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HABLEMOS DEL DIABLO

Capítulo 13 - "Los Exorcismos de Jesús"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El hombre de la sinagoga (Mc 1,21-28)

En el Evangelio de san Marcos, el primer signo de poder, que Jesús manifiesta, es un exorcismo. Llega a la sinagoga a predicar; mientras comenta la Palabra de Dios, un hombre empieza a retorcerse y a gritar. Jesús inmediatamente detecta la presencia de un mal espíritu, y lo exorciza. El proceso que sigue es muy ilustrativo:

  1. El hombre grita y causa escándalo en la asamblea.

  2. El mal espíritu habla y afirma que Jesús es el "Santo de Dios", que viene a destruirlos: Ninguno de los presentes sabía, propiamente, quién era Jesús. El Señor estaba comenzando su misión evangelizadora: todavía no se había revelado como el Hijo de Dios.

  3. Jesús le da dos órdenes al mal espíritu: "Cállate", "Déjalo". El exorcismo consiste en una orden al mal espíritu con el poder de Dios.

  4. El mal espíritu provoca un ataque epiléptico al muchacho, y sale con gran estruendo. El mal espíritu tiene poder sobre el cuerpo del individuo. Sale armando un escándalo, quiere impresionar y asustar.

  5. Todos se asustan: es normal. Pero, al mismo tiempo, comienzan a preguntarse quién es esa persona que tiene ese poder excepcional para exorcizar con una simple orden.

  6. Aquí, no se trata de una "posesión diabólica". Aquí, más bien, se aprecia lo que los exorcistas experimentados llaman una "obsesión diabólica" o una "infestación diabólica". En efecto, la forma en que este hombre es sanado por Jesús, es muy distinta del siguiente caso, que presenta san Marcos (Mc 5), el de un verdadero poseso: el geraseno.

  7. Es normal que la gente se asuste ante los escándalos provocados por el mal espíritu. Muchas veces, cuando se hace algún exorcismo o una oración de liberación, se repiten estos mismos efectos en la asamblea. Algunos se irritan contra los que se han animado a hacer la oración de liberación. Alegan que no debería suceder eso en la Iglesia, que es un escándalo. Lo cierto es que si eso le sucedió a Jesús, no es nada raro que le pueda ocurrir a todo el que se atreva a enfrentarse a mal espíritu con el poder que Jesús entregó a sus discípulos para expulsar los malos espíritus.

  8. Un cristiano maduro, más que asustarse y escandalizarse, debe alegrarse al ver que un hermano está siendo liberado por el poder de Jesús, que sigue manifestándose en la Iglesia, y cumple su promesa: "En mi nombre expulsarán demonios".

El endemoniado de Gerasa (Lc 8,16-39)

Según los expertos en exorcismos, el caso del endemoniado de Gerasa es un auténtico caso de "posesión diabólica". Es conveniente leer este incidente, como lo narra el "médico" san Lucas, que es un profesional, que no se deja llevar fácilmente por la superstición.

El poseso de Gerasa vivía entre las tumbas. Iba sin ropa y tenía una fuerza excepcional: varios hombres habían intentado sujetarlo con cadenas y no lo habían logrado, porque el energúmeno rompía las cadenas. Se golpeaba con piedras en el pecho y gritaba noche y día.

Cuando aparece Jesús, el endemoniado se postra ante Él y le grita: "No te metas conmigo, Jesús Hijo del Altísimo". Jesús le pregunta su nombre al espíritu malo, y responde: "Me llamo legión, porque somos muchos". Cuando el Señor le ordena al mal espíritu que salga del hombre, los malos espíritus le ruegan a Jesús, que por lo menos los deje vivir en la piara de cerdos, que están allí cerca. Jesús acepta. Había allí millares de cerdos que, al ser invadidos por los malos espíritus, se precipitan aparatosamente, pendiente abajo, en el mar.

Una vez liberado, el endemoniado, se muestra sereno, tranquilo. Se sienta a los pies de Jesús. Le pide que lo acepte en su grupo de evangelización. El Señor le responde, que, comience por dar testimonio de su liberación entre sus familiares y que, luego, vaya por la Decápolis, diez ciudades cercanas, dando testimonio de lo que Dios había hecho en su vida.

Por medio de este pasaje evangélico, se nos enseñan muchas cosas con respecto a la posesión diabólica y los exorcismos.

  1. Según los expertos en exorcismos, aquí se aprecia un auténtico caso de "posesión diabólica". Un hombre manipulado casi totalmente por malos espíritus. Se ha convertido en un hombre violentísimo, que busca su autodestrucción. Grita entre las tumbas, día y noche.

  2. Este poseso, sabe que Jesús es el Hijo del Altísimo; los demás lo ignoraban: Jesús acababa de iniciar su misión evangelizadora, y todavía no lo había revelado.

  3. Cuando Jesús le ordena que diga su nombre, el mal espíritu responde que se llama "Legión", pues son muchos los que están dentro del hombre de Gerasa. Según los expertos en el exorcismo, el saber el nombre del poseso, ayuda para saber cuál es el origen del mal del que debe ser liberado (Odio, lujuria, ocultismo, violencia, etc.)

