alguien a prueba o inducirlo al mal. Aquí no se indica que el Espíritu Santo llevó a Jesús al desierto para que cayera en la tentación del diablo, sino para que discerniera su manera de cumplir con su misión evangelizadora. El diablo, en cambio, se le acercó para tratar de hacerlo caer en la tentación, para que fuera por un camino que no era el de Dios.

Jesús le dio el apelativo de "Príncipe de este mundo" (Jn 14,30). No lo llama "rey de este mundo", sino sólo "príncipe", es decir, que tiene mucho poder, pero que está supeditado al "Rey de reyes" (Ap 17,14). El diablo tiene mucho poder, pero sólo el que Dios, misteriosamente, le permite. El diablo fue vencido por Jesús en la cruz; pero, en su misteriosa manera de dirigir al mundo, le dejó todavía mucho poder. El diablo es "príncipe de este mundo"; pero no el "rey del mundo". Sólo Jesús es "Rey de reyes y Señor de señores" (Ap 17,14).

San Pablo les escribió a los Corintios: "Pues como ellos no creen, el dios de este mundo los ha hecho ciegos de entendimiento para que no vean la brillante luz del evangelio del Cristo glorioso, imagen viva de Dios" (2 Cor 4,4). Aquí, "dios de este mundo", significa que el mundo, que se ha independizado de Dios, se ha creado su propio dios, como el becerro de oro, a quien adoraron los extraviados israelitas en el desierto (Ex 32).

San Pablo llama al diablo "dios de este mundo", con minúscula, para señalar que el diablo tiene mucho poder y muchos colaboradores en el mundo. El hombre no puede vivir sin Dios. Al apartarse del Único Dios, crea su propio dios. Ése es "el dios de este mundo". Por eso san Juan, al que vive en pecado mortal, al que "practica el pecado" lo llama "hijo del diablo" (1 Jn 3,10), porque se deja controlar por el diablo. Jesús advierte que no se puede servir a "dos señores" a la vez. O servimos a Dios o servimos al diablo.

El Maligno

En el Padrenuestro, Jesús nos enseña a pedir: "Líbranos del mal". Los comentaristas de la Biblia dicen que la traducción literal debe ser: "Líbranos del Maligno". El diablo es llamado "maligno" por Jesús. Maligno, aquí, señala que el diablo es la esencia del mal. Jesús nos enseña que diariamente debemos pedir a Dios no caer en la trampa del maligno. Dice el Salmo: "No duerme ni reposa el guardián de Israel" (Sal 121,4). Dios no duerme nunca. Siempre está para guiarnos y librarnos. Pero el espíritu del mal, el Maligno, tampoco duerme nunca. Siempre, como león rugiente, está al asecho buscando darnos un zarpazo cuando nos encuentre sin vigilar.

Un cristiano de Sacramentos es un cristiano que, como David, puede vencer con una sola piedra al gigante Goliat. Con poder de la Sangre de Cristo derrotamos totalmente al dragón rojo con sus siete cabezas.

Razón tenía Santo Tomás de Aquino cuando afirmaba que cuando comulgamos con fe somos como "leones que echan fuego por la boca". El león rugiente, el diablo, tiembla ante el fuego de Jesús que nosotros echamos por la boca, cuando comulgamos con devoción y fe.

El diablo es una terrible realidad, un misterio de iniquidad. El cristiano no está para estar "hablando del diablo" con miedo, sino para hablar de Jesús resucitado, que en la cruz ha vencido al enemigo y nos entrega el valor de su "Sangre Preciosa" para salir más que vencedores en la batalla contra el "príncipe de este mundo", contra el "dios de este mundo".

Fuente: "Hablemos del Diablo" Padre Hugo Estrada, SDB -Editorial Salesiana Guatemala 2012-Nihil Obstat-con licencia eclesiástica.

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