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HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA

​CAPÍTULO 16 "LA REFORMA CATÓLICA: EL CONCILIO DE TRENTO"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Iglesia católica no desapareció, a pesar de todas las persecuciones, las herejías, la corrupción y las separaciones de ortodoxos y protestantes. La Iglesia, santa y pecadora, tiene la garantía de Jesucristo de acompañarla todos los días hasta el fin de los siglos.

El Papa Adriano VI declaró que las herejías y separaciones eran una desgracia debida principalmente a los pecados de la misma Iglesia: papas, obispos, clero y pueblo. Fue una confesión franca y sencilla que probaba el deseo sincero del Papa de renovar la Iglesia.

Hay que señalar que ya antes de la "Reforma Protestante", había una fuerte convicción de la necesidad de una reforma en la Iglesia, que ya estaba iniciando. Según Lutero, la maldad no es responsabilidad del ser humano, por lo que no podía reformarse una institución ya maleada, sino que había que crear una nueva institución. Sin embargo, para la Iglesia católica la maldad se debe a la responsabilidad humana, pues Dios nos hizo libres.

Por eso, el remedio está en reconocer el pecado, arrepentirse e implorar la misericordia y la gracia de Dios, para que haya una verdadera conversión y renovación del hombre y de la Iglesia, es decir, un cambio de vida.

Esta actitud fue asumida por los nuevos papas, muchos obispos, religiosos y laicos, que se dedicaron a una vida más espiritual y auténticamente cristiana. San Ignacio de Loyola funda la Compañía de Jesús (jesuitas), para predicar por pueblos y ciudades esta renovación cristiana que la Iglesia necesitaba.

1. Concilio de Trento: renovación de la vida cristiana

Los obispos de todo el mundo se reunieron con el papa en el Concilio de Trento, norte de Italia. Este Concilio comenzó en 1545 y concluyó en 1563, pues se realizó en varias etapas, durante el pontificado de los papas Paulo III, Julio III y Pío IV.

El Concilio recalcó que:

  • En la salvación colabora Dios y el ser humano: la gracia y las obras, que son nuestra respuesta a la gracia.

  • La fuente de la fe cristiana son las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia.

El concilio de Trento tuvo sus frutos: Fijó y reafirmó el canon de los libros de la Sagrada Escritura. Publicó la doctrina de la gracia y los sacramentos. Fundó los seminarios para preparar a los candidatos al sacerdocio. Fundó la Universidad Gregoriana en Roma, encomendada a los jesuitas, para elevar el nivel teológico de muchos sacerdotes y de futuros obispos. Y sobre todo, dio un fuerte impulso a la espiritualidad en la vida de la Iglesia: oración, contemplación de la vida de Cristo, vivencia de la pobreza evangélica, penitencia, práctica de la caridad con los necesitados...

Y un efecto importante, fue el distanciamiento de los papas de la influencia de los reyes.

2. Santos reformadores

Muchos santos y santas se entregaron de cuerpo y alma a la renovación de la vida cristiana, sobresaliendo San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (jesuitas), San Carlos Borromeo, obispo de Milán; San Juan de Ávila, sacerdote andaluz; San Francisco de Borja, jesuita; fray Luis de Granada y fray Luis de León místicos y poetas; y los ya mencionados San Pedro de Alcántara, franciscano; Santa Teresa y San Juan de la Cruz, místicos carmelitas, maestros espirituales y reformadores de la Vida Religiosa; San Juan de Dios, fundador de los Hermanos Hospitalarios; San Francisco Javier, misionero en India y Japón; San Cayetano; Santo Tomás de Villanueva, Santa Ángela de Mérici... y muchos otros. Sobresale también en esta época un laico, Santo Tomás Moro, quién se opuso a la división provocada en la Iglesia de Inglaterra por el rey Enrique VIII.

Mención especial tiene la figura profética de San Vicente de Paul (1581-1660), llamado el "padre de los pobres", persona de extraordinarias capacidades, con destacada sensibilidad social. Inició junto con Santa Luisa Marillac, la Compañía de Hijas de la Caridad para el servicio de los pobres y marginados. Decía: "Si les preguntasen quiénes son, si son religiosas, deben decir que no, por la gracia de Dios... Ustedes tendrán como monasterio la casa de los enfermos y por claustro, las calles del pueblo o la ciudad... Ustedes sirven a Jesucristo en la persona de los pobres". El Concilio de Trento abrió una nueva era en la Iglesia, de vuelta a sus raíces y de renovación espiritual y práctica de la caridad.