  4. Es impresionante el caso de los cerdos que, aparatosamente, se precipitan en el mar. Aquí, los comentaristas se desconciertan y exponen sus diversos puntos de vista. El teólogo, René Laurentin, comenta: "El hecho es ciertamente desconcertante, pero en este terreno, la experiencia reserva más sorpresas de las que se publican, y es una fácil solución reducirlas a nuestra conveniencia". Me parece de valor la opinión de otro comentarista, que afirma que, cuando son expulsados los malos espíritus, tienden a refugiarse en otros cuerpos. En este caso, Jesús para liberar a tantas personas, que estaban presenciando lo que sucedía, optó por dirigirlos directamente a los cerdos (c. Ryle).

  5. Más que fijarnos en los enloquecidos cerdos, tenemos que centrar nuestra atención en el poder de Jesús, que, con una orden libera a aquel hombre de su terrible tribulación: un caso psiquiátrico-espiritual. Aquí no hubo terapia acostumbrada en casos semejantes, ni medicinas, ni un largo proceso terapéutico. El poseso quedó liberado, totalmente, por medio de un exorcismo en todo el sentido de la palabra.

  6. Es decepcionante, que muchos, cuando leen este pasaje del Evangelio, se quedan trabados en hipótesis y teorías acerca de los cerdos enloquecidos, y no se fijan en el hombre que, después de ser un caso psiquiátrico-espiritual, en un instante, se vuelve un hombre pacífico. Además, no toman en cuenta que el que era endemoniado, se convierte en un predicador ambulante, que va por diez ciudades, dando testimonio de lo que Jesús había obrado en su vida.

  7. Hay un dato importante, que no hay que dejar pasar por alto, en el caso de este endemoniado. Cuando ve a Jesús va a postrarse ante Él. En el fondo, se adivina un intento de pedir ayuda. Ese "postrarse ante Jesús" es muy indicativo. Mientras un hombre tenga vida, el demonio no lo puede dominar "totalmente". Siempre queda en su interior, un resquicio para la Gracia, por medio de la cual, puede pedir ayuda a Dios o a los demás.

La hija de la mujer cananea (Mc 7,29-30)

Una mujer pagana, una cananea, se acerca a Jesús para suplicarle que sane a su hija, que tiene un espíritu malo. En la narración de san Mateo, hay más colorido que en los demás evangelistas, que narran el mismo hecho. Jesús ni voltea a ver a la mujer. Los apóstoles intervienen para que la atienda porque les está causando problemas con sus gritos. Los apóstoles no interceden por compasión, sino porque está provocando desorden en el grupo, que rodea a Jesús. El Señor, alega que no hay que dar el pan de los hijos a los perros. Los judíos, llamaban perros a los paganos. La cananea era una pagana. La mujer, ante lo que dice Jesús con respecto al pan, no se rebela, sino que suplica que, por lo menos, le den las migajas como a los perritos. Jesús, aparentemente, no atendía, al principio, a la mujer, no por falta de amor, sino porque por ser pagana, seguramente la hacía esperar, para que escuchara algo de su predicación y llegara a tener fe. Cuando escucha la respuesta de la cananea, Jesús alaba la fe de aquella mujer, y le dice: "El demonio ya ha salido de tu hija" (Mc 7,29). El texto evangélico confirma que cuando la mujer llegó a su casa, "el demonio ya había salido de la niña" (Mc 7,30).

  1. Aquí, un caso que no es una "posesión diabólica", sino lo que los expertos llaman una "obsesión diabólica" o una "infestación diabólica". Una intervención fuerte del demonio, que perturba incesantemente a la persona de manera obsesiva.

  2. Es Jesús mismo el que consuela a la madre, diciéndole que el mal espíritu ya ha salido de su hija.

  3. Éste es el único exorcismo a distancia, que Jesús realiza. Lo podríamos llamar un "exorcismo" simple, como el que nos hacen a nosotros en el bautismo, o como el que se hace cuando en una casa se presiente una mala presencia.

El muchacho epiléptico (Mc 9,14-29)

También aquí, según los expertos, el caso del joven epiléptico, se puede incluir entre los casos de "posesión diabólica". Un papá les lleva a los apóstoles a su hijo epiléptico; los apóstoles fracasan: no logran ningún resultado. Cuando baja Jesús del Monte Tabor, el papá se queja con el Señor. Jesús le pregunta acerca de los síntomas de la enfermedad. Aquí el papá comienza a detallar lo que le hace el mal espíritu a su hijo; dice el papá: "Un espíritu lo ha dejado mudo. Donde quiera que se encuentra, el espíritu lo agarra y lo tira al suelo, y echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda tieso" (Mc 8,17). Jesús le hace ver al angustiado papá que, con fe, todo es posible. El pobre hombre se da cuenta que no tiene la fe suficiente. Le pide a Jesús que lo ayude a creer. Al Señor eso le basta.

Jesús efectúa el exorcismo, diciendo: "espíritu mudo y sordo, yo te ordeno que salgas de él y no vuelvas a entrar en él" (Mc 9,25). Antes de salir, el mal espíritu, todavía logra armar un escándalo; dice el texto: "El espíritu gritó, e hizo que le diera otro ataque al muchacho. Luego salió de él, dejándolo como muerto" (Mc 9,26).

  1. En primer lugar, hay que indicar, que no toda epilepsia tiene origen diabólico. En este caso, sí: es el mismo Jesús el que lo señala por la forma de hacer el exorcismo ante el dominio que el diablo ejerce sobre el joven.

  2. Los apóstoles, que fracasaron, en voz baja para no ser oídos por la gente, le preguntan a Jesús el motivo del fracaso. Es importante tomar de los tres evangelistas, que narran este hecho, los varios datos que se encuentran en cada uno. Jesús les responde tres cosas: no han podido realizar el exorcismo porque no tienen fe (Mt 17,20), porque no se han preparado con suficiente oración y ayuno (Mc 9,29). Estos datos son de suma importancia para nosotros. El enfrentamiento con el poder diabólico no es así no más. Hay que tener fe, y estar fortalecidos con mucha oración y ayuno. Éstas son, precisamente, algunas de las indicaciones, que la Iglesia les da a los exorcistas en el Ritual Romano.

  3. Aquí, nuevamente, se observa que la curación no se verifica por medio de una terapia normal; no hay medicinas, ni proceso largo de curación. Aquí, simplemente, hay un exorcismo, y el joven queda totalmente sanado.

La mujer encorvada (Lc 13, 10-16)

La mujer encorvada, que acudió a la sinagoga el día sábado, para rezar, cantar y escuchar la Palabra de Dios, ni siquiera sospechaba que su enfermedad la estaba provocando un mal espíritu. Es Jesús quien lo descubre, y pasa a liberar a la mujer de su dura carga durante muchos años.

Cuando el jefe de la sinagoga protesta porque Jesús ha obrado esta curación en sábado, el Señor les hace ver que ellos, en sábado, desatan a su burro y su buey para llevarlos al pozo para que beban agua, y que cómo va a ser posible que no se pueda liberar a esta pobre mujer que durante dieciocho años Satanás tenía atada (Lc 13,16). Es el mismo Jesús el que afirma que Satanás ha provocado la enfermedad de la pobre mujer.

No se trata, aquí, de una posesión diabólica, pero sí de una "infestación diabólica", que provoca esta enfermedad.

El combate de Jesús

San Marcos, de manera especial, es el que nos muestra a Jesús proclamando la Palabra, sanando a los enfermos y expulsando los malos espíritus. Desde su primera presentación en público, para predicar, Jesús comienza realizando un exorcismo. Demostrando que tiene poder total contra el espíritu del mal.

San Lucas, como médico, que era, hace muy bien la distinción entre las sanaciones y liberaciones, que realiza Jesús. Cuando Lucas se refiere a la obra sanadora de Jesús, escribe: "Jesús curó a muchos de sus enfermedades, dolencia y espíritus malignos" (Lc 7,21).

San Mateo resalta que Jesús preparó a sus apóstoles para continuar su batalla contra los malos espíritus. Dice san Mateo: "Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias" (Mt 12,21). Jesús les recuerda que Él les ha dado poder para "caminar sobre serpientes y escorpiones" (Lc 10,19).

Cuando ya no está físicamente Jesús, los apóstoles, y los discípulos, continúan su combate espiritual contra el reino del diablo. A Pedro se le ha concedido que su sombra sane a los enfermos y expulse a los demonios. Dice el texto bíblico: "Le traían a los enfermos y a personas atormentadas por espíritus inmundos, y a todos los curaban" (Hch 5,16).

Hacer lo mismo que hacia Jesús

No nos toca a nosotros dejarnos deslumbrar por la inteligencia y el bien decir de algunos intelectuales, que se burlan y desprecian a los que "todavía" hablan de liberaciones de malos espíritus. Nos toca seguir el mandato de Jesús, de seguir haciendo lo mismo que hacían los apóstoles, los discípulos y los laicos comprometidos, de la época de oro de la Iglesia.

Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿Quiénes sois?

Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos (Hechos 19, 15-16).

***NOTA: solo un sacerdote autorizado por su obispo puede realizar exorcismos, pero los laicos pueden con prudencia orar por liberación privadamente, en este caso, se trata de plegarias de liberación, y no se deben llamar exorcismos. Sólo al sacerdote autorizado, además de el obispo exorcizante, corresponde el nombre de exorcista.

El nuevo ritual contiene oraciones que los fieles pueden rezar cuando están sometidos a influencias diabólicas. Sin embargo, "Para practicar el exorcismo es necesaria la autorización del obispo diocesano, que puede ser concedida para un caso específico o de un modo general y permanente al sacerdote que ejercita el ministerio de exorcista en la diócesis".

Fuente: "Hablemos del Diablo" Padre Hugo Estrada, SDB -Editorial Salesiana Guatemala 2012-Nihil Obstat-con licencia eclesiástica.

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