3. Lo negativo de Trento

Pero no todo es perfecto. El Concilio de Trento impuso un modelo de religión muy romano y jerárquico-piramidal. Influyó en ello la eclesiología de San Roberto Belarmino, que presentaba un modelo de Iglesia fuertemente organizada como un Estado, en cuyo vértice se halla el papa, después la curia romana, cardenales, obispos y clero. Acentuó el clericalismo dentro de la Iglesia. Los laicos continuaron siendo como cristianos de segunda clase.

Trento no tuvo en cuenta la inculturación del Evangelio. Más bien impuso el modelo romano a todos los pueblos que se iban evangelizando. En esta época tuvo lugar la primera evangelización de América, que se llevó a cabo, salvo algunas honrosas excepciones, con la eclesiología del Concilio de Trento.

Presentó una religión de combate a la religión de los "infieles" (judíos, protestantes, musulmanes, indígenas...). Esto se reflejará en la religión que trajeron muchos misioneros españoles y portugueses a América Latina durante la primera evangelización.

Asimismo, impuso un modelo de religión muy estricto, cerrado, pietista y conservador, con muchos "anatemas", esto es, condenas. Esta religiosidad prevaleció en la Iglesia hasta mediados del siglo XX.

El Papa que más impulsó las reformas de Trento fue San Pío V. Fue fraile dominico muy estricto, austero y piadoso. Sin embargo, en su espiritualidad, el pobre es reducido a un simple objeto de "caridad". El sentido de la justicia e igualdad brilló por su ausencia. La disciplina impuesta por S.Pío V prevaleció en la Iglesia prácticamente hasta el Concilio Vaticano II.

4. El Renacimiento

En el siglo XVI es importante en la historia por los acontecimientos que se dieron: la Reforma Protestante, el Concilio de Trento, el "descubrimiento" de América, los santos que surgieron en el seno de la Iglesia, el renacer del arte y el avance científico que empezó a revolucionar el mundo. Se llama Renacimiento porque hay una vuelta a los clásicos griegos y latinos. Ya en los comienzos del siglo XV y durante todo el XVI muchas personas se entregaron con entusiasmo al estudio de la antigüedad, sobre todo en Italia.

Entre los muchos hombres del Renacimiento, sobresalen:

Nicolás Copérnico (1543), sacerdote polaco y científico. Descubre que el centro del sistema planetario no es la tierra, como se creía, sino el sol.

Un siglo más tarde, Galileo (1642) descubre los satélites de Júpiter y defiende la tesis de que la tierra se mueve alrededor del sol. Esto le valió ser condenado por la Inquisición a rezar y leer los 7 salmos penitenciales por dos años, por pretender y exigir que se cambiaran algunos pasajes de las Sagradas Escrituras respecto a sus teorías.

Leonardo Da Vinci (1519), artista y científico. Destacó en pintura, escultura, música, física y astronomía.

Miguel Ángel (1564), genial escultor, pintor y arquitecto italiano. Pintó los frescos de la Capilla Sixtina y construyó la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Erasmo de Rótterdam, sacerdote holandés, considerado el hombre más culto de su época. Se propuso armonizar la cultura clásica con el cristianismo.

Santo Tomás Moro, humanista y político inglés, autor de la Utopía.

Francisco de Vitoria, dominico y profesor de la universidad de Salamanca, destacado jurista y precursor de los "Derechos Humanos".

Miguel de Cervantes, (1550-1616) insigne escritor y crítico de la sociedad de su tiempo. Autor de El Quijote, obra maestra de la literatura española.

Fray Luis de León (1527-1591), monje agustino y catedrático de la Universidad de Salamanca. Muestra en sus versos una fecunda síntesis entre religiosidad e intelectualismo renacentista.

San Juan de la Cruz (1542-1591), considerado como el máximo poeta de la lengua española en la época renacentista.

Fuente: "Historia de la Iglesia Católica" - 25 Edición- Fernando Bermúdez, Diócesis de San Marcos, Guatemala. Editorial Católica Kyrios. Autorizado por: Monseñor Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, Obispo de San Marcos. / Apologética Católica

